GRACIAS ALAN
Mi madrina es una señorita peruana que por su enérgico carácter vive sola en Chorrillos y este año va a cumplir 80 años. Ella trabajó durante su vida activa y es pensionista de la ley 19990. Recibe apenas algo más de 300 soles mensuales.
El lunes de la semana pasada recibió una llamada invitándola a Palacio de Gobierno que la ilusionó mucho. A quien no le va a gustar recibir aunque sea una sola vez en la vida una llamada por encargo del Presidente de su país. La reunión era el viernes y debía estar en Palacio a las 2 y 45 de la tarde. El motivo de la invitación era que el Presidente de la República le quería decir a los jubilados que les estaba entregando 3 mil soles de devengados en partes, como si se tratara de dinero de Alan García. Todos sabían que iban a una reunión solo en beneficio de Alan García, pero igual ilusionaba asistir.
Durante toda la semana, mi madrina coordinó con mi madre y mi hermana, los detalles de la afortunada visita. Mas aún, mi madrina sufrió un accidente automovilístico hace más de 30 años y desde entonces se moviliza con mucha dificultad y dolor. Prácticamente es una persona minusválida. En su casa se moviliza con la ayuda de quienes la visitamos, pero no puede valerse por sí misma. Solo sale a la calle cuando alguien pasa por ella y es estrictamente necesario.
Por eso, se coordinó el poder contar con una silla de ruedas en el entendido que ingresarían a los salones de Palacio. Solo podría ir con ella una persona y mi hermana se encargó de hacerlo.
Al llegar a la Plaza de Armas, grande fue la sorpresa al ver que los ancianos serían atendidos en el patio de Palacio. Desde ya, este trato era una discriminación para quienes han trabajado toda su vida para que personas como Alan García, cobren su sueldo. En ese momento mi madrina confirmó y así me lo dijo:
1. Que en el Perú, los ancianos son ciudadanos de segunda categoría y tal vez en Palacio no están siquiera considerados como tales, tal como los maltratos de ESSALUD le insinúan todos los días.
2. Que Alan García es un megalómano descortés, que desprecia a los peruanos y sobre todo a los ancianos.
La recibieron con un estupendo regalo: una cajita de frugos de a sol y el quequito más chiquito de Bimbo, que los industriales seguramente le obsequian a Palacio. Entre los dos obsequios, si los hubiesen comprado, seguramente el Presidente de la República habría gastado un sol cincuenta.
Ni siquiera eso gastó en ancianos, que sentados esperando ser utilizados le mostraban cual será también el final de su vida. Como tenía planeado exponerlos a la intemperie, les obsequió una visera, sin tener siquiera el cuidado de no exponer el cuero cabelludo de personas tan ancianas a la inclemencia del sol.
Mi madrina es brava. A los 40 minutos de espera se incomodó tanto que empezó a hablar en voz alta y terminó gritando por el maltrato del que estaba siendo víctima. Se levantó y se dirigió a los asistentes, quienes pese a haber esperado tanto querían ilusionados seguir esperando a quien los maltrataba. Se dirigió a los jóvenes periodistas, quienes seguramente todavía no entienden cuál es la condición física real y delicada de un anciano.
Nadie le hizo caso. Mi madrina a los 45 minutos de esperar decidió terminar con la visita que tanto había esperado durante la semana. Se retiró y no vió al anfitrión que la había invitado.
Pero los viejos son sabios. En el camino habló de Graña y Montero, Odebrecht, Confiep, Dionisio Romero, Gisela Valcárcel, Viviana Rivasplata y dijo algo que me dejó pensando. A todos ellos si los dejan entrar a Palacio, a nosotros nos atienden en el patio como ganado que va al matadero. Me hubiese gustado que la mamá de Alan García nos hubiese acompañado, me dijo.
Tal vez, mi madrina por su edad ya no tenga la oportunidad de volver a ver en persona a Alan García y parece que después de esta experiencia, le interesa muy poco. Pero, siendo una mujer mayor se dio un gusto que muchos hombres no se atreven ni siquiera a pensar. Dejó sentado que ante el maltrato de un poderoso nadie debe ni tiene porque humillarse.
Espero que a Alan García ni a ninguno de sus familiares le pase lo que le pasó a mi madrina. Estoy pensando, si este hecho constituye una infracción constitucional del Presidente de la República. (FOTO: Internet).
Miguel Guerrero Orbegozo
Lima, Perú
NOTA: Para comunicarse con el señor Guerrero Orbegozo se le puede enviar un correo electrónico a miguelguerrrolima en hotmail punto com.