AMÁRRENLE LA LENGUA A GARCÍA PÉREZ

Alan García, como ya es costumbre, se exalta, se olvida que es presidente de una Nación, y dice públicamente lo primero que se le ocurre. No importa si el asunto es de índole interno o externo, no importa si se lo dice a los ciudadanos o a invitados extranjeros. El pueblo lo escucha, le entiende, se sorprende por sus declaraciones y, luego, cuando vuelve en sí, el mandatario se da cuenta del error y aclara.


No es la primera vez que escuchamos decir barbaridades al presidente peruano. Hace menos de dos semanas, declaró que "el Gobierno hace justicia social y busca la igualdad sin demagogia, ni insultos ni populismo". Ayer, ante altos directivos latinoamericanos de entidades bancarias y de finanzas, dijo: "El Perú es una economía abierta, es una economía competitiva, es una economía que necesita recursos, que tiene oportunidades inmensas y nos interesa contar con más instituciones financieras". Hasta allí, digamos que hace las de vendedor. Y vender es algo que sabe hacer. Claro que entre el vendedor y el hablador hay una diferencia. Aunque desafortunadamente muchas veces se mezclen. Sobre todo, en la política.

Luego, García afirmó textualmente: "En el Perú el presidente tiene un poder. No puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiera. Y lo he demostrado. De manera que puedo garantizarle a todos los que quieran traer un centavo a este país, que ese centavo está garantizado por la estabilidad política que va a tener el Perú en los próximos 10 años. Esto es mi contribución al largo plazo de la post crisis que va a haber". Como se dice, se fue de lengua.

En horas de la noche, seguramente más relajado, y con la lengua un poco más húmeda, tuvo que aclarar: "El presidente no puede imponer a un candidato, pero trabajando bien y logrando resultados efectivos, sí puede evitar que se vote en contra del modelo que defendió. Yo, señores, soy un demócrata que siempre ha sabido conducirse con inteligencia en el país". Mentira. Usted señor podrá autodenominarse como quiera pero nunca podrá decir que siempre ha sabido conducirse con inteligencia. O es que su memoria ya le comenzó a fallar.

García se olvidó también que fue electo presidente por una cuestión de coyuntura. En 2006 no llegó a la primera magistratura de la Nación con sus propios votos sino con los prestados. Con votos como los de Vargas Llosa, que se tapó la nariz para elegir al "menos malo". Debería haber alguien en su entorno que le haga saber que el vendedor es el que vende; en cambio, el hablador es el fanfarrón, el mentiroso (GRÁFICA: Heduardo/Perú21).

Javier Lishner
Santa Clara, California
25 de marzo de 2009

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