La otra pistola
EN RADIO MIRAFLORES DE LIMA
Lo que le sucedió a los policías del Condado de Marin, en California, en 1994, cuando Grace Slick los recibió frente a su casa apuntándolos con una pistola, es poco en comparación de esta historia. Sucedió un día de 1987.
Nos encontrábamos conduciendo uno de nuestros habituales programas en la cabina de locución de Radio Miraflores, en Lima, cuando súbitamente llegó la visita. El programa se llamaba Perú Rock y estaba íntegramente dedicado a las producciones de los artistas nacionales, hechas en casa o en el exterior. Autocontrol, fue un ejemplo de esto último. También tenían cabida los músicos extranjeros que realizaban su carrera en tierras peruanas. De ellos, hubo varios. Entre otros, Danai y Chachi Luján.
[EL VISITANTE] Aquel mediodía recibimos al visitante muy cordialmente, como era nuestra costumbre. Aunque, en realidad, nuestra verdadera costumbre era invitar a los visitantes. Porque a pesar de la informalidad con la que se trabajaba en Radio Miraflores, digamos que, Perú Rock, era un programa que cumplía con los lineamientos básicos de una producción radial. Aunque, para ser sinceros, casi siempre estábamos preparados para alguna eventual visita. Las que sucedían de vez en cuando. Pero aquella vez, no. A menudo incluso teníamos algo para compartir, entre bocadillos o un simple refresco. Esa vez, no. Lo insólito y peculiar que comenzó a desarrollarse en la cabina fue que, nosotros, no conocíamos al visitante. Alguna vez había sido popular pero, desde que prácticamente iniciamos nuestras carreras, unos siete años antes, no habíamos sabido nada de él. Eso fue justamente un buen motivo para presentarnos e iniciar una relación. Después de todo, era peruano y era músico. Precisamente lo que buscábamos.
[LA PISTOLA] La conversación, que se inició afablemente, viró un poco hacia el descontento del artista por no recibir el apoyo esperado. Pero entendíamos que, precisamente, para ello estábamos nosotros. De pronto, de uno de los bolsillos de su chaqueta (guerrera, le llaman otros), el músico extrajo una cinta de carrete abierto, de esas en las que se grababa antes. Nos hizo saber que allí estaba su nueva producción y, de paso nos reveló lo difícil que le había sido acceder al estudio y culminar su obra. Para nosotros, imbuidos en el tema, aunque con pena, en principio, aquella frustración nos pareció historia conocida. Es que eran otros tiempos, los del terrorismo y la hiperinflación, y nada era fácil para nadie. Tampoco para los artistas. Como quiera que solo escuchábamos y no actuábamos, el visitante volvió a introducir su mano (esta vez la otra) en la guerrera. Y extrajo una pistola, un revólver, un cachorrete. No sé. Algo de eso que apretando el gatillo podía matarnos. Y aunque morir en el campo siempre me llamó la atención, creo que aún no estaba preparado para ello. Yo tenía aún mucho por hacer, vivir, joder. Ni siquiera había visto a los Rolling Stones.
[EL VISITANTE] Aquel mediodía recibimos al visitante muy cordialmente, como era nuestra costumbre. Aunque, en realidad, nuestra verdadera costumbre era invitar a los visitantes. Porque a pesar de la informalidad con la que se trabajaba en Radio Miraflores, digamos que, Perú Rock, era un programa que cumplía con los lineamientos básicos de una producción radial. Aunque, para ser sinceros, casi siempre estábamos preparados para alguna eventual visita. Las que sucedían de vez en cuando. Pero aquella vez, no. A menudo incluso teníamos algo para compartir, entre bocadillos o un simple refresco. Esa vez, no. Lo insólito y peculiar que comenzó a desarrollarse en la cabina fue que, nosotros, no conocíamos al visitante. Alguna vez había sido popular pero, desde que prácticamente iniciamos nuestras carreras, unos siete años antes, no habíamos sabido nada de él. Eso fue justamente un buen motivo para presentarnos e iniciar una relación. Después de todo, era peruano y era músico. Precisamente lo que buscábamos.
[LA PISTOLA] La conversación, que se inició afablemente, viró un poco hacia el descontento del artista por no recibir el apoyo esperado. Pero entendíamos que, precisamente, para ello estábamos nosotros. De pronto, de uno de los bolsillos de su chaqueta (guerrera, le llaman otros), el músico extrajo una cinta de carrete abierto, de esas en las que se grababa antes. Nos hizo saber que allí estaba su nueva producción y, de paso nos reveló lo difícil que le había sido acceder al estudio y culminar su obra. Para nosotros, imbuidos en el tema, aunque con pena, en principio, aquella frustración nos pareció historia conocida. Es que eran otros tiempos, los del terrorismo y la hiperinflación, y nada era fácil para nadie. Tampoco para los artistas. Como quiera que solo escuchábamos y no actuábamos, el visitante volvió a introducir su mano (esta vez la otra) en la guerrera. Y extrajo una pistola, un revólver, un cachorrete. No sé. Algo de eso que apretando el gatillo podía matarnos. Y aunque morir en el campo siempre me llamó la atención, creo que aún no estaba preparado para ello. Yo tenía aún mucho por hacer, vivir, joder. Ni siquiera había visto a los Rolling Stones.
[LA TRANSMISIÓN] Mientras la saliva se demoraba más de lo normal en pasar por su conducto regular, y ante nuestra apacible pero atentísima mirada al primer movimiento en falso de las manos del visitante, de inmediato le pedimos que nos proporcionara la cinta para tocarla. De paso, distraeríamos su atención en el aparato ese dentro de las cuatro paredes. Y así fue. La cinta dando vueltas, el anuncio de su nombre, y la grabación en el aire, fue como el santo remedio. Acto seguido, con el cachorrete de vuelta a su temporal lugar (la guerrera, su guerrera), se percibió relajo en ambos frentes. Unos minutos más, y culminó la emisión.
La "Oda al tulipán" de Frágil, canción que identificó a Perú Rock durante sus días al aire, fue la dulce melodía que selló para siempre la historia. Todos tenemos nuestros días, pensaba, mientras despedía el programa. Y fuimos felices. Nunca se supo si la pistola estuvo cargada o no. Recién, dos años después, vería a los Rolling Stones por primera vez.
Javier Lishner
Santa Clara, California
6 de marzo de 2007
La "Oda al tulipán" de Frágil, canción que identificó a Perú Rock durante sus días al aire, fue la dulce melodía que selló para siempre la historia. Todos tenemos nuestros días, pensaba, mientras despedía el programa. Y fuimos felices. Nunca se supo si la pistola estuvo cargada o no. Recién, dos años después, vería a los Rolling Stones por primera vez.
Javier Lishner
Santa Clara, California
6 de marzo de 2007
6 comments:
Lo mismo hacía el MRTA tomando control de algunas radios en la selva para difundir su ideología, ¿verdad? Con un cuete, ¿quién te va a decir que no toques tu adefesio? En fin, lo que no me contaste es qué te pareció la canción.
Bueno, mi querido Javier, los hijos de puta del MRTA no lo hacían con simples cuetes. Esos lo hacían con uzis, que, si bien de alguna manera son consideradas pistolas, sirven para mucho más que presionar a un disc jockey. Esas son las que se usan en los ejércitos. Y yo he tenido más de una de esas apuntándome en mi cabeza. Puedo decir que el sentimiento es un poco diferente.
En cuanto a la canción, por la distancia y el tiempo, permíteme que me reserve la opinión sobre ella.
A ver si te pones algunas gráficas de tu viaje a Las Vegas...
Un fuerte abrazo,
JL
Puse algunas en Facebook, pero las tomé con mi iPhone que de calidad pictórica no es pues la última maravilla.
Las revisaré más tarde. Por lo visto te fue bien.
Saludos,
JL
Que tal historia Javier,pero estoy mas sorprendido cuando dices que tuviste una experiencia peor con los del MRTA,a Dos gracias que lo cuentas,pero que peligros que swe vivio en esa epoca de Radio.Se que no diras el nombre del cantante pero como mencionas que era conocudo por lo menos puedes decir que cancion cantaba,y como vivio ese momento tu partner Sammy?
Luis de jesus maria
Hola Luis:
Si dijera qué cantaba se descubriría el misterio. Además, automáticamente involucraría a otros...
En cuanto a cómo reaccionó Sammy ante la situación, quien dicho sea de paso siempre fue mucho más cauto que yo, será parte de mis memorias que publicaré cuando Sammy sea más famoso... jajaja.
un abrazo,
JL
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