Monday, May 29, 2006

Desde el aire
IMBORRABLES IMÁGENES DE LOS DÍAS FELICES


El 12 de junio de 1976, en el JFK Stadium de Philadelphia, Yes, con sus teloneros Peter Frampton y Gary Wright -el intérprete de "Dream Weaver"-, logró lo que se ve en esta imagen aérea.


Un año después, el 4 de junio de 1977, en el estadio Soldier Field de los Chicago Bears, Emerson, Lake & Palmer, junto a otros invitados, entre ellos, Foghat -los intérpretes de "Slow Ride"-, lograron este impresionante conglomerado visto desde el aire.

Por aquellos años ya había aparecido el punk rock, y, el rock progresivo, daba sus últimos manotazos antes de que bandas como The Ramones, Sex Pistols y The Clash, terminaran de quitarle para siempre su corona. El rock y sus ciclos no perdona.

Javier Lishner
San Jose, California
29 de mayo de 2006

Sunday, May 21, 2006

WOODSTOCK: 20 años después

En agosto de 1989, se celebraban los primeros veinte años de Woodstock Music & Art Fair, el evento que marcó a toda una generación en favor de la paz y el amor. Por primera vez se empezaba a mostrar material nunca antes visto, el que, por supuesto, fue ampliándose con el paso del tiempo. Aquella vez, tuvimos la oportunidad de escribir sobre los hechos del 69 -ocurridos en ese rancho de Bethel-, en el hoy desaparecido semanario peruano Oiga. Aquí la nota.


"Esta es la más grande multitud jamás reunida en la historia de la humanidad. Y está tan oscuro que no logramos vernos unos a otros. Entonces, cuando yo cuente hasta tres, quiero que todos ustedes enciendan un fósforo". El presentador John Morris esperó algunos segundos para que las personas buscaran fósforos. Después de un rato comenzó a contar, y, cuando dijo el número mágico, una luz sorprendente iluminó la noche. La emoción y la impresionante belleza de la escena fue profundamente chocante. Que ese fue el origen del ritual de encender fósforos en los conciertos, no es verdad. Pero aquello dejó bien claro que, ese momento, marcó el nacimiento de una nación: La Nación Woodstock.


- Robert Santelli en Aquarius Rising, The Rock Festival Years (1980)

Corría el mes de agosto de 1969 y, entre los días 15 y 17, Bethel fue testigo de la más importante concentración humana provocada por un evento musical. Aquella apacible localidad neoyorquina, vio llegar en esos días a cerca de medio millón de personas con la intención no sólo de apreciar a más de treinta grupos y solistas del rock sino de adherirse, con su presencia, al movimiento de liberación de los jóvenes bajo el lema "Peace and Love", frase surgida de los hippies, emanados de San Francisco a mediados de la década del sesenta.

En efecto, fue en esa la localidad en la que Max Yasgur, un hombre de 49 años, tenía una granja de 600 acres de terreno, la que, finalmente, sirvió para cobijar a decenas de millares de personas que se reunieron teniendo como marco tres palabras: PAZ, MUSICA y AMOR. Fue Woodstock, precisamente, el evento que permitió la inmortalidad dentro del panorama rockero a los más de treinta grupos y solistas que ahí se presentaron.


Mostraron su arte aquellos días de hace veinte años, Santana (¡Viva Santana!), Richie Havens, Canned Heat (de los desaparecidos Bob Hite y Al Wilson), Jefferson Airplane (hoy, Starship), Blood, Sweat & Tears, Creedence Clearwater Revival (de John Fogerty), Arlo Guthrie, Quill, Johnny Winter (el blanco del blues), Country Joe & The Fish, Tim Hardin, Joe Cocker (con una ayudita de sus amigos), Keef Hartley, Paul Butterfield Blues Band, Ravi Shankar (el indio del Concierto para Bangladesh), The Incredible String Band, Sly (El Trovador) & the Family Stone, The Grateful Dead, The Who, Joan Baez, The Band, Bert Sommer, Melanie, Ten Years After (de Alvin Lee), Mountain (el trío sucesor de Cream), Sweetwater, John Sebastian, Sha Na Na, Crosby, Stills, Nash & Young (aún en el camino) y los imperecederos Jimi Hendrix y Janis Joplin, ambos fallecidos en 1970.

Esta pléyade de estrellas, unas desde antes y, otras, encumbradas después del festival, había convocado a tal cantidad de gente, que el segundo día se tuvo que declarar el evento como un festival libre. Es de destacar que el ambiente de fiesta y hermandad no se detuvo ni con la torrencial lluvia que cayó el día 16.

Durante aquellas 72 horas se movilizó más de veinte cámaras y se filmó alrededor de ochenta horas, de las cuales solo se utilizaron tres para la realización de la película dirigida por Michael Wadleigh y producida por Bob Maurice. El filme se estrenó en 1970 y, ese mismo año, ganó el Premio de la Academia al mejor documental.

Por otro lado, se grabó más de 64 cintas (como para editar unos 50 discos), sin embargo, sólo aparecieron dos álbumes: el triple, en 1970, y el doble, lanzado dos años después.

El Festival inspiró a Joni Mitchell, quien compuso "Woodstock" (tema original de la película y que luego fue grabado por Crosby, Stills, Nash & Young) y, Eric Burdon (de The Animals), quien escribió "Up in Woodstock". Por su parte, el trío neoyorquino Mountain inmortalizó "On Yasgur's Farm", en homenaje al dueño de la granja, quien, febrero de 1973, moriría a los 53 años de edad.


Finalmente, durante los tres días de paz, música y amor, hubo tres muertos, dos nacimientos y cuatro abortos. No se recuerda conflicto alguno a excepción del protagonizado por el temperamental guitarrista de The Who, Pete Townshend, con el líder yippie Abbie Hoffman.


HOY, VEINTE AÑOS DESPUÉS
Woodstook, que para muchos fue el pináculo de una generación y, para otros, el nacimiento de una nación, será recordado este año en infinidad de lugares como el evento musical del Siglo 20. Volverá a las pantallas no sólo a través del celuloide sino, además, vía televisión, por medio de un especial de 50 minutos llamado Woodstock Minutes. En dicho telefilm, preparado especialmente para la ocasión, aparecen imágenes inéditas extraídas de los archivos de la Warner Brothers. Asimismo, se podrán apreciar entrevistas a casi 30 participantes en el acontecimiento.


La película será transmitida, a razón de una hora diaria, del 15 al 17 próximo, por la Cadena MTV. Por ahora, ya se editó dos discos compactos con el material lanzado a principios de los setenta. Y las publicaciones Rolling Stone y Life, preparan ediciones especiales para esta celebración. En los Estados Unidos ya se lanzó varios libros dedicados al gran acontecimiento musical y se esperan muchos más para este mes.

EPÍLOGO
A veinte años de Woodstock, se traen al presente tres días en medio de una de las épocas más turbulentas de la historia. La Nación Woodtsock, la utopía hecha posible, un presagio de la era de Acuario, es un tributo a la hermandad, al rock, y a la generación que vivió aquello. La leyenda que muchos se llevaron a la tumba, y que se hizo realidad durante esos tres días de paz y amor, lluvia, fango, incomodidad, muchedumbre e interminable música. Es la prueba más tangible de que los humanos podemos unirnos civilizadamente a través de esa tantas veces castigada, pero, a la vez, tan querida palabra de cuatro letras llamada ROCK.

Javier Lishner
Lima, Perú
Agosto de 1989

Saturday, May 20, 2006

GERARDO MANUEL: Oda al Maestro

Recuerdo con agrado cuando andaba en la primaria y regresaba a la casa corriendo. Tras un breve paso por el baño, donde me hacían lavar las manos, subía a mi dormitorio a encender mi pequeño radio a transistores. Allí escuchaba La Hora Pirata, mi programa favorito. Aquel radio que heredé, había sido un regalo de la tía Lola a mi padre después de un viaje a Panamá. Y a la vez sería el punto de partida de un sinnúmero de experiencias.

No, no estábamos discutiendo. Solo le estaba tratando de explicar algo. 1993 (FOTO: Víctor Becerra/Archivo Perú Rock).

Por aquellos días de los setenta, La Hora Pirata se transmitía desde la señal de Radio Miraflores, "la radio chiquita de corazón grande", en los 1250 de la Amplitud Modulada, que era lo único que se escuchaba por aquel entonces. Al menos, en la capital peruana.

Su conductor era Gerardo Manuel, quien había sido cantante de varios grupos pioneros del rock local desde la década anterior (Los Dolton's, Los Shain's, Pepper Smelter, El Humo). Tiempo después, me enteraría que además era un destacado ejecutivo discográfico. La Hora Pirata, que de pirata no tenía nada, era un espacio dedicado exclusivamente al rock que no se escuchaba en las programaciones diarias de las emisoras comerciales, incluyendo la misma Radio Miraflores.

Eran días en que el Perú vivía una dictadura militar pro-soviética que no permitía la importación de discos, principalmente, venidos de los Estados Unidos. Por lo tanto, los que éramos benjamines en las lides del rock teníamos que contentarnos con lo que producían las discográficas locales. Y en eso Gerardo Manuel también fue un gran impulso. En 1973 salió al aire en televisión, bajo su conducción, el programa Hola Patas.

La admiración por quien conducía tan original programa iba in crescendo. Así, con el apoyo de la revista europea Pop y, luego, la argentina Pelo, iniciábamos (a lo lejos y en silencio) nuestros pinitos en la industria de la música popular.

Varios años después, en 1980, finalmente, me tocó conocer (en la misma radio) al tan popular Gerardo Manuel. Una persona sencilla aunque temperamental. Muy buen tipo pero un poquito loco, pensaba en aquel entonces. Pero parecía un loco bueno. Después de todo, no por gusto transmitía esa música que mi padre, a su manera, llamaba "de locos" (Black Sabbath, Focus, Warhorse, Alice Cooper, Deep Purple, Aphrodite's Child).

Un buen día, ese mismo año, la gerencia de la radio ubicó mi programa a continuación del clásico espacio de Gerado Manuel. Para ese entonces, Gerardo, como lo llamábamos en confianza, era también un popular personaje de la televisión y pionero en la transmisión de video clips (a través de Disco Club). Verdaderamente, un multifacético en el campo del entretenimiento.

Mi Reunión Acústica se iniciaba a las nueve de la noche, inmediatamente después de su exclusivo programa. Como quiera que eran mis primeros pasos, trataba de estar antes de las ocho en la emisora para verlo preparar sus audiciones. Seguía tocando locuras, pero locuras buenas que a mí, por ser nuevo, no se me permitía. Afortunadamente, eso cambiaría con el tiempo... Cada programa radial de Gerardo (quien me llamaba Robotito, en homenaje a mi dureza frente al micrófono) tenía algo distinto, cada emisión era diferente. Cada salida al aire era un show per se. Allí aprendí cuán importante era la creatividad en los medios de comunicación. La radio es la autopista preferida de nuestra imaginación, aprendería más tarde. Y claro, algunos (como Hugo Salazar) le sacaban más provecho que otros. También, el buen Dennis Alberto Contreras, el Randy Calandra del pueblo, fue otro que por esos años supo utilizar muy bien esa arma. Y, en eso, en la grandeza de nuestra imaginación, la mayoría de las veces, radica el éxito. Los flojos, no llegan muy lejos. Y nunca ví flojear a Gerardo. Jamás.

Durante los siguientes años tuve oportunidad de trabajar algunos proyectos con él y siguió siendo la misma persona, responsable, cumplida y entregada de lleno a su carrera. ¡Qué duda cabe!

En julio de 1985 fue puntal del disco para los niños huérfanos de Ayacucho, cuyas regalías fueron a casas-hogares en Huanta, Huancapi y Tambo. Unos años después, cuando, junto a CATS Producciones, organizamos la Fulbitón 88 (para beneficiar a los niños del Puericultorio Pérez Araníbar), Gerardo volvió a decir presente vistiendo la casaquilla de la emisora a la que había vuelto, Radio Miraflores.

Por ese entonces Los Grandes Momentos del Rock (GMR), cuyas iniciales por esas paradojas que tiene la vida eran las mismas que las de su nombre (Gerardo Manuel Rojas), se convirtió por los mismos motivos en un espectáculo semanal impecable y exitoso. Los GMR eran un par de horas de rock interpretado con músicos tan profesionales como él; como Enrique "Pico" Ego Aguirre, su ex-compañero en Los Shain's.

El 26 de febrero de 1994, unos tres meses antes de mi partida a California, lo ví por última vez. Ambos formábamos parte del Jurado en el Tercer Concurso Nacional Juvenil de Música Moderna organizado por el Municipio de Miraflores, cuyo alcalde era Alberto Andrade Carmona, futuro alcalde de Lima.

Todo lo demás de su carrera, lo he seguido (a la distancia) a través de la Internet. ¡Qué viva el rey del rocanrol en el Perú! Y por todos los años del mundo. ¿Alguien dijo que no?

Javier Lishner
San Jose, California
20 de mayo de 2006

NOTAS RELACIONADAS:
- GERARDO MANUEL Y SU BLOG
- En Lima, LOS SESENTA DE GERARDO MANUEL

Thursday, May 11, 2006

La visita de Jon Anderson
CRÓNICA DE UNA NOCHE DE INVIERNO

Reencuentro con Jon, en mayo de 1993, ocho años
después de haberlo visto con Yes en Brasil



A las dos de la madrugada del sábado Jon Anderson pisó tierra peruana y, cuarenta minutos después, abandonaba el aeropuerto internacional Jorge Chávez. Ese fue el punto de partida para un día lleno de actividades que realizó el vocalista de Yes. Y, Telecolor, estuvo con él.

LA CONFERENCIA

A las cuatro de la tarde del sábado muchos confirmamos que Anderson llegaba al Perú por primera vez. Los rumores acerca de supuestas anteriores visitas quedaron solo en eso. "Me siento muy contento de estar en esta parte del mundo... He esperado quince años para realizar esta gira... Quiero volver a Sudamérica con todo el grupo (Yes)... Antes de fin de año volveremos a unirnos con Chris (Squire), Alan (White), Tony (Kaye), Trevor (Rabin) y Rick (Wakeman)... La música está flotando en el aire, solo es cuestión de tomarla e integrarla... Me siento muy bien con mi banda actual en la que, a excepción del teclista, todos son músicos latinos...", fueron algunas de las respuestas que dio Anderson en la reunión de prensa que organizó Phantom, la empresa promotora. El británico fue muy accesible y atento.

EL SHOW
La aparición de Anderson en escena fue muy bien recibida por el público que, cinco minutos después, al oír su voz disfrutó de una real algarabía. Comenzó a las 22:17 horas, luego de la presentación de Expresión Huayanay, grupo folclórico peruano que, a decir verdad, pasó desapercibido. Sonido de truenos y relámpagos fueron la atmósfera de bienvenida a este espectáculo que comenzó muy espacial. Y claro, es la música que actualmente está haciendo el vocalista fundador de Yes.

"Italian Song" fue el comienzo de una serie de temas, conocidos y otros no, que integraron el espectáculo de dos horas de duración. Le siguieron "If It Was Not For Love", "Hearts", "And You And I" -el primer gran impacto musical- y un solo de guitarra a cargo del uruguayo Freddy Ramos. Luis Pérez, el percusionista mexicano, ya había realizado el suyo con una previa presentación de Mr. Anderson. Pérez demostró su gran habilidad y conocimiento en la gran variedad de instrumentos autóctonos que domina.

El octavo número fue un medley netamente latino en el que Deborah -su hija- y la norteamericana Nina Swan, lo acompañaron en la voz y con danza. Le siguió "Time And A Word" y "Soon" -clásicos de su grupo- para continuar con un solo de Deborah que nos hizo recordar por momentos a la hindú Sade. La morena hija de Anderson se lució con un tema muy bien interpretado. "Shine" fue el previo para uno de los momentos más celebrados por la platea: "Owner Of A Lonely Heart". Aunque la versión fue totalmente latinizada el público la recibió muy bien, y convirtió el recinto en un auténtico salsódromo. El momento fue preciso para entregar "State Of Independence". Mas tarde, "Song For The Hope" hizo lucir nuevamente a Luis Pérez quien, con su instrumento (y espíritu), le da un estilo muy especial a lo que hoy hace Anderson. El momento cumbre llegó cerca de las doce de la noche cuando se escuchó la primera nota del clásico "I've Seen All Good People" y creo que fue el instante más celebrado del show. Para irse, algo del Big Generator, "Love Will Find A Way", también, muy aplaudido. Anderson se despidió agradeciendo a cada uno de sus acompañantes y prometiendo volver con Yes. Obviamente, la platea, no dejó de gritarle hasta que regresó para hacer su última canción acompañado del teclista Keith Heffner. "One More Time" -de la época de Vangelis- fue el adiós definitivo (Parece que Yes llegará a Sudamérica en 1994).

FRÁGIL – PERÚ

Un sabor muy amargo quedó en las filas del grupo peruano más importante y representativo del rock. Frágil tuvo la noticia de la cancelación de su espectáculo cerca de las seis de la tarde. A excepción del cantante Dulude, el grupo en pleno se encontraba en la habitación signada con el 651. Vanos furon los intentos por convencer de que el grupo se había preparado y -según contrato- debía tocar. Aunque el mismo Anderson comprendió la situación, no pudo hacer nada por nuestra banda. El problema era de índole técnico y escapaba a sus decisiones, nos dijo. La última opción que fue la de actuar luego de Anderson fue desechada por el responsable de los equipos de sonido e iluminación. Fue una muy mala onda. ¿Falta de previsión o qué? No debe repetirse.

ENTRETELONES
El avión que trajo a Anderson, llegó de Sao Paulo a las dos de la madrugada y, recién después de cuarenta minutos, el vocalista pudo cruzar la puerta de salida del aeropuerto. Firmó solo un autógrafo y fue fotografiado hasta que subió a la limusina plateada que lo llevó al hotel... Cerca de veinte minutos después descendió del automóvil en el que iba acompañado de Paul Silveira, su Manager, un señor. Muy poca gente lo esperó en la puerta del hotel. Saludó, se dejó fotografiar y se despidió... En la mañana salió de compras al Mercado Indio de la avenida La Marina y Chachi Luján hizo de traductor. Fue muy cordial con la gente que ahí lo reconoció... Regresó pasado el mediodía para prepararse para la rueda de prensa pactada a las dos... Cerca de las 15:30 horas atendió a periodistas y reporteros gráficos, algunos de los cuales se retiraron cansados de esperar. Respondió con humor y, terminada la reunión, se fue a la prueba de sonido donde las cosas no estaban listas. Subió a su habitación y, a las seis de la tarde, nos recibió junto a la representante de prensa de Frágil en la suite 1656. Luego, y semi-mortificado por no poder realizar su clásica prueba de sonido, se fue a descansar... A las diez de la noche salió del hotel rumbo a la Carpa y, diecisiete minutos después, comenzó su espectáculo... En la madrugada, después del show, se quedó en su habitación con algunas amistades y compañeros de grupo, cantando uno que otro tema latino. A las 11:30 horas del domingo, volaba rumbo a California. Su gira latinoamericana había concluído.

Javier Lishner
Lima, Perú
Mayo de 1993