A propósito de Iron Maiden
EN EL PERÚ: EL ROCK Y SUS BEMOLES

Iron Maiden llegará a Lima en marzo de 2009. Lindo. Pertenezco a una generación que no tuvo esa oportunidad de la que gozan los que residen hoy en el Perú. De ver a las bandas angloamericanas mostrar en vivo su arte. Solo recuerdo grupos que, sin ningún pergamino, llegaban para hacer actuaciones en el famoso Campo de Marte o en la desaparecida Concha Acústica del Parque Salazar de Miraflores. Entre todos ellos, por ejemplo, Zimmeron y The Tan. Hubo uno de origen ruso. Se llamó Stas Namin, y en 1988 me tocó presentarlos no solo en su conferencia de prensa -en la entonces novedosa Isla del Paraíso-, sino en su actuación en directo. De allí, no pasó mucho hasta que, en 1992, Phantom Productions llevó a Ian Gillan. Pronto arribaron Jon Anderson, Foreigner, Ziggy Marley, Yellow Man, y el resto sigue haciendo historia.

En el Perú, siempre experimenté que el rock era sinónimo de nivel, de inteligencia, digamos, daba cierta superioridad. Supongo que por llegar de Estados Unidos y Europa. Era como que daba status a sus seguidores. Status no sé de qué, pero era algo positivo. Marcaba así, una diferencia con los otros géneros musicales tan respetables como él. La salsa, por ejemplo.

Ahora, que afortunadamente se ha abierto el mercado peruano a grandes conciertos de rock, aquello, a pesar del tiempo, se sigue sintiendo. Muchas veces he leído que cuando alguien escribe de rock, en especial de hard rock o heavy metal -o del mismo "classic rock"-, se publican comentarios negativos en contra del rap, la cumbia, la balada, la salsa, etc. Aparece el afán competitivo. En cambio, no sucede lo mismo cuando alguien escribe sobre esos géneros. No se leen comentarios en contra del rock para nada. Ni lo mencionan.

Cuando inicié este blog, hace poco más de dos años, puse entre los gustos musicales de mi profile a Los Tigres del Norte. Los mezclé con los Rolling Stones, Jethro Tull, The Doors, Miguel Ríos, y otros. Porque me gustan, pues. Los Tigres es una banda mexicana que toca lo que se conoce como música norteña, con acordeón y eso. Son de Sinaloa e iniciaron su carrera cuando llegaron a San Jose, California, aquisito nomás, donde también se formaron los Doobie Brothers. Es más, diría que se iniciaron paralelamente a fines de los sesenta y quién sabe si en el mismo barrio.


Lo cierto es que fueron algunos, los pocos que sabían de la existencia del blog, quienes me preguntaron cómo era eso. Si es que era una de mis acostumbradas bromas... o qué. Y tuve que decir que no. Que era admirador de los Tigres del Norte, aunque me gustara el rock. Que los admiraba tanto como a Los Jaivas, a quienes hace mucho que no oigo... y no porque sean chilenos.

Una vez, en San Jose, California, fui a visitar una tienda de música. Un peruano tomó una guitarra de muestra, e intentó tocar algo mientras probaba la viola. Muy cerca, otro cliente, al verlo con guitarra en mano, le preguntó si tocaba folklore. Su inmediata respuesta fue "¿Folklore? ¡No compadre... yo soy full rock!", como ofendido. Como que no viniera de la mata del folklore latinoamericano que son los Andes. Claro, no mentía pero era esa actitud de menospreciar lo que no es rock... porque soy rockero. Aquí el rock es como la hamburguesa, no es precisamente lo que da status... si es que esa era la idea.

El rock no es excluyente. Se puede ser rockero y tener gusto por otros tipos de música. No todos los rockeros tienen que odiar la salsa ni meter a Quiquito Iglesias por ser hijo de su padre o a los manganzones de los ex-Menudo, llamándolos "pseudo", como el maestro Gerardo Manuel en su blog, solo porque no hacen rock.


En cualquier país del mundo hay mercado para todos. En el Perú, al menos para un sector de rockeros, pareciera que no. La salsa, la cumbia y los demás géneros, no tienen la culpa de que sus artistas llenen plazas y parques con facilidad... Para fortuna de algunos (seguidores y empresarios), la balanza ya ha empezado a cambiar y, seguramente, en poco tiempo, el rock en el Perú habrá alcanzado el nivel que, desde casi siempre, muchos soñamos. Ya se ha llenado locales. Y Iron Maiden, anunciado con más de tres meses de anticipación, lo debería volver a lograr el 26 de marzo cuando llegue a Lima. Pero hay que dejar a otros, como el Grupo 5 o la Tigresa del Oriente, que hagan lo mismo. Palabra de rockero, aunque me gusten Los Tigres del Norte.

Javier Lishner
Santa Clara, California
5 de diciembre de 2008

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