Una calurosa mañana de enero de 1985, decidí hacer relaciones públicas desde mi hotel, el Luxor Regente, en Rio de Janeiro. A unas cuadras de ahí, en la misma avenida Atlântica, estaba el Copacabana Palace, belleza neoclásica creada por el arquitecto francés Joseph Gire, en donde se encontraban hospedadas algunas de las figuras internacionales que habían llegado a la antigua capital brasileña con motivo del mismo evento al que yo había ido.
Recuerdo que entre los que ahí se metieron estaban los integrantes de AC/DC, Iron Maiden, Ozzy Osbourne, Queen y Whitesnake. Era, justamente, este último, a quien habíamos seleccionado, desde nuestra habitación del piso 8, para hacer nuestro trabajo. Y es que el cantante y fundador era David Coverdale, el famoso ex-vocalista de Deep Purple, nuestro grupo favorito.
Coverdale fue aquel que, en 1973, resultó, de la noche a la mañana, en el reemplazante de Ian Gillan. Aún recuerdo la angustia que me causó la noticia de la salida de Gillan y su ex-compañero de Episode Six, Roger Glover, de la banda que completaban el irascible Ritchie Blackmore, el tecladista Jon Lord, y el baterista Ian Paice. Sus discos fueron mágicos. In Rock, Machine Head y Made in Japan, son piedras angulares de la historia de la música popular. Pero, el chupo explotó inmediatamente después del lanzamiento del álbum Who Do We Think We Are? Y, Gillan y Glover, se fueron.
Glenn Hughes era un prestigioso bajista y cantante que había recorrido extensamente Europa y los Estados Unidos, como parte de un trío inglés llamado Trapeze. Fue invitado a Deep Purple para cubrir la plaza dejada por Glover. Sin embargo, el mayor problema era el vacío dejado por Gillan. Reemplazar al cantante ha sido siempre tarea difícil.
Leí hace muchos años, en la historia de Deep Purple, enciclopedia que me fue obsequiada por Juan Alberto Mata (hoy, Gerente General de Laser Disc Costa Rica), que el grupo no tuvo mejor idea que colocar un anuncio de periódico en busca de un vocalista. Lo hizo en el Melody Maker. Fue así como llegó un desconocido de nombre David Coverdale, quien, a su vez, tampoco sabía de qué grupo se trataba. Todo lo que se conocía de Coverdale era que había formado parte de varias bandas pero no había hecho nada importante, amén de vestirse de pavo para sus presentaciones locales.
Lo cierto es que, con la llegada de Hughes y Coverdale, Deep Purple se embarcó en su siguiente grabación que llevaría por título Burn. Muy pronto, esta nueva versión de Deep Purple, conocida como Mark III, participaría en el California Jam del 6 de abril de 1974, en el Ontario Motor Speedway. ¿Estaba preparado Coverdale para eso?
Junto a Deep Purple, conformaban la cartelera los no menos famosos Black Sabbath, Emerson, Lake & Palmer, Seals & Crofts, Black Oak Arkansas, Rare Earth, Eagles y Earth, Wind & Fire. La particularidad de este festival para Deep Purple era que iba a ser casi la despedida de su Tour estadounidense de 1974, del álbum Burn. Además, cubrir la plaza de Gillan no era cosa fácil para un muchacho inexperto de 23 años. Hughes, por el contrario, andaba suelto de huesos apoyando a su nuevo compañero de escena. Lo malo para él (Hughes), es que sus cualidades vocales pasaron, de momento, a un segundo plano.
La habilidad y personalidad del guitarrista, una vez más, opacó a su propia tripulación, incluido el nuevo cantante. Sin duda alguna, esa fue la tarde de Ritchie. Coverdale cumplió, y quedó demostrado en el DVD que salió 32 años más tarde, en 2006, titulado Deep Purple - California Jam.
Hughes, el bajista, vestido con saco, pantalones acampanados y zapatos de plataforma muy de la época, hizo lo que pudo por el ala derecha, mientras que Blackmore hizo de todo por el otro costado. Podría pensar que el gran arco iris que sirvió de escenografía para todo el evento, fue el primer halo de luz para el ulterior proyecto de Ritchie llamado, Rainbow, el que iniciaría al año siguiente. Muy a pesar de que la historia oficial diga que el nombre lo sacó de un Bar & Grill de Hollywood, en donde Ritchie pasó tiempo reclutando a los miembros de su próximo grupo que, a la postre, resultaron siendo, todos, integrantes de Elf, la banda neoyorquina en la que cantaba un bajito llamado Ronnie James Dio.
Durante el show, Blackmore –que no estaba de muy buen humor desde antes del mismo- había pedido a los camarógrafos de la estación ABC que no se le acercaran mucho. Y lo había pedido más de una vez. Estos, no le hicieron caso. Pues el siguiente que le acercó la cámara, pagó los platos rotos. Y, fue mucho más que platos. En un momento del show, Blackmore utilizó su Fender como instrumento de defensa y la estampó en la cámara sin pedir permiso. Y lo hizo cuatro veces. La estocada final fue directamente al lente. Quedó registrado. El público que vibraba con las notas de una larguísima versión de "Space Truckin’", tan larga como la original del disco, en la confusión, simplemente, aplaudió al violero. Acto seguido, Blackmore siguió desmoronando guitarras y, de pronto, llegó una explosión de los amplificadores. El escenario se convirtió en un infierno pero el hecho, desde ese preciso instante, se convertía en leyenda.
California Jam 74.
Ya con la sangre caliente, me levanté de mi cama, tomé mi credencial de prensa y mi grabadora, y salí raudo rumbo a destino. Mientras caminaba, con la arena y el mar a mi diestra, y el Corcovado allá arriba a mi izquierda, iba pensando en las preguntas que, de tenerlo en frente, podría hacerle a Coverdale. Si alguna vez estuve ante Mick Jagger, porqué no frente a éste, pensaba yo. Después de todo, los recepcionistas del hotel me habían confirmado que el cantante de Whitesnake se encontraba en la sua habitaçao. Bueno, al menos hasta hoy, quiero seguir creyendo que los recepcionistas sabían quién era el cantante de Whitesnake o, por lo menos, qué era Whitesnake.
Cuando llegó el ascensor, mi alma volvió a su cuerpo. Me había salvado de lo que -según yo- pudo haber sido una paliza; terminando yo como culpable, y el supuesto agresor, inmune. Lo había visto actuar y su figura era el doble mío, casi por todos los frentes, incluido el pelo (Hoy, podría asegurar que por lo menos le gano en cintura).
Esos segundos, mientras el ascensor descendía, fueron eternos y colmados de una suerte de rabia y frustración, ira, no sé. No estaba preparado para una eventualidad así, aunque tampoco lo había intentado antes. Empezaba a aprender lo que iría a hacer diez años más tarde, cuando llegué a California: no tocar timbres sin antes anunciar la visita. Pero aquella vez, falto de experiencia y lleno de ilusiones, lo hice.
A Coverdale lo vi al día siguiente al frente de Whitesnake con el gran Cozy Powell en batería y el buenito de John Sykes, en guitarras. El show fue imponente. Sykes había sido parte de Thin Lizzy y amigo de Phil Lynott, y, luego de las funciones de Rio, empezaría a armar su propio grupo, Blue Murder -con Tony Franklin y Carmine Appice-, el cual difundí cuatro años después mientras estuve en la televisión. De haberlo sabido. Feliz día, David.
Javier Lishner
San Jose, California
22 de septiembre de 2006
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