Friday, August 15, 2008

A un año de la tragedia
LOS TERREMOTOS, VULNERABLE REALIDAD


Nunca podré olvidar aquel 31 de mayo, el día que se inauguraba el Mundial de México 70, con un encuentro entre el país anfitrión y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuando la tierra de Lima tembló fuertemente. Eran las 3:30 de la tarde. La natural salida a la calle me dejó grabados dos inolvidables momentos: La torre de la iglesia de enfrente moviéndose literalmente de lado a lado, y, el general Morales Bermúdez, vecino de enfrente y futuro presidente del país, a alta voz, desde la otra acera, pidiendo la calma a todos nosotros.


En esos precisos momentos, nuestro futuro era incierto. Terminado el remezón, se supo que el epicentro había sido en Huaraz, a 400 kilómetros de la capital, en donde nosotros estábamos. El resultado final fue, aunque nos quebrante decirlo, ochenta mil muertos y varios miles de desaparecidos. Aquel, no fue un movimiento telúrico más. Llegó con un aluvión, entre Ranrahirca y Yungay, que sepultó a toda una ciudad... para siempre.

Cuatro años antes, el 17 de octubre, pasado el mediodía, la tierra también había temblado en Lima. Estábamos en clase y tuvimos que salir corriendo a los patios. Y de ahí, cada alumno a esperar a que lo recogieran para regresar a su casa. A la mañana siguiente aprenderíamos que cada vez que la tierra temblara, debíamos meternos debajo de la carpeta (hoy, sería un imposible para algunos de nosotros). Uno de los fluorescentes de la sección "B", amaneció torcido 90 grados a causa del movimiento. Hubo una historia de que un ladrillo le cayó a un alumno de 2do. año de primaria, sin mayores consecuencias. Ese terremoto de 6.3 grados en la zona costera del Perú causó 100 muertos, muchos heridos, y graves daños materiales. Aquel sismo destruyó, por ejemplo, la Casa de San Judas Tadeo -después de un siglo de su inauguración- en el puerto del Callao.


“Yo no lloro por ti, Yungay, mi bella,
porque sé que saldrás de mi ceniza...
Y contigo los pueblos marcharán a la vida,
construirán cantando sus casas invencibles,
construirán cantando sus sueños invencibles,
sus sueños invencibles,
como el tuyo,
Yungay, mi flor quebrada,
Yungay, mi flor dormida bajo la nieve negra”

- César Calvo, poeta.


Con esas dos experiencias, íbamos creciendo en una zona que, luego, entenderíamos que era sísmica. La historia nos hablaba de un gran movimiento ocurrido en el Perú, en 1940 (de 8.2 grados en la escala de Richter). Pero, siguiendo el intervalo de los mundiales de fútbol, primero con el de Inglaterra en el 66, y luego con el de México en el 70; cuatro años más tarde, la naturaleza volvió a apuntar hacia territorio peruano y, en la capital, otra sacudida nos hizo salir corriendo de casa. Era jueves y en el Perú andábamos de vacaciones cortas. A menos de tres meses de la final del Mundial de Alemania 74, el 3 de octubre, el movimiento, de magnitud 7.5 en la escala de Richter, sacudió Lima causando un tsunami frente a las costas del Callao, inundando fábricas, y destruyendo cultivos. Recuerdo un paseo familiar por Barranco, el tan tradicional e histórico distrito, que nos dejó grabadas imágenes de casonas destruídas y escombros, entre otros desórdenes más. Pero, tras cada ensañada de la naturaleza, allí estábamos los estudiantes, niños y jóvenes de toda condición, ayudando con nuestras respectivas familias a los más damnificados. Recolección de víveres, ropa, carpas y material de campaña... medicinas.




Un momento de silencio.

Hace un año, la naturaleza volvió a enfrentarse al Perú, con un nuevo sismo en las localidades del sur, con epicentro en la ciudad de Pisco. No desapareció tanta gente como en 1970, pero, para quien pierde a un familiar, qué importancia tienen los números. Por lo que leo desde lo lejos, incluyendo los comentarios de mi amigo Gastón Medina, quien nació y reside en Ica, la ayuda a los damnificados parece que no ha calado mucho. Fuera de los anuncios populistas, por un lado; de los malos manejos, por otro; y de la politiquería barata, de parte de los que aprovechan desgracias para llamar la atención, hay gente que aún espera esa mano segura y sincera que, algún día no muy lejano, pudiera hacerle sonreír nuevamente. Ni el Estado ni el gobierno, tuvieron la culpa. Aunque es su deber liderar la reconstrucción. Aún hay tiempo. En situaciones como estas, los errores del pasado, antiguos o recientes, hay que dejarlos de lado.

Auguro buenas noticias, por el bien del Perú y de los peruanos damnificados.

Javier Lishner
Santa Clara, California
15 de agosto de 2008


4 comments:

Javier Vasquez L said...

Que rapido...un año, si, ya hace un año en los que viví los peores 2minutos de mi vida.......:

Felizmente estaba con mi familia, recien llegaba del trabajo, eran las 6:43, y comencé a jugar con la camara de fotos flasheando a mis hijas, de repente comenzó a temblar todo. El problema es que todos los temblores en Lima no pasan de 20 o 30 segundos, pero; a los 20 segundos comenzo a ser realmente violento. Pude bajar las escaleras del segundo piso, con mi bebe de 1 mes de nacida, mi esposa bajaba con mi hija de 6 años. TODO temblaba horizontal y verticalmente.

Frente a casa hay un parque en donde todos los vecinos salian gritando y llorando, pasaba el minuto y aun todo se seguia moviendo violentamente....muy fuerte!!!...En el cielo se vio una luz realmente muy intensa, muchos dicen que fueron rayos, otros dicen que fueron cortocicuitos de las torres de alta tension.....y luego: se fue el fluido electrico en toda la zona....la tierra seguia moviendose violentamente.....ya era casi minuto y medio y regresaba la electricidad, regresaba como uno ve en las peliculas: cuando todas las casas y postes se encienden seguidas.....la tierra seguia temblando....yo, con mi hija en brazos pensaba: A que hora termina? Maldita sea, de esta no salimos! a que hora se abre el piso?....poco a poco fue terminando, despues de 2 minutos....regresaban las cosas casi a normalidad.....las piernas temblaron mucho tiempo mas...

Toda la noche, madrugada, se repitieron las replicas, de menor intensidad, pero, horrible.....sinceramente NUNCA en mi vida pense vivir esta experiencia, por lo violento y duradero, muy, pero muy dificil de explicar...no se lo deseo a nadie.

Coincidencias de la vida: En el terremoto del 70 yo tenia un mes de nacido. En el del año pasado, mi hija tambien tenia un mes.

Javier Lishner said...

Wow! Vaya coincidencia. Ya no tengas más hijos pues Javier... jaja.

Interesante relato de tu propia experiencia.

Saludos,

JL

urpi said...

Hola Javier:
Un gusto saber que estas por estos lares... me ha encantado encontrar tu blog, especialmente tus notas acerca del rock peruano. Me perdi el sismo del 2007 por unos dias (estuve en Lima hasta el 10 de Agosto). Comentando con mi familia en Lima, estuvimos recordando (masoquistamente) sismos pasados... El terremoto del '70 fue un domingo por la tarde, pero el del '74 fue un jueves por la manana (9:30, creo), y la mayoria estabamos de vacaciones escolares trimestrales. Me conto un amigo del San Luis Maristas de Barranco que una pared de adobe se vino abajo en un patio de recreo - probablemente las vacaciones evitaron una tragedia mayor.
Enfin, es interesante como recordamos algunas cosas y otras simplemente se evaporan...
Saludos y muchos exitos,

Urpi
Oakland, CA

Javier Lishner said...

Hola Urpi:

Claro que cuando la tierra tembló en Lima en 1974 era jueves. Fue el 3 de octubre. También creo haber escuchado en aquella época lo del San Luis de Barranco.

Gracias por el aporte en la nota.

Saludos,

JL