Wednesday, November 29, 2006

LA ÚLTIMA DE GEORGE HARRISON

"My friend came to me with sadness in his eyes,
Told me that he wanted help, before his country dies.
Although I couldn't feel the pain, I knew I had to try -
Now I'm asking all of you, to help us save some lives"

("Bangladesh" - George Harrison, 1971)

Aunque era un tipo tranquilo, era también, posiblemente, el Beatle más dedicado. Un músico perfeccionista, un productor exquisito y un excelente compositor que, lo único malo que tuvo, fue dos buenos compañeros de trabajo que se apellidaron, McCartney y Lennon. Ambos le harían sombra casi por el resto de su vida, a pesar de solo haber trabajado con ellos, hasta 1970.

John y George, en 1968, meditando en la India (FOTO: AP).

Al igual que sus colegas de grupo, Harrison, había nacido en Liverpool, unos años después que los demás, lo que lo hizo el más joven de la banda más popular del mundo. El hinduismo y la música de la India, guiado por Ravi Shankar, fueron dos de las grandes influencias a lo largo de su carrera, lo que se ve reflejado en gran cantidad del material que grabó.

Un día, Shankar, llegó hasta él para comentarle lo mucho que sufría el pueblo de Bangladesh, al este de Pakistán. Gente inocente, moría, en su afán de independizarse. Con esa actitud positiva, y la mente y el corazón abierto, que siempre lo caracterizó, Harrison, dio un paso importante en el Siglo XX. Organizó el Concierto para Bangladesh, que se convirtió, en 1971, en el primer evento caritativo que su majestad, el rock and roll, hacía a beneficio. Se realizó el 1 de agosto, en el Madison Square Garden. Y lo hizo, con una ayudita de sus amigos, Eric Clapton, Ringo Starr, Bob Dylan, Billy Preston, Badfinger, Klaus Voormann, Carl Radle y Leon Russell. John Lennon, que iba a participar, abandonó Nueva York, aduciendo que solo tocaría con su esposa, Yoko Ono, a lo que, el organizador, se había opuesto desde el principio. Recordemos que, la ruptura de los Beatles aún estaba fresca, motivo por la que, por ejemplo, Paul McCartney, no participó. Pero sí estuvo Ringo. Bangladesh, que había declarado su independencia en marzo de ese año, recién fue reconocido como Estado, en diciembre, cuatro meses después del evento de Harrison.

George, con su esposa Olivia, de nacionalidad mexicana, en Italia, a principios de 2001 (FOTO: BBC News).

El Concierto para Kampuchea de McCartney, en 1979, con Elvis Costello, Queen, The Who, Pretenders, tres de los Zeppelin, etc.; el No Nukes, entre otros, con los Doobie Brothers, Carly Simon, Bruce Springsteen y Jackson Browne; The Secret Policeman's Other Ball, en 1982, con Jeff Beck, Eric Clapton, Sting, Phil Collins y Bob Geldof; Band Aid, en 1984; USA for Africa, en 1985; Live Aid, etc., todos, incluyendo Unidos, que realizamos en el Perú, entre 1985 y 1986, tuvieron su origen en la aventura de Harrison.

Y, como si no fuera suficiente, hasta hoy, su disco All Things Must Pass, de 1970, en el que aparece "My Sweet Lord", sigue siendo el más vendido de un Beatle como solista. Lo único que no pudo lograr ese Beatle, fue ganar su última batalla: el cáncer. Dejó de existir en paz, en la ciudad de Los Angeles, un día como hoy, 29 de noviembre, hace tan solo cinco años.
George, gracias por tu inspiración.

Javier Lishner
San Jose, California
29 de noviembre de 2006


Tuesday, November 28, 2006

LA ÚLTIMA DE JOHN LENNON

"Whatever Gets You Thru The Night", "I Saw Her Standing There", y "Lucy In The Sky With Diamonds", nos reflejan una de las conexiones que hubo entre los Beatles y Elton John, a quien alguien llamó, sin respetar a Billy Preston, "el quinto Beatle". Por lo menos, eso es lo que escuché varias veces de uno de mis colegas disc jockey que se distinguió por repetir lo mismo durante los años.

John Lennon con Elton John en su última aparición en vivo, en 1974.

Lo cierto es que John Lennon invitó a Elton John, a participar en la grabación de "Whatever Gets You Thru The Night". El tema fue parte del disco Walls And Bridges, de 1974, el que grabó durante el llamado "fin de semana perdido", que Lennon pasó, en California, separado de su esposa. Paradójicamente, la placa, que le daría su primer número uno en las listas (cosa que no sucedió con "Imagine"), se volvió en el disco de su retiro.

Cuentan que Lennon, mientras andaba separado de Yoko, le había prometido al estrafalario pianista, coleccionista de anteojos, que si el tema llegaba al primer lugar en los Estados Unidos, lo acompañaría en escena. Y sucedió.
Fue así que una noche como la de hoy, 28 de noviembre, durante una actuación de Elton John, en el Madison Square Garden, el Beatle apareció para interpretar, a dúo, las tres mencionadas canciones. Elton tocó como los dioses, y John, sabía que alguna vez había sido más popular que Jesucristo.

El primer tema que Lennon ubicó en número uno.

El 8 de diciembre de 1980, cuando un imbécil apretó el gatillo cinco veces disparándole a Lennon, a quemarropa -en presencia de su esposa-, automáticamente, convirtió la noche de hace 32 años en el Madison Square Garden, en la última presentación del cantante.

A pesar del tiempo, para muchos, John Lennon, sigue siendo el más influyente músico en la historia de la humanidad. Irónicamanente, fue el último de los cuatro Beatles en lograr un primer lugar en las listas. Y lo hizo con "Whatever Gets You Thru The Night", con una ayudita de sus amigos.

Javier Lishner
San Jose, California
28 de noviembre de 2006


Saturday, November 25, 2006

Hubo una vez...
EN EL WINTERLAND DE SAN FRANCISCO

El fin de semana de Acción de Gracias, en 1976, estuvo marcado por un acontecimiento triste para la música en el norte de América. Aunque el evento tuvo ribetes de fiesta, en el fondo, hubo pena y mucha nostalgia. The Band, el grupo canadiense formado en Ontario, decía adiós a su exitosa carrera, la que había iniciado como tal en 1968. Aunque, en realidad, sus verdaderos orígenes fueron mucho antes. Aquella noche fue conocida como The Last Waltz



Sucedió una noche como la de hoy, hace 30 años, mientras una parte del mundo aclamaba a Peter Frampton en vivo, y, los más rebeldes, a los Sex Pistols. Coincidentemente, The Band, Peter Frampton y los Sex Pistols, sin casi nada qué ver musicalmente uno con otro, tuvieron un lugar común que se llamó Winterland.

Entre las calles Post y Steiner, en San Francisco, desde 1928, se ubicó un clásico local de patinaje. Dícese que costó la astronómica suma de un millón de dólares. Hasta que, en 1971, apareció Bill Graham, el promotor judío nacido en Berlin, quien llevó de la mano a numerosos artistas como Jimi Hendrix, Steve Miller, the Rolling Stones, Janis Joplin, Cream, Led Zeppelin, y los héroes locales, Jefferson Airplane y Grateful Dead. El coloso, llamado Winterland, quedaba a un par de cuadras del famoso Fillmore Auditorium de la calle Geary, y tenía una capacidad aproximada para albergar a cinco mil personas. Posiblemente, un poco más. Al cierre del Fillmore, el empresario cargó con todos sus sueños y se fue a la calle Post.

Prueba de sonido en el Winterland. The Band ensaya con Joni Mitchell.

El 14 de junio de 1975, Peter Frampton, en el Winterland, había grabado partes de su disco Frampton Comes Alive! el que sigue siendo una de las producciones en vivo más vendidas de la historia. Y, el 14 de enero de 1978, en ese mismo recinto, the Sex Pistols realizarían su último show, aunque, a diferencia de The Band, los Pistols no lo sabían.

EL ÚLTIMO SHOW
The Band, que algún tiempo se hizo llamar The Hawks -cuando acompañaba a Ronnie Hawkins-, pasó, de momento, a ser el grupo de acompañamiento de un cantante llamado Bob Dylan. Corría la primera mitad de los años sesenta. El fenómeno Beatle aún no había explotado y, los Rolling Stones, según
Bill Wyman, su bajista original, era un grupo con pocas posibilidades de duración. Fue recién en 1968, cuando comenzó a hacerse de un nombre propio. Algunas de sus canciones fueron: "The Weight", "Up On Cripple Creek", "The Night They Drove Old Dixie Down" y "Ophelia". Lo cierto es que The Band tuvo más aceptación dentro del gremio de músicos que en el sector del público. He leído que George Harrison y Eric Clapton, son dos de los que citan al quinteto como gran influencia en sus respectivas carreras. Vaya que ambos también compartieron, en distintos momentos, claro está, la misma esposa (ver nota aparte).

En 1976, The Band decidió invitar a algunos amigos y, bajo la dirección de Martin Scorsese, filmó su despedida. Entre aquellos amigos -aparte de Bob Dylan y Ronnie Hawkins-, estuvieron, Eric Clapton, Ringo Starr, Neil Young, Muddy Waters, Joni Mitchell, Van Morrison, Neil Diamond, y Ron Wood.

Gran final: Dr. John, Neil Diamond, Joni Mitchell, Neil Young, Rick Danko, Van Morrison, Bob Dylan y Robbie Robertson.

La celebración, materializada en el Winterland, había comenzado con baile y cena de pavo con ocasión del día de Acción de Gracias, la fiesta de ese fin de semana en la que el ave gallinácea, de cabeza y cuello desprovistos de plumas y cubiertos de carúnculas rojas, es lo más popular en la mesa de las familias estadounidenses. Con pavo y música, el espectáculo de Graham repletó el auditorio.

The Last Waltz apareció en 1978. Fue un disco triple que incluyó el repertorio del grupo homenajeado y, también, canciones de los invitados. Por ejemplo, The Band interpretó con Clapton, "Further On Up The Road"; con Young, "Helpless"; con Hawkins, "Who Do You Love"; con Dr. John, "Such A Night"; con Dylan, "I Shall Be Released", y así por el estilo.

Robbie Robertson, Rick Danko, Garth Hudson, Richard Manuel, y Levon Helm, los cinco miembros, forman parte del Rock and Roll Hall of Fame y del Canadian Music Hall of Fame; y, una noche como la de hoy, hace tres décadas, fueron protagonistas de una de las más interesantes películas musicales del siglo pasado. Amén, claro está, de su legado, del que destacan sus tres primeros discos: Music from Big Pink, The Band y Stage Fright.

Poster 2002: Comenzó como un concierto. Se convirtió en una celebración. Hoy es una leyenda.

Y, como en las mejores familias, los líos entre integrantes, impidieron una sana reunión. Robertson, el guitarrista y principal compositor de los temas, ante un intento de nuevas nupcias a mediados de los ochenta -como quisieron sus otros cuatro ex compañeros-, fue muy claro al contestar que, The Last Waltz tuvo un significado y lo iba a cumplir. Ahora, tras la muerte de dos de sus integrantes, no hay nada que pueda cambiar las intenciones de John Fogerty, perdón, de Robbie Robertson. El del Winterland fue, en efecto, el último vals.

Javier Lishner
San Jose, California
25 de noviembre de 2006

Monday, November 20, 2006

Hubo una vez...
EN EL COW PALACE DE SAN FRANCISCO

Cuentan que alguien le echó un poco de tranquilizante para caballos al vaso de Keith Moon. Era un día como hoy, 20 de noviembre. The Who andaba en una de sus mejores épocas, aún con su formación original y, frente a un público relativamente exigente como el del Área de la Bahía de San Francisco.

Roger Daltrey, el cantante, tenía 29 años de edad; Pete Townshend, el guitarrista, enérgico e irascible, un año menos; el bajista John Entwistle, la edad de Daltrey y, Keith Moon, el baterista, mágico y misterioso, el menor del grupo, tenía 27.

Roger Daltrey en acción, en 1973. ¿Será que de ahí aprendió algo David Lee Roth? (FOTO: Michael Zagaris).

El Cow Palace fue inaugurado en 1941, y su primer evento fue una exposición de ganado vacuno de la raza Holstein. Pronto, serviría para espectaculares presentaciones de rodeo. Sin embargo, en muy poco tiempo, Estados Unidos fue presa de un ataque en Pearl Harbor y el local terminó siendo rentado al gobierno federal para albergar tropas que se embarcarían desde ahí al frente de guerra. El alquiler fue de $1.00 por año.

En 1946, terminada la guerra, el Cow Palace volvió a ser el centro de actividades ganaderas, pero, también, políticas, deportivas y artísticas. Actuaron en ese coloso, desde Liberace hasta U2, y the Rolling Stones, Elton John, Neil Diamond, the Wings de Paul y Linda McCartney, Yes, Prince, y, entre tantos más, Elvis Presley y the Beatles.

La noche del 20 de noviembre de 1973, en tanto, mientras the Who hacía su presentación de la obra Quadrophenia, el baterista cayó desplomado. Como muchas paradojas alrededor de la vida (y de la muerte) de Keith Moon, el grupo -a la hora del incidente-, tocaba "Won't Get Fooled Again". La banda se vio obligada a retirarse del escenario y, aproximadamente treinta minutos después, volvió con sus cuatro miembros.

Desafortunadamente, el baterista no quedó apto para enfrentarse a ese público que asistía al debut de la gira norteamericana. Pete Townshend, cuyo carácter ya era conocido, iracundo, explotaba en chispas. Mientras los asistentes del escenario se llevaban nuevamente el cuerpo (y alma) de Moon, para seguir atendiéndolo, el guitarrista y compositor solicitó la ayuda de la audiencia.

Afirma un website de The Who que, Townshend, líder indiscutible de la banda, dirigiéndose a la concurrencia, gritó: "¿Hay alguien que sepa tocar batería?" Y un muchacho de 19 años, que se jaraneaba cerca del escenario, por el ala izquierda, apareció cruzando la guardia de seguridad y, según dicen, con un empujón del propio Bill Graham (el conocido empresario), pasó al otro lado del mismo. "No tuve ni tiempo de ponerme nervioso", recordaría años después, Scott Halpin, originario de Carmel. El grupo -según versión oficial-, interpretó cuatro canciones con Halpin, antes de despedirse de la platea.

Ahora en el anonimato, Scott Halpin escribió con The Who una historia muy particular.

Muchos años después, y antes de retirarse al anonimato, Halpin hizo pública su admiración a la banda inglesa por su energía y vitalidad. "A la tercera canción yo ya estaba muerto", reconoció el baterista, quien nunca más se dedicó a la música. Actualmente reside en Indianapolis, lejos de la bulla y el tumulto que una noche como hoy, en San Francisco, hace 33 años, lo catapultó y lo hizo parte de una de esas simpáticas historias de su majestad, el rock and roll.

Dos días después, the Who, con Keith Moon, continuaba su gira en la ciudad de Inglewood, una pequeña localidad en el área de Los Angeles.

Javier Lishner
San Jose, California
20 de noviembre de 2006

Saturday, November 11, 2006

Con final feliz
EN BRASIL, LA DEL CANDADO

La noche más pesada sucedió el 23 de enero de 1991. Se anunciaba, en ese orden, a Sepultura, Queensrÿche, Megadeth, Judas Priest y Guns N' Roses, además de varios grupos locales que, aunque no les gustara, estaban ahí para calentar el ambiente. Aunque en verano el ambiente en Rio, es desde ya muy caliente. De ellos, aquel día, el más esperado era Engenheiros do Hawaii, el súper trío de Porto Alegre, dirigido por Humberto Gessinger, que recorría escenarios promocionando su disco E Papa é Pop, en clara referencia a Juan Pablo II.

Diario Expreso de Lima. Febrero del 91.

Como quiera que andábamos en el quinto día del festival, y aún faltaba la otra mitad, había decidido llegar al evento un poco más tarde de lo acostumbrado, para ver únicamente la actuación de las bandas internacionales. A veces, a pesar del ánimo y el amor al rock, la cosa cansa. Más aún, cuando hay trabajo (y otros postres) de por medio.

[LA MANO] Al llegar al Maracaná -el estadio de fútbol que por unos días había sido cedido al rock-, me dirigí como de costumbre a la puerta por donde cada tarde, la credencial de prensa, nos evitaba la inmensa cola. Pero, esa tarde, llegar a la reja de prensa, me costó mucho más de lo usual. Los alrededores del coloso deportivo estaban repletos de gente, mucha, con entradas en la mano.

Mientras sorteaba gente, policías y caballos, además de pancartas en contra de la guerra del Golfo Pérsico (que había comenzado unos días antes, la misma noche que partí de Lima), descubrí que algo extraño andaba pasando. Al acercarme a la puerta y pedir el correspondiente acceso, de pronto, encontré la respuesta. Desde el interior, una mano directa en el rostro, me dijo: "Hoy, nadie más ingresa al estadio". Al ver mi seño fruncido y mi cara de sorpresa, la persona, aún con la mano extendida, gritó: "¡El estadio está abarrotado y si permitimos el ingreso de más gente, corre el riesgo de caerse!". Recién comenzaba a entender que otra mano, tal vez sucia, había (re)producido entradas y estaba ocasionando el problema de la súper población, muy aparte de ser la tarde más popular del evento de diez días, donde la estrella principal de esa tarde era Guns N' Roses, quien llegaba con un muy sugestivo manojo de acompañantes, todos, con la excepción del cantante de Judas Priest, pelucones igual que ellos.

Enero 91. Ian Hill, Rob Halford y Scott Travis de Judas Priest en Rio.
(FOTO: Javier Lishner).

[LA TELEVISIÓN] Me vino la duda. Solo sabía que debía actuar rápido porque, conforme pasaba el tiempo, el problema iba en aumento. Más gente, más policías, más euforia, más locura, más caballos, y hasta lo que hacen los caballos después de un rato de estar bajo el sol. De adentro únicamente se oía música, aplausos y gritos, muchos de ellos, destemplados. Intenté de nuevo y, otra mano, un poco más grande, me recibió prácticamente con el mismo sonsonete. Debía suponer que la guardia de seguridad estaba en sincronía a través de esos radiecitos que la mayoría de veces los hace sentir importantes.
Como quiera que no me encontraba ahí como aficionado, o, por lo menos, es lo que hacía creer, y debía informar sobre lo que estaba sucediendo dentro del estadio (y no necesariamente afuera), pensé regresar al hotel para ver el espectáculo por televisión, el que era transmitido en directo. Viendo todo a través de la Rede Globo podría cumplir, al menos, con la misión periodística. Hacía todo lo posible para autoconvencerme. Pero, honestamente, ser uno más de 580 millones de espectadores, como que no me atraía mucho... encontrándome allí.

[LA REJA] Mientras mi otro yo me decía quédate, en el fondo, creía que iba a terminar pasando a la fila de los televidentes, disfrutando de la noche rockera desde un cómodo sillón. Los minutos transcurrían e iba perdiendo esperanzas. Finalmente, haciéndole caso a mi otro yo (como muchas veces lo había hecho antes), con convicción, decidí quedarme acercándome a una reja y enterrando mis Adidas de rayitas rojas en aquel metro cuadrado. Escogí la reja de la suerte. Empero, antes de toparme con ella -con hambre, calor y sed-, tuve que esperar un buen rato. Mi cabeza, en tanto, iba pensando cómo iba a iniciar el artículo que, a la mañana siguiente, por fax, debía remitir al Perú.
Una pareja de muchachos, más o menos de mi edad, tras un informal saludo con levantada de cejas, se instaló sospechosamente a mi lado. Su portugués no era el más recatado, y, el mío, incipiente. Lo cierto es que, por más que afinaba mi oído, no lograba entenderlos. Mi experiencia criolla, aprendida en las calles peruanas, me decía que este dueto carioca andaba tramando algo. Y, lo que presentía, no era, precisamente, algo muy sancto.

Al lado de un pintoresco artefacto desde donde informábamos al mundo.
(FOTO: Reynaldo Aragón Jr.).

[LA PIEZA] Una pesada pieza cayó sobre mi pie derecho. Mientras veía qué era, la pareja empujó la reja y la multitud que al igual que yo se había mantenido frente al recinto con un hilo de optimismo, se precipitó cual marabunta hacia adentro. Éramos varios cientos. Diría miles.

En la confusión recogí el candado y, como parte de la marabunta, corrí en igual dirección. Guardé mi credencial -que para el momento valía poco-, y dejé el candado en el primer rincón que divisé a mi paso. La idea era buscarlo al final de la noche para guardarlo como sólido testigo de la celebración. En el momento mi conciencia me dictaba que, de encontrarme con él, me podrían responsabilizar de cualquier futuro accidente. Era muy consciente de que, a partir de ese instante, cualquier cosa podía suceder en el famoso terreno de fútbol.

"Sweet Child O' Mine" en el Maracaná la noche de enero del 91.

[EL ESTADIO] Después de cruzar el trecho que separa el enrejado y el estadio propiamente dicho; ingresé al coloso, el mismo por donde tantas veces habían pasado Pelé, Garrincha, Schiaffino y Maradona. Y en el que, en 1950, doscientos mil brasileros, por primera vez, vieron de cerca la Copa Jules Rimet que finalmente ganaron los uruguayos. Se conoció como "El Maracanazo" (con Roque Gastón Máspoli en los tres palos charrúas).

Tocaba Sepultura, el grupo de los Cavalera, a quienes había conocido un día antes. Me habían contado que planeaban ir en marzo a territorio peruano para grabar un video en Machu Picchu. Le siguió Queensrÿche, la banda de Geoff Tate, que se inició en Seattle mucho antes que los Mudhoney, Nirvana y Pearl Jam, y toda esa tribu que salió del noroeste americano. Continuó Megadeth de Dave Mustaine, el ex-Metallica, quienes andaban haciendo la gira del Rust In Peace, su cuarto álbum. Acto seguido, Judas Priest, el fortísimo quinteto de Birmingham, con la doble guitarra de K.K. Downing y Glenn Tipton, los que merecen una nota aparte. Al final, la estrella de la noche, Guns N' Roses, con Axl, Slash, Duff, Izzy y Matt Sorum (el baterista que llegaba de The Cult para reemplazar a Steven Adler). Sorum acababa de debutar con el grupo solo tres días antes, en el mismo campo deportivo. La noche, para los pelucones que gustamos del sonido fuerte de las guitarras, fue más que rebosante.

[LA LLAMADA] A la salida fui en busca del candado pero, como habría de haberlo supuesto, no estaba más. Habían pasado doscientas mil personas antes que yo pudiera encontrar esa presea dorada de fierro, la cual, al igual que el Trofeo Astro de Teleguía, nunca obtuve. Seguí, nomás. Había que prepararse para el siguiente día en que llegaba Santana, con un invitado muy especial de nombre Pat Metheny. Y de estelar, un bajito llamado Prince...

Horas más tarde, ya con el sol afuera, y aún en mi habitación del Othon Palace, recibí la llamada de Johnny López, el popular disc jockey y presentador de la televisión peruana -quien recién se despertaba- y a quien, en el tumulto, no había podido encontrar la noche anterior. Johnny, quien también cubría el evento para otro medio de comunicación, por teléfono, desde su hotel, me dijo: "Te llamaba para saber si leíste en el periódico que anoche se bajaron una reja del estadio...". Mi reporte ya estaba camino al diario Expreso de Lima.

Javier Lishner
San Jose, California
11 de noviembre de 2006

Friday, November 10, 2006

GENESIS 2007: El toque visible

Y, al final, solo quedaron tres: Phil Collins, Mike Rutherford y Tony Banks. Le dieron un giro a su música y, como resultado, Genesis, tuvo éxito masivo. En vivo, mientras Collins se dedica al trabajo que alguna vez hizo Peter Gabriel, atrás, con las baquetas, lo reemplaza Chester Thompson, meticuloso baterista que acompañó a Frank Zappa & The Mothers, Weather Report, Flora Purim, Santana, Peter Cetera, Sadao Watanabe, Neil Diamond, Andy Williams, John Fogerty, Michael McDonald y muchos más. En tanto, la que era labor del ex barbado Steve Hackett, se la encomendaron, una vez más, al guitarrista Daryl Stuermer, quien también ha sido el brazo derecho de Phil, en cada una de sus aventuras solistas desde 1982.

Invitación de prensa en Londres para anunciar la "Turn It On Again Tour". 7 de noviembre de 2006.

Genesis, cuyos orígenes datan de 1965 en el Charterhouse School (aunque firmaron su primer contrato dos años después, de manos de Jonathan King), lanzó en Londres, el pasado 7 de noviembre, la noticia de una nueva gira. Mientras tanto, aquí, en la Bahía de San Francisco, estábamos entre las presentaciones de sus contemporáneos Rolling Stones (1962) y The Who (1964). El legendario trío vuelve a embarcarse en un tour luego de 15 años, y lo iniciarán en Finlandia, en junio de 2007. Por el momento, lo anunciaron en conferencia, recorrerán doce países europeos antes de finalizar en julio, en Roma, lo que, sospechamos, es solo la primera parte del proyecto. Incluyen dos países de Europa del Este (Polonia y Hungría).

El Genesis que muchos queríamos ver. Con Gabriel y Hackett. 1975. (Póster Revista Pop).


La gira "Turn It On Again", como la han denominado utilizando una de las canciones de su exitoso disco Duke, de 1980, no contará ni con Gabriel ni con Hackett, quienes fueron contactados por los promotores (Gabriel y Hackett, por esas coincidencias que tiene la música, nacieron en febrero de 1950, con un día de diferencia).

Es de imaginar que, aunque solo han anunciado su aventura por doce países del Viejo Continente, la cosa llegará a otros rincones del mundo, incluyendo los Estados Unidos. Una reunión tan esperada y, seguramente, costosa, no tendría mucha trascendencia si es que no alcanza a más de una docena de países europeos, por más que Phil Collins se esmere en decir que ellos, a diferencia de otros (The Stones? The Who? Who knows?), no hacen esta gira por dinero. Latinoamérica es una excelente plaza para un grupo así. Sino que lo diga el propio Phil, quien ya comprobó el éxito del cual goza, cuando, en 1995, estuvo en Argentina, Chile y Brasil -y el 94 en México-, con la gira The Both Sides World. De ello también puede dar fé, Stuermer.

Rutherford, Collins y Banks nuevamente en los estudios, preparando la gira del reencuentro.

Por ahora, Genesis, siguen siendo los tres que, desde 1977, con la salida de Hackett, quedaron frente a la banda (Gabriel partió dos años antes). En abril del 78, Banks, Collins y Rutherford, con mucha intuición, publicaron ...And Then There Were Three.

Javier Lishner
San Jose, California
10 de noviembre de 2006


Thursday, November 09, 2006

Testamento de su generación
THE WHO, EL FENÓMENO BRITÁNICO

Anoche, mientras volvía a casa, entendí porqué The Who, el grupo inglés con más de cuarenta años de recorrido, con tan buenas composiciones (la mayoría de ese genio llamado Pete Townshend), está ligado a tanta gente en la historia de la música. Y es que, desde Graham Parker hasta Iron Maiden, ha habido un gran número de artistas y grupos que ejecutaron sus temas y los llevaron al disco.

"I Can't Explain", no solo fue la primera canción que grabaron, en 1965, sino que también sirvió para el inicio del show. En el tema original, Jimmy Page (futuro guitarrista de Led Zeppelin), dejó estampada su huella. La composición de Townshend describe lo difícil que se le hace a este joven, expresar sus sentimientos a la enamorada. Quién sabe si fue el caso del respetado guitarrista, ahora más calvo que hace seis años (cuando lo vimos por última vez), que no tuvo mujer hasta no hace mucho. Y Pete ya pasa los sesenta. David Bowie, Yvonne Elliman, Spin Doctors y, entre otros, Scorpions, realizaron originales versiones de este clásico tema.

Conversaba con Juan Zeña, peruano, y ferviente seguidor del rock -quien ayer mismo me cursó una invitación para el concierto en el HP Pavilion de San Jose-, de cómo, al igual que los Stones, The Who tiene su legión de seguidores. A estas alturas, poco importa si tocan en fin de semana o un día miércoles, como ayer. The Who se da el lujo de cobrar lo que quiere y tiene a esa legión casi a sus pies. La sentida desaparición de John Entwistle, el tranquilo bajista que, de ataque al corazón, murió un día antes del inicio de la gira de 2002, no parece haber cambiado mucho la imagen del grupo. Antes eran tres, ahora, solo dos. Y si alguna vez fueron cuatro (con Keith Moon), lo mismo da. La pluma creadora, Pete Townshend, y el vocalista cuasi perfecto, Roger Daltrey, aun siguen siendo el pulmón de uno de los muy pocos grupos de los sesenta, que aún viven para contarla.

"Behind The Blue Eyes", fue escrita para ser parte de una obra, al estilo Tommy o Quadrophenia, pero Townshend no la terminó. El tema acabó siendo parte del clásico Who's Next, de 1971. Y anoche, para alegría de un coliseo prácticamente repleto, la volvieron a tocar. Sheryl Crow, The Chieftains y Limp Bizkit, cada uno en su momento, hicieron sus propias versiones.

A diferencia del lunes, dio la impresión que hubo más seguidores del rock y no tanto show off. Mientras los Stones juegan al espectáculo visual que a cualquiera atrae, The Who, en cambio, basa su show en la música. No tiene escenario rodante, no utiliza fuegos artificiales y, sus músicos, no se cambian de atuendo cada cuatro o cinco canciones. Ah! Y no tienen a tres extraordinarios coristas como apoyo vocal. En realidad, no tienen ni a uno. Mientras Pete dejó de lado esos sacos, largos y oscuros; Keith, el guitarrista de los Stones, como sucedió hace dos días, los sigue usando, aunque parezca una bruja con eso puesto.

"Substitute", que tocaron ayer casi al principio, fue la primera canción que, en 1966, produjo el propio Townshend. Lo anecdótico es que, en Inglaterra, el disco simple apareció tres veces el mismo año, y, las tres veces, como lado B. La publicaron en álbum, recién, en 1971. Fue como parte de la recopilación Meaty, Beaty, Big and Bouncy. Sex Pistols, Ramones y Great White, fueron tres de los que también pagaron para grabar su propia versión.

El programa impreso de esta gira, con la imagen de Townshend y Daltrey en la portada, costaba $20.00. Un hot dog de lo más simple valía $5.50 y un vaso de cerveza (de la más popular), $7.50. Las camisetas, como de costumbre, no bajan de $35.00. Con ese dinero, en Rock in Rio de 1991, uno podía haber asistido a tres días de festival, pudiendo ver de tres a cinco súper estrellas, como Santana, Prince, George Michael, Judas Priest o Guns N' Roses, por noche. Pero The Who, es otra cosa.

"You Better, You Bet", fue uno de los escasos temas que escuchamos de los ochenta. Fue parte del disco Face Dances, de 1981. El tema dejó espacio para el lucimiento del tecladista John Bundrick, quien se unió al grupo, precisamente, en esa época. Fue una de las últimas canciones de The Who que se transmitió en la radio, antes de su gira de despedida el siguiente año.

Pino Palladino, pareciera que, siguiendo los pasos del maestro Entwistle, a quien reemplaza, no se mueve en el escenario. Cumple efectivamente en la interpretación del bajo pero, desafortunadamente, no canta como "The Ox". El desaparecido bajista ya nos tenía acostumbrados, al igual que lo hace Richards con los Stones, a alguna de sus interpretaciones a mitad de show. "Boris The Spider" o "My Wife", eran siempre bienvenidas, dándole, además, un respiro al vocalista. Muy cerca a Palladino, está Simon Townshend, el hermano menor del guitarrista, quien al igual que Palladino, es músico acompañante del grupo. Simon, que es un prestigioso instrumentista, pertenece al clan desde hace diez años, cuando realizaron la gira de Quadrophenia. Tan calvo como su hermano, grabó su primer disco, "When I'm A Man", a los trece años de edad. Es, además, un destacado compositor y acaba de formar su propia banda llamada The Casbah Club.

"Anyway, Anyhow, Anywhere", es una de esas canciones que casi nunca faltan en las presentaciones de The Who. Fue, a su vez, el segundo disco simple que publicaron y, en él, participó Nicky Hopkins, quien por esas épocas andaba haciendo saltar sus dedos entre los Beatles y los Stones. Es una de las pocas composiciones en las que Pete colaboró con Roger. Todd Rundgren y The Flaming Lips, son algunos de los que, posteriormente, la llevaron al estudio.

Zak Starkey, con el paso del tiempo, se ha consolidado como un miembro más del grupo. Lo que comenzó como una aventura -tras la salida de Kenney Jones y el efímero paso de Simon Phillips-, el hijo de Ringo Starr se la tomó en serio. Lo anecdótico del caso, y que comentaba con Zeña antes de ingresar al local de la calle Montgomery, es que Keith Moon, original baterista del grupo, fue quien le enseñó a tocar batería, muy aparte del apoyo que recibía de su famoso padre. Y es que Moon fue muy amigo de Ringo, y andaba mucho en su casa. El pequeño Zak lo llamaba, Uncle Keith. Y cuando hoy se refiere a él, lo sigue haciendo así. Nunca dejará de ser su tío Keith, aquel quien le enseñó el amor por el instrumento.

"Who Are You", la que pensamos que iban a dejar para la última parte del show, la interpretaron casi al principio. La canción perteneció al disco Who Are You, que no fue, precisamente, uno de sus mejores. Muy por el contrario, la banda comenzaba a perder esa magia que había sido característica en sus producciones anteriores. The Who, hasta ese momento, era el grupo de rock más estable, robusto y firme, del mundo. Pero, muy pronto, empezaría por desmoronarse. En la carátula, aparecieron los cuatro miembros. Keith Moon, al centro, está sentado en una silla que dice textualmente, Not to be taken away (Para no ser llevado). Moon murió a las pocas semanas, dando inicio al desmoronamiento del grupo.

John "Rabbit" Bundrick, se ha ganado el afecto de todo seguidor de The Who. El tecladista tejano que, originalmente, trabajó con Pete en su proyecto de 1977 -a dúo con Ronnie Lane-, llegó a escena a principios de la siguiente década para trabajar en el disco Face Dances. Con excepción de un par de vacíos, Bundrick viene desempeñándose como fiel miembro de la banda. Ayer, aunque un poco asolado, hizo el trabajo correcto. Ha anunciado que dejará momentáneamente el puesto, para acompañar a su esposa Sue, quien se encuentra en delicado estado de salud.

"My Generation", es una de esas canciones que por más de lo que significó para los años sesenta, y de todos los derechos que tienen sobre el tema (por ser los dueños del mismo), los hace patéticos al verlos cantar. Ellos, que anunciaban que se matarían si llegaban a los treinta, como alguna vez dijo Daltrey, están ahora sobre los sesenta y la siguen cantando. ¡Pero qué bien suena! Alice Cooper, The Count Five, Manfred Mann, Gorky Park, Leo Sayer, Patti Smith, Sweet y Oasis, por ejemplo, son algunos que la han grabado.

Aunque nos hubiera gustado estar lejos de la (siempre odiosa) comparación, teniendo durante dos días a The Rolling Stones y The Who en el área, eso hubiera sido casi un imposible. Las amanecidas valieron, de sobra, la pena. Un sinsabor nos dejó la presencia de Lou Reed, el martes, en el Fox Theatre de Redwood City, la que pasó inadvertida por el alud de estos dos monstruos que, el lunes y miércoles, se llevaron la atención de la Bahía de San Francisco y sus alrededores. Sí, como apreciamos la noche de ayer, hubo gente que vino de lejos.

Esta vez, ganó el público. Y me felicito de tener, a cuatro mil quinientas millas de mi país, a tan buenos amigos peruanos (FOTOS: Adam George).

Javier Lishner
San Jose, California
9 de noviembre de 2006

Tuesday, November 07, 2006

IT'S ONLY ROLLING STONES... but I like it


Todo lo había previsto para no asistir a la presentación de the Rolling Stones en el McAfee Coliseum de Oakland. La gira A Bigger Bang, ya había tocado el área de la Bahía el año anterior y, por primera vez, desde hace casi dos décadas, habíamos prometido dejarlos en paz, por más cerca que estuvieran.


Mick es una persona que durante las semanas previas al inicio de la gira, durante esa etapa en que los músicos conviven mientras ensayan, está mayormente clavado a su computadora, la cual lleva colgada del hombro, prácticamente, adonde quiera que va.

Una imprevista llamada de Javier Moreno-Pollarolo, el popular
CacaoRock de la Internet, peruano, seguidor del rock, columnista del San Francisco Tribune, me hizo cambiar de planes. Casi, con las mismas, partí hacia el estadio de los A's, en donde, además, en septiembre último, había dejado mi huella cuando se presentó el Gigantour con Megadeth, Lamb of God, Opeth y otros ruidosos grupos. Aunque aquella vez, la experiencia sucedió en frente, en el McAfee Arena, su coliseo cerrado. En el estadio, donde estuvimos ayer, los había acompañado en sus excursiones de 1994, the Voodoo Lounge Tour, y 1997, Bridges to Babylon Tour.



Mientras Mick suele cargar con su computadora en un pequeño bolso, que más parece una cartera, Keith, en etapa de ensayos, suele cargar siempre su Jack Daniels. Pero no toma mucho. Además, fuma. Y cuando fuma delante de Mick, el cantante lo increpa haciéndole saber que ya son muchos años que le ha dicho cuánto le jode el humo en su cara. Keith, oliendo a cigarro, lo abraza y se disculpa. Al rato, Keith regresa con un cigarrillo en la boca, y se pone delante de Mick. Vuelve el humo, y vuelve a ser increpado por el vocalista. Keith lo abraza y se disculpa de nuevo. Y el mundo sigue dando vueltas.

En esta oportunidad, la fiesta era con los Rolling Stones. Ahí, nos esperaban dos boletos para estar, por octava vez (en seis diferentes giras), frente a Mick & the Boys. Detrás de ellos, la construcción del más grande escenario que hayan presentado desde su primera gira en 1964. Es el mismo que llegó hace un año al SBC Park de San Francisco (hoy AT&T Park), y que ya recorrió buena parte del mundo.

Ron, es un artista completo. Al lado de sus guitarras, en el estudio de ensayo, tiene pinceles y lienzos. Y cuando no hay música de por medio, dedica su tiempo a usarlos. Tiene muy buenas obras, las cuales se muestran en diferentes partes del mundo. Javier me contaba que Woody tiene una oficina en San Francisco. Por lo menos, en Union Square, su arte está al lado de originales de Picasso, Dalí y Rembrandt. Y, en la Internet, hay muchos lugares que venden sus obras. Gallery 319, es uno de ellos. En privado, su relación con Keith, es idéntica a la cual nos tienen acostumbrados a través de los medios. Juntos son como dinamita.




Hubo casi lo mismo de siempre. Y, eso es lo que más sorprende. Porque conforme pasan los años, a pesar de las arrugas, no dan su brazo a torcer. Claro, no hubo muñecas inflables como en 1989, pero, en su reemplazo, estuvo el inmenso logotipo de la lengua tan inflado que, durante "Honky Tonk Woman", parecía carnoso. Keith Richards no cantó "Happy", que es casi una costumbre, pero, como siempre, hizo dos; esta vez, "You Got The Silver" y "Connection". Keith cada día canta peor, y eso que nunca lo hizo bien.

Charlie, como se sabe, desde que Wyman se fue, es el más tranquilo del grupo. Pasa su vida en medio de su discreta batería. Habla poco, mira, sonríe de vez en cuando, y sigue trabajando. Ah! y siempre tiene a sus pies, un cajón peruano, el cual nunca utiliza.

Escuchamos las clásicas de siempre, columna vertebral en su lista de canciones: "Jumpin' Jack Flash" (precisa para el inicio del show a cargo de Richards), "Under My Thumb", "Sympathy For The Devil", "Paint It Black" y "Brown Sugar", por mencionar solo cinco. Interpretaron "Streets Of Love", del más reciente disco, A Bigger Bang, e hicieron una magistral versión de "Midnight Rambler", original del Let It Bleed. Y otras como "Bitch" del Sticky Fingers, "Tumblin' dice" del Exile On Main Street y "It's Only Rock and Roll", que, en 1974, marcó la despedida de "la era Taylor" (El guitarrista Mick Taylor anunció su separación del grupo a fines de ese año).


Jagger es amable y educado, lo que se hace notorio en cada una de sus presentaciones. Anoche, por ejemplo, mientras el telonero Van Morrison, el irlandés de "Brown-Eyed Girl" (que hizo a los 21) y "Moondance" (que hizo tres años después, en 1970), no dijo ni hola ni adiós, ni gracias, el vocalista de los Rolling Stones, a los 63, amén de cantar, tocar la guitarra y la armónica, y correr durante dos horas, se dio tiempo, primero, para disculparse por haber tenido que posponer un día su presentación en el área de la Bahía y, luego, para agradecer la presencia del respetable en esta parte de California. Mick, es siempre consciente que vive en un mundo civilizado. "We are civilized, here", le dijo en varias oportunidades a Jorge Muñiz, mi amigo con quien comencé en la radio hace varios lustros, y quien actualmente hace cine en Toronto. Jorge tuvo oportunidad de compartir con ellos los días previos a The Bigger Bang Tour.

Lo único que extrañé anoche, fueron los aperitivos a los que nuestra credencial nos daba derecho. Cuando nos dimos cuenta, Van Morrison había comenzado su presentación (en un pedacito del escenario), y la sala con antojos para la prensa ya estaba cerrada.

Javier Lishner
San Jose, California
7 de noviembre de 2006

Saturday, November 04, 2006

¡Ahí viene la plaga!
THE WHO vs. THE ROLLING STONES


El año anterior cuando tuvimos a Paul McCartney, The Rolling Stones y U2, durante la misma semana, en diferentes locales, pensamos que era una cuestión de coincidencia siendo residentes de un lugar al que, el rock, hace muchísimo tiempo le echó el ojo: La Bahía de San Francisco (a la que Grace Slick le cantó, "We built this city on rock an' roll" y otros, como Scott McKenize, le cantaron mucho antes).

Bill Wyman, Pete Townsend, Keith Moon y Charlie Watts. The Who y The Rolling Stones juntos durante el rodaje de Rock and Roll Circus, en 1968 (FOTO: Hulton Archive/Getty Images)

Pero, la próxima semana, la supuesta coincidencia dejará de serlo cuando, el lunes, actúen los Rolling Stones y, dos días después, The Who. Ambos grupos, formados la primera mitad de los años sesenta, considerados por los fans como pioneros del rock, londinenses, y con gran cantidad de composiciones en su haber, estarán por aquí con dos días de diferencia. Los Stones -quienes pospusieron su espectáculo de mañana para el día lunes-, actuarán en el McAfee Coliseum de Oakland; en tanto, The Who, lo hará en el HP Pavilion de San Jose, donde ya estuvo en alguna oportunidad, cuando el coloso tenía un nombre menos tecnológico (San Jose Arena, 1996), y Google no existía. Larry Page y Sergey Brin, recién se conocían en Stanford. Mientras que David Filo y Jerry Yang, de la misma casa de estudios, acababan de fundar, aquí en el área, una empresa de nombre Yahoo. Bueno, sigamos con lo nuestro: The Stones vs. The Who.

Roger Daltrey en Londres, durante la actual gira de The Who (FOTO: Hamish)

Durante su impresionante carrera, los dos grupos han perdido a algunos de sus miembros a través del tiempo. Los Stones, por ejemplo, perdieron a Brian Jones, guitarrista que, en 1969, fue encontrado muerto en la piscina de su residencia de Hartfield, en Sussex. Cinco años más tarde, Mick Taylor, el guitarrista que reemplazó a Jones, se alejó de la banda por inconformidad con la línea que seguían Jagger y Richards. Fue ahí cuando entró el carismático Ron Wood. Y, en enero de 1993, se le fue Bill Wyman, su bajista original, quedando el grupo reducido, por primera y única vez, a cuatro integrantes.
The Who, por su parte, en 1978, perdió a Keith Moon, su alocado baterista. A su muerte, fue reemplazado por Kenney Jones (ex-compañero de Ron Wood en The Faces). Posteriormente, el puesto de Jones fue asumido por su actual baterista de apellido Starkey (Zak), hijo del Beatle Ringo Star. Y, en junio de 2002, un día antes del inicio de su gira, en Las Vegas, sin avisar, se le fue John Entwistle, "The Ox", el bajista original, quien fue encontrado muerto de ataque al corazón, según el parte médico, por excesivo consumo de cocaína.

Mick Jagger, actuando en San Francisco en 2005, volverá con The Rolling Stones al Área de la Bahía (FOTO: Jose Luis Ramírez)

A pesar de las desavenencias, las dos banderas siguen flameando para alegría y bienestar de sus seguidores, y de los bolsillos de sus integrantes. Una acotación: Los Rolling Stones ya estuvieron en esta área durante la presente gira (A Bigger Bang World Tour). Actuaron en el SBC Park de San Francisco, en noviembre de 2005, teniendo a Metallica como telonero. Esta vez llegan con Van Morrison, el irlandés de "Gloria" y "Brown-Eyed Girl". The Who, en tanto, llega con su sempiterno acompañante, el tecladista John "Rabbit" Bundrick, quien en cualquier momento tendrá que abandonar la gira para regresar a cuidar a su esposa, quien se encuentra muy delicada de salud.
A los Stones los hemos visto siete veces, en seis diferentes giras; a the Who, solo tres (incluida la presentación de su ópera prima, Quadrophenia). En esta oportunidad, está previsto que los dejaremos en paz.


Javier Lishner
San Jose, California
4 de noviembre de 2006

LA NOCHE DE MÖTLEY Y AEROSMITH

Aprovecho para traerles un par de instantáneas del concierto de Aerosmith y Mötley Crüe, acontecido el último jueves, 2 de noviembre, en el Shoreline Amphitheatre.

En las fotos, que pertenecen a Juan Zeña, aparecen Steven Tyler (Stephen Victor Tallarico), de 58 años de edad, y Joe Perry (Anthony Joseph Perry), de 56, cantante y guitarrista de Aerosmith, respectivamente. También está Vince Neil (Vincent Neil Wharton), de 45, vocalista de Mötley, todos, en plena faena en Mountain View, California.






Con este espectáculo de más de tres horas, se cerró la temporada anual del recinto de la Bill Graham Presents, importante parada en el circuito rockero mundial.

Javier Lishner
San Jose, California
4 de noviembre de 2006