Sunday, August 03, 2008

3 DE AGOSTO DE 1980

Entre los meses de junio y julio de 1980, en Radio Miraflores de Lima, hubo un concurso de "nuevas voces". El encargado de la actividad era el popular disc jockey y locutor Enrique Llamosas quien, por esos días, mantenía sus dos clásicos programas vespertinos: Música para la juventud y La hora del recuerdo; ambos, por las ondas de los 1,250 Kilohertz en Amplitud Modulada.


Una noche, llegando un poco tarde a casa, luego de estar con los amigos, encendí la radio como para quedarme dormido. Como nunca, por lo menos hacía tiempo, me quedé con Radio Miraflores. La sorpresa fue que, casi de inmediato, un anuncio me llamó la atención. Llegaba con la voz de Pedro Roncallo, el locutor fundador de la emisora miraflorina y quien identificó a la radio a través de los años. El señor Roncallo, a quien en poco tiempo, sin saber, lo comenzaría a llamar "don Pedrito", hacía un llamado a jóvenes de determinada edad, sin experiencia en esos menesteres, y con ganas de convertirse en nuevo miembro del staff de "la radio chiquita de corazón grande".

Lo que el anuncio decía, lo tuve que volver a escuchar en treinta minutos para asegurarme de que "mis cualidades" y "mi experiencia" coincidían con los requisitos solicitados por el señor Roncallo. Y, antes de quedarme dormido, escuché nuevamente el aviso.

A la mañana siguiente, y sin decir nada en casa, me preparé para ir a la radio. En ese entonces, Radio Miraflores quedaba en el 592 de la calle Alcanfores, dirección que durante toda la década del setenta, seguramente, fue una de las más populares. La otra fue la de Radio Atalaya, en Huaraz 2098, que, posteriormente, también la popularizó Radio 1160, en Pueblo Libre.

Antes de salir raudo a inscribirme en el citado concurso, hice la llamada de rigor solo para confirmar que lo que había oído la noche anterior no era producto de mi cansancio ni de mi imaginación. Me contestó la señora Carmen Luna, quien con el tiempo sería mi mejor aliada, en las buenas y en las malas. La señora Luna era una de las tres secretarias que atendían los asuntos de los directores de la radio, y del gerente general. Los dos directores, a su vez, habían sido los fundadores de la radio. Uno, Clemente Palma Schmalz, y, el otro, su hermano Ricardo. Ellos, junto a Clemencia, su hermana, habían dado inicio a esa aventura llamada Radio Miraflores, en noviembre de 1935. Decir que conocía a don Ricardo, podría llevar a alguien a hacer conjeturas cuando al final diga que fui uno de los ganadores. Es cierto que sabía muy bien quién era y muchas veces lo había visto de cerca, pero todo a través de un familiar. Además, los dos directores, de edad avanzada, no intervenían en decisiones de programación. Finalmente, ninguno de mis familiares sabía en qué me estaba metiendo.

El gerente general era Ricardo Palma, hijo de don Ricardo, conocido como "Buby", quien a sus tres décadas, y con muy buen olfato, había llevado a la radio al primer lugar de sintonía en el ámbito juvenil. No sé la fecha exacta ni el número de encuesta, pero que Radio Miraflores tuvo sus años de gloria, no se tiene la menor duda. Lo anecdótico del caso, para mí, es que mientras Radio Miraflores tuvo sus años de gloria, yo escuchaba Atalaya. Incluso guardo esa anécdota del día que Enrique Llamosas llegó al barrio en una camioneta entre naranja y amarilla, cargada de premios para los que contestaran lo que él quería escuchar. Que su radio era la favorita de la juventud. Yo tendría entre 11 y 12 años. Mis tres hermanos mayores, a la pregunta ¿Y tú qué radio escuchas?, respondieron "Miraflores", y el destacado locutor, con esa voz tan característica, les hizo entrega de diversos productos, mientras grababa el diálogo. A mí, ni me miró. Y, al menor, tampoco. Eso me reventó... mientras pensaba si es que sabría que yo no escuchaba su bendita radio. Es más, un tiempo la odié; porque era competencia de mi radio favorita que era Atalaya. Pero cuando vi que parte de los regalos eran paquetes de bocaditos Karinto, le guiñé el ojo a uno de mis hermanos quien le pidió una entrevista para mi. El locutor no muy convencido y arguyendo mi edad, accedió. Acto seguido, contesté lo que él quería escuchar. Además de Karinto, me llevé lapiceros, llaveros, pastas dentales, jabones y hasta desodorante (Rexona), que ni siquiera usaba. Por supuesto que todo lo grabado, fue transmitido al día siguiente.


Javier Lischner, escúchalo diariamente.

Puntual, como siempre fue mi costumbre, llegué a la radio bordeando las nueve de la mañana. Ingresar por la puerta principal de la emisora era ya todo un rito. Había estado en medios de comunicación escritos, mientras trabajé en la Agencia Católica de Informaciones (hoy, ACI Prensa), fundada pocos meses antes, en marzo de 1980; pero nunca en una radio. Entrando a la izquierda, estaba la oficina de administración, también llamada secretaría. Al frente, una puerta, nos dividía de los dos directores. Pregunté por el concurso, y, para mi mala suerte, un joven muy atento (que terminó siendo el hermano de mi futuro compadre), me dijo que las inscripciones se habían cerrado. No podría describir la cara que puse pero sí podría contar algún día, lo que sentí en ese momento.

Afortunadamente, a mis años, había aprendido dos cosas: sonreír y no quedarme callado. Había visto a algunos de mis amigos (mayores que yo) cómo las puertas se les abrían al caer bien a las secretarias. Tengo hasta hoy la imagen de uno que, a la secretaria del director de El Comercio, en el segundo piso del Jirón Miro Quesada, se la conquistó con una sonrisa y un par de palabras. Pero, aquí, la diferencia era que no estaba frente a una secretaria sino a un joven. Pero, detrás de él, en la misma oficina, vi a tres damas. Recordé el nombre de Carmen, con quien había hablado una hora antes por teléfono, y, levantando un poco la voz como para que ellas me escucharan, le dije al joven que "la señorita Carmen me había hecho venir". Fue entonces cuando una de ellas, la más alta, se levantó de su escritorio. Mientras hablaban entre ellos, salí de la radio. Estaba por irme a mi casa pero, al encontrarme con un par de muchachos que, como yo, no habían podido inscribirse, nos quedamos afuera, frente a la puerta, hablando de música. Que Styx, que el nuevo disco de Elton John, que Deep Purple, que Genesis... y hasta sobre Julio Iglesias.

Para felicidad de los tres, la señorita Carmen, salió y nos invitó a pasar. Nos regaló un papel, nos prestó un lapicero, y nos pidió que solo pusiéramos nuestro nombre, fecha de nacimiento, dirección, colegio, y, si se daba el caso, universidad. Fue todo. Al día siguiente, pondrían una lista con los pre-clasificados.

Nunca supe cuál fue el método que siguieron para esa primera selección, pero, al ver mi nombre, tampoco me importó. De los 492 inscritos originalmente, quedamos una décima parte. A todos, nos hicieron hacer una prueba de voz que constó de la lectura de una noticia. Yo la leí de El Comercio. La hicimos con Alfonso Rojas Bardález, el encargado del "submarino amarillo", como se le conocía a la sala de grabaciones. Yo, aparte de haber hablado en una que otra actuación del colegio, y de haber leído el año anterior una de las lecturas bíblicas en las Bodas de Plata de mis padres, nunca me había sentido familiarizado con el micrófono. Entre nervios y las manos manchadas de negro por la tinta del periódico, me obligaron a leer. Enrique Llamosas rondaba por allí. Y también, Sammy Sadovnik, el disc jockey que cursaba el tercero de secundaria (supongo que los escolares estarían en vacaciones de medio año). Entre tanto, mientras yo leía, Rojas Bardález me miraba asintiendo la cabeza. Terminé mi turno semi-pálido y me fui. Al día siguiente publicarían el nuevo rol de clasificados.


Javier Liesner, una joven figura.

Tercer Round. Llegué temprano a la radio para ver la lista. Nos habían dicho que solo quedarían diez clasificados. Comencé a leer por el final y no fue sino hasta el número uno cuando leí mi nombre. Claro, el orden no significaba nada, pero, por uno, casi me dejan fuera. Como no conocía a nadie, no pude compartir ese momento de alegría personal. Yo, que no sabía muy bien en lo que me estaba metiendo, ya comenzaba a escribir mi nombre en las paredes de una de las radios más importantes de la época. Y, ahora, recién llegaba la entrevista con el gerente general. Ese paso, personalmente debo decirlo, se me hacía mucho más fácil que el anterior. Y así fue. La entrevista en el segundo piso con Ricardo Palma, el gerente general, fue satisfactoria. Lo que hablamos en esos treinta minutos quedará como algo privado de una típica conversación en busca de un puesto de trabajo. Todo fue cool, como dicen ahora los muchachos.

Lo cierto es que, de los diez pre-clasificados, luego de la entrevista, quedamos ocho. Y los ocho salimos al aire el siguiente domingo, uno seguido del otro, dizque, para que los oyentes votaran por el mejor.

Fue una fecha inolvidable: 3 de agosto de 1980. Ese mismo domingo, Osvaldo Ardiles, el futbolista argentino campeón del mundo, cumplía 28 años. Hoy, cumple el doble.

Javier Lishner
Santa Clara, California
3 de agosto de 2008

8 comments:

Javier Vasquez L said...

"La radio chiquita de corazon grande"...lo unico que nunca me gustó fue su sonido, hasta hoy se caracterizan por ello. Por lo demas, como no recordar el famoso 592 de Alcanfores, la conoci como una jato blanca de 2 pisos.
Hasta hoy tengo sus rankings apuntados en un cuaderno de colegio...!

Anonymous said...

No recuerdo con claridad el momento del concurso, yo no llevaba mucho tiempo en la AM de RM, pero de aquel llamado de nuevas voces llegaron al mundo de la radio muchas otras voces importantes, incluyendo a Javier que tiempo mas tarde seria mi gran amigo, hermano y compinche de la radio, sino tambien a nuestro GRAN (por su altura y buen corazon) Jorge Muñíz.
Enhorabuena por el recuedo, como diria Jorge Henderson Palacios.
Abrazos,
Sammy

Javier Lishner said...

Hola Javier:

A ti y a muchos el sonido. A mi, además del sonido, el pequeño radio al que llegaba. Desafortunadamente, mientras Lima crecía por todos los lados, R.M. nunca dejó de ser una radio para los vecinos.

Saludos,

JL

Javier Lishner said...

Hola Sammy:

Gracias por tus palabras. En efecto, en ese concurso participaron -aparte de Jorge Muñiz, quien hace cine en Toronto-, Randy Calandra, Henry Venegas, la desaparecida Vicky Obregón (quien trabajó posteriormente en Radio Unión FM), y hasta el futuro congresista Gustavo Pacheco, que tuvo un efímero paso por las noches de Radio Miraflores AM. Tenía un tono de voz muy parecido al de su (casi) paisano Iván Márquez. En realidad, quiso ser una copia fiel. Con el tiempo, ambos, pudimos conocer al original.

Un abrazo,

JL

Anonymous said...

Hola Javier,
Yo era oyente obligado de la progrmación de RM po esos años en vista d ela menuditis imperante a la que esta radio no sucumbió. de esa época recuerdo "stop draggin' my heart around", "start me up". Pero RM y las otras radio también imponían hits que no eran de Billboard, recuerdo a Dollar con "shooting star" y Foster Brothers "make believe" o "our own baby" de Gilbert O'Sullivan. Quisiera Javier que nos recuerdes otros hits de ese estilo impuestos por las radios limeñas de aquella época, de esos que no aparecen en los Cds recopilatorios.

Saludos

Ricardo Gonzales

Javier Lishner said...

Hola Ricardo:

Qué difícil pregunta. A mí, que nunca me basé en Billboard, no me es fácil recordar (o saber) cuáles estaban y cuáles no estaban.

Una que no fue muy popular y no sé si estuvo en Billboard o no, fue "The Worker" de Fisher Z. Escúchala en http://www.youtube.com/watch?v=NLFP_mfKvMY

Otra fue la de Jon & Vangelis. Está en:
http://www.youtube.com/watch?v=D5IxZHQzjMM

Y voy a seguir pensando.

Saludos,

JL

PS: Así entre nos, sí hubo una relación entre Menudo y Radio Miraflores...

Anonymous said...

Hola Javier,
La de Fischer Z es una de mis eternas favoritas y ,sí la escuchaba en RM y creo que tb PANA la pasó. A ver pues amigo, haz un esfuerzo. Me acabo de acordar de Ronnie Dyson con "if the shoe fits". Y bueno si me pareció que RM se subió al coche de la menuditis pero sin perder su estilo.
Roberto

Javier Lishner said...

Hola Roberto:

Para clarificar lo de la menuditis en Radio Miraflores. Johnny López tenía un programa diario llamado Disco Sour, que era de los de mayor sintonía en la Amplitud Modulada. Allí comenzó a tener especiales diarios exclusivamente de Menudo. Creo que fue el primer paso para llegar a la televisión, vía Diga lo que Vale, en Panamericana. Fue Johnny el presentador oficial de todas las actuaciones de Menudo en nuestro país.

En la programación de Miraflores estaban los discos pero muy pocos disc jockeys los tocaban.

Saludos,

JL