BOB DYLAN. 11/13/89
Veinte años hace que, una tarde como la de hoy, íbamos llegando hasta el Sunrise Musical Theatre, en el sur de la Florida. Honestamente, estaba tan emocionado como lo estaría dos días después cuando nos iríamos dirigiendo hacia el Orange Bowl para ver por primera vez a los Rolling Stones. Aquella noche, la del 13 de noviembre de 1989, la estrella que iluminaba la marquesina del pequeño teatro de Sunrise era Bob Dylan. Nada menos.
Para los latinoamericanos que crecimos bajo la estrella de Dylan, estar en uno de sus shows era como una meta. Casi como la de ver alguna vez en la vida a los Rolling Stones o a los Beatles. El cantautor de Duluth, Minnesota, inspirado por Woody Guthrie e inspirador de muchos, había arribado procedente de Atlanta. Y nosotros desde Lima, Perú. Recuerdo que no teníamos boleto de entrada (las que se habían agotado) ni credencial de prensa (la que nunca solicitamos). Pero tal habría sido nuestro ímpetu por ingresar, que Sonia Freundt y quien suscribe terminamos obteniendo instantáneamente el requerido pase para estar dentro del codiciado local.
Era la gira de otoño que Dylan realizaba por los Estados Unidos. En 1988 la había denominado Never Ending Tour. El acontecimiento, que continúa hasta hoy, ya sobrepasó los dos mil espectáculos. Esa noche había interpretado, entre otras, "Subterranean Homesick Blues", "Shelter From The Storm", "Man Of Peace" y "Lay Lady Lay", antes de lanzarse con una versión acústica de "Tangled Up In Blue". El tema fue interpretado con el exclusivo acompañamiento de G. E. Smith en guitarras. Lo mismo haría con las siguientes dos canciones, "It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding)" y "One Too Many Mornings". El bajista Tony Garnier y el batero Christopher Parker, quienes habían sido de la partida, se habían retirado momentáneamente del sobrio escenario.
Dylan, que por aquellos días andaba promoviendo su álbum Oh Mercy -producido por Daniel Lanois- y simultáneamente formaba parte de los Traveling Wilburys, volvería a invitar a Parker y Garnier, para el último set de la noche. Vestido con un largo abrigo negro y por momentos con su infaltable armónica, continuó con "Everything Is Broken", "Most Of The Time", "What Good Am I?" y "I'll Remember You".
El público, que había abarrotado el pequeño lugar para unas mil personas, andaba participiando a viva voz con el cantante. Y para quienes estuvimos allí, el regalo final fue poderoso: "I Shall Be Released", la canción que alguna vez popularizara Joan Baez -su compañera de los inicios en el Greenwich Village neoyorquino-, y "Like A Rolling Stone", su clásico de 1965. Pero solo parecieron el punto final. Porque, como ya es costumbre, el artista dejó un par de temas para el encore. Y éstos fueron: "Disease Of Conceit" (el que interpretó sentado en el piano) y "Maggie's Farm". Eran las diez, y Dylan decía adiós.
A la salida adquirimos un poco de parafernalia (que hasta Dylan vende). Como empezaba a ser habitual en nuestra carrera, antes de los hot dogs o la cerveza, había que obtener el programa (cuyo precio oscila entre $20.00 y $25.00). Luego, si es que alcanzaba para más, venía la camiseta, el prendedor, o alguna otra tontería. Y así fue. Salimos cargados de algunos recuerdos que hoy andan cumpliendo 20 años. El Sunrise Theatre, inaugurado en 1976, desafortunadamente, aunque sigue en pie como nosotros, ha terminado siendo The Faith Center.
Para quien había vivido varios años de la música y el arte, la experiencia de ver a Bob Dylan valió con creces la pena... Dos días después, estaríamos en un lugar absolutamente más grande, abierto y al lado de mucho más que mil personas.
Javier Lishner
Santa Clara, California
13 de noviembre de 2009
Veinte años hace que, una tarde como la de hoy, íbamos llegando hasta el Sunrise Musical Theatre, en el sur de la Florida. Honestamente, estaba tan emocionado como lo estaría dos días después cuando nos iríamos dirigiendo hacia el Orange Bowl para ver por primera vez a los Rolling Stones. Aquella noche, la del 13 de noviembre de 1989, la estrella que iluminaba la marquesina del pequeño teatro de Sunrise era Bob Dylan. Nada menos.
Para los latinoamericanos que crecimos bajo la estrella de Dylan, estar en uno de sus shows era como una meta. Casi como la de ver alguna vez en la vida a los Rolling Stones o a los Beatles. El cantautor de Duluth, Minnesota, inspirado por Woody Guthrie e inspirador de muchos, había arribado procedente de Atlanta. Y nosotros desde Lima, Perú. Recuerdo que no teníamos boleto de entrada (las que se habían agotado) ni credencial de prensa (la que nunca solicitamos). Pero tal habría sido nuestro ímpetu por ingresar, que Sonia Freundt y quien suscribe terminamos obteniendo instantáneamente el requerido pase para estar dentro del codiciado local.
Era la gira de otoño que Dylan realizaba por los Estados Unidos. En 1988 la había denominado Never Ending Tour. El acontecimiento, que continúa hasta hoy, ya sobrepasó los dos mil espectáculos. Esa noche había interpretado, entre otras, "Subterranean Homesick Blues", "Shelter From The Storm", "Man Of Peace" y "Lay Lady Lay", antes de lanzarse con una versión acústica de "Tangled Up In Blue". El tema fue interpretado con el exclusivo acompañamiento de G. E. Smith en guitarras. Lo mismo haría con las siguientes dos canciones, "It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding)" y "One Too Many Mornings". El bajista Tony Garnier y el batero Christopher Parker, quienes habían sido de la partida, se habían retirado momentáneamente del sobrio escenario.
Dylan, que por aquellos días andaba promoviendo su álbum Oh Mercy -producido por Daniel Lanois- y simultáneamente formaba parte de los Traveling Wilburys, volvería a invitar a Parker y Garnier, para el último set de la noche. Vestido con un largo abrigo negro y por momentos con su infaltable armónica, continuó con "Everything Is Broken", "Most Of The Time", "What Good Am I?" y "I'll Remember You".
El público, que había abarrotado el pequeño lugar para unas mil personas, andaba participiando a viva voz con el cantante. Y para quienes estuvimos allí, el regalo final fue poderoso: "I Shall Be Released", la canción que alguna vez popularizara Joan Baez -su compañera de los inicios en el Greenwich Village neoyorquino-, y "Like A Rolling Stone", su clásico de 1965. Pero solo parecieron el punto final. Porque, como ya es costumbre, el artista dejó un par de temas para el encore. Y éstos fueron: "Disease Of Conceit" (el que interpretó sentado en el piano) y "Maggie's Farm". Eran las diez, y Dylan decía adiós.
A la salida adquirimos un poco de parafernalia (que hasta Dylan vende). Como empezaba a ser habitual en nuestra carrera, antes de los hot dogs o la cerveza, había que obtener el programa (cuyo precio oscila entre $20.00 y $25.00). Luego, si es que alcanzaba para más, venía la camiseta, el prendedor, o alguna otra tontería. Y así fue. Salimos cargados de algunos recuerdos que hoy andan cumpliendo 20 años. El Sunrise Theatre, inaugurado en 1976, desafortunadamente, aunque sigue en pie como nosotros, ha terminado siendo The Faith Center.
Para quien había vivido varios años de la música y el arte, la experiencia de ver a Bob Dylan valió con creces la pena... Dos días después, estaríamos en un lugar absolutamente más grande, abierto y al lado de mucho más que mil personas.
Javier Lishner
Santa Clara, California
13 de noviembre de 2009
10 comments:
Hola Javier, Que suerte la tuya de haber podido ver a Dylan, yo tengo una recopilación en mi pc de la oficina
Un Abrzao,
Ver a Dylan en vivo es una experiencia alucinante, sobre todo para los que somos sus fans. Casi nunca repite un set list (puede cambiar todas las canciones de un concierto a otro) y las interpreta en versiones distintas a las originales. Hay webs que organizan concursos para adivinar qué canciones tocará en determinados tramos de su Never Ending Tour, que como bien dices, lleva dos décadas casi sin parar (prefirió no ir a la ceremonia del Oscar, cuando lo recibió por mejor canción, porque estaba de gira en Australia).
Dylan es el ejemplo del artista total. No sólo crea grandes obras en sus discos sino que las re-crea en sus conciertos. Se reinventa cada noche. No es como otros músicos que salen de gira cuando necesitan plata y tocan el mismo setlist de memoria en todas las fechas (Stones, Macca, etc.). Dylan vive de y para la música. Incluso tuvo hasta el año pasado un programa de radio.
En los últimos años su voz está mucho más deteriorada y se ha visto obligado a cambiar la guitarra por el piano (al parece no puede estar de pie mucho tiempo), pero de todas maneras sigue siendo el artista más importante que ha dado EEUU, a mi modesto entender.
Recuerdo que de nino en los ochentas escuchaba mucho hablar de el pero no conocia mucho de su musica , no fue hasta que consegui el disco del concierto de Bangladesh , que realmente me di cuenta de quien era y porque hablaban asi de el. Y desde ahi fue que comenze a seguir su musica , asi como tambien la de Leon Russell otro grande de ese gran concierto .
Que buena experiencia que cuentas , pienso que no hay mejor lugar que un teatro para ver y escuchar al legendario Dylan.
Muy buena nota Javier.
Saludos
Hola Jorge:
Sería interesante saber qué temas incluye esa recopilación ya que este señor debe haber escrito mil canciones.
Un abrazo,
JL
Hola Alfredo:
Ver a Dylan en vivo fue una experiencia alucinante. La noche anterior había hecho otro show en el mismo local y, como bien señalas, el setlist había sido distinto. Creo que en el show que nos tocó a nosotros solo repitió dos canciones del día anterior.
Con respecto a tu párrafo donde señalas que Dylan "no es como otros músicos que salen de gira cuando necesitan plata y tocan el mismo setlist de memoria en todas las fechas (Stones, Macca, etc.). Dylan vive de y para la música...". Justamente por eso puse entre paréntesis aquello de que "hasta Dylan vende". Porque como que la mercadería es puro billete, venta, apoyo marquetero, cosas con las que a Dylan no se le identifica. Aunque a nosotros nos guste coleccionar tonterías de cada concierto.
Finalmente, al igual que tú, pienso que sigue siendo el artista más importante que ha dado los Estados Unidos.
Gracias por el comentario.
Saludos,
JL
Hola Yerblues:
Y cuando el teatro es pequeño, como el de Sunrise, aún mejor. Todos estábamos cerca del escenario.
Creo que la obra de Dylan es vasta y, aunque ha ido cambiando su música a través del tiempo, la escencia de la letra sigue en pie; siendo una de sus características.
Saludos y gracias por tu comentario.
JL
Hola Javier:
tengo el greatest hits de su primera época, es lo máximo,,, otra gran disco que tengo es el uplugged,, hay tantas canciones!!!!
Un Abrazo
Hola Jorge:
Gracias por tu respuesta. A propósito, me has hecho recordar que alguna vez tuve el Unplugged pero, como me ha pasado varias veces por no hacerle caso a Johnny López, se me perdió.
Johnny decía, "no presto ni libros ni discos". Por eso el único libro que él tenía y me interesaba me lo tiré... jejejeje.
Saludos,
JL
Buena Javier creo que eres de los pocos peruanos que han tenido ese privilegio de ver a Dylan en vivo,estas como el tio Gerardo Manuel que se sento junto a Dylan en un mismo avion hace muchos años.Lo maximo.Como diria Lalo Archimbaud primicia chocherita.A todo de los que el se sabe quiza hay que agregar que algunas de sus canciones se usan en las diferentes misas aca en nuestro pais hace muchos años¿lo sabra?
Luis de jesus maria
Hola Luis:
Solo puedo decir que sus shows son únicos y, como escribió Alfredo hace unos días, los reinventa cada vez.
En cuanto a la historia de Gerardo y la vez que le tocó sentarse al lado del cantautor, nunca la había escuchado. Yo una vez viajé en el mismo avión que el "Loco" Perochena.
Saludos,
JL
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