Desde Toronto hasta Moyobamba
DE JORGE MUÑIZ Y ALFONSO ROJAS

Hoy es el onomástico de Alfonso Rojas Bardález. ¿Y quién es este señor de nombre tan español? Simplemente, el personaje que tuvo a cargo durante una época el centro de operaciones técnico más asediado de Radio Miraflores: el estudio de grabaciones. Si estuvieran entre nosotros, Diana García, Nelly Mendívil, o el mismísimo Enrique Llamosas, serían las mejores voces para describir el trabajo y la personalidad del incansable Alfonso. Afortunadamente quedamos varios que lo recordamos profundamente, aunque ande alejado en su natal Moyobamba, Perú, dirgiendo algunos de sus negocios, incluída su propia emisora.

Quique Cano Alva y Jorge Muñiz en el Súper Hit del año. Teatro Montecarlo, Lima. (FOTO: Quique Cano-Alva).

Hace un tiempo, Jorge Muñiz, mi entrañable amigo y hermano, ex disc jockey de Radio Miraflores (donde fue conductor de R.M. Éxitos), desde Toronto, Ontario, trazó un perfil de sus comienzos en los medios de comunicación en Lima. Hoy, no vi mejor oportunidad para publicarlo con motivo del cumpleaños de don Alfonso. Esa vez, Jorge escribió:

"Era el año 1980 y, como muchos otros jóvenes de Lima, yo era un asiduo oyente de Radio Miraflores en amplitud modulada. Venía escuchando las diversas audiciones de R.M. desde que había llegado a Lima, en 1972. Mi familia era dueña de una emisora de radio en el Cuzco, llamada Radio El Sur, pero, a pesar de contar con gente de radio que me rodeaba, mi amor por la radiodifusión nació bajo la influencia de los diarios programas de Radio Miraflores. Tony Marbel, Beto Cruz, Renato Shols y Diana García, entre otros, eran como parte de mi familia y, como a la familia querida de uno, los llamaba permanentemente para solicitarles canciones.

Ese año, Radio Miraflores -que en aquellos tiempos era primera en sintonía en varios sectores de la población-, hizo un llamado a los jóvenes que quisieran participar de un concurso. Como premio, el ganador iría a ser contratado como nuevo miembro de la emisora. Para mí, esto fue como una invitación que no podía dejar pasar. En cierta forma yo sabía que estaba destinado a ser locutor de R.M., "la radio chiquita de corazón grande", como decía su slogan oficial de la época.

Pero nunca esperé que mi destino fuera a confrontarme tan pronto. La emisora solicitaba varios requisitos que se debían cumplir: una entrevista personal con los directivos, un programa pre-grabado de prueba y -el que parecía el más importante-, el voto del público. Así que, dejando un poco de lado mis responsabilidades como alumno del colegio La Salle, donde dirigía Radio La Salle (con comentarios y música de mi colección personal), me puse a preparar minuciosamente un programa "piloto" que tendría que grabar unos días más tarde en los mismos estudios que Radio Miraflores tenía en la calle Alcanfores, en el distrito de Miraflores, en la gran capital.

Jorge (derecha) en frente del viejo local de Radio Miraflores. (FOTO: Jorge Muñiz).

El programa debía ser simple, pero yo lo preparé con música, entrevistas, mezclas y todo lo que podía ser necesario para impresionar al público y, sobretodo, al ingeniero Ricardo Palma, gerente de la radio, quien tendría en sus manos la decisión final.

Aquel día, al llegar a la radio para grabar la audición de prueba, los nervios me traicionaron al punto que se volvieron incontrolables. Esa fue la primera vez que se me cruzó en la cabeza que tal vez la suerte no me acompañaría. Tenía muchas motivaciones pero absolutamente nada de experiencia. Recuerdo que Johnny Acarley, gran personaje de la administración de la radio, me llevó al "submarino amarillo", sinónimo cariñoso con el que llamaban al cuartito de cuatro paredes color mostaza -situado debajo de la escalera-, que servía como sala de grabaciones. Esa fue la vez que conocí a Alfonso Rojas Bardález.

Con una amplia sonrisa y un estilo educado, aunque a la vez directo y juguetón, con una sola frase, Alfonso me sacó todo posible temor frente al micrófono: "Tranquilo choche, el programa te va a salir mostro... abre más la boca cuando hables que parece que estuvieras masticando un chancay". Ese fue el programa que me dio la chamba. Y aún creo que si salió bien fue únicamente gracias a Alfonso, a quien, tiempo más tarde, alguien le pondría el apodo de "Perricholi". Eso siempre me pareció una estupidez y nunca lo utilicé para dirigirme a él. Con Alfonso, el maestro Alfonso Rojas, grabé un sinnúmero de programas durante los seis años que pertenecí a R.M.

De aquellos programas, algunos buenos, algunos muy buenos y algunos más que memorables. Como el de aquella noche en que, como jugando mientras grabábamos el Super Hit del Año (con las 100 mejores canciones de 1981), le apunté a Jorge Henderson con una metralleta. Sigo seguro que mi colega y tocayo se cagó en los pantalones. De eso podrían dar fé, Liliana Sugobono, Hugo Salazar, Quique Cano-Alva, Sammy Sadovnik o Javier Lishner... quienes participaban de esa inolvidable grabación.

A Alfonso le debo mis primeros y mejores recuerdos en Radio Miraflores. Él ayudó a que mi sueño de la niñez se convirtiera en una realidad durante mi adolecencia: ser locutor de Radio Miraflores, "la primera". Y creo que ese fue un gran comienzo de mi ahora larga carrera, la que continúo hoy en Toronto, dedicado completamente al cine. Gracias Alfonso".

Jorge en Cuba, durante uno de sus múltiples viajes por el mundo. 2004.

Que este saludo de Jorge se multiplique por mil, y llegue hasta el corazón de la amazonía peruana, allá donde queda el Gran Pajatén, en la Región San Martín. Yo también te debo varias, Alfonso, incluyendo ese programa de doce horas contínuas de la historia del rock and roll que grabamos (de amanecida) en 1981 con la colaboración de tu colega Daniel Canchis. Y fue justamente, en el mismo "submarino amarillo", allí donde varios de nosotros inciamos nuestras carreras. Feliz cumpleaños amigo y maestro.

Javier Lishner
Santa Clara, California
11 de noviembre de 2009