EL DÍA DE TODOS LOS MUERTOS
Tengo la impresión de que miramos la muerte con temor porque nos han inculcado espanto y hasta desconfianza sobre lo que viene después. La muerte es lo oscuro, lo sombrío, lo luctuoso. Y cuando nuestra alma está oscura, aún peor. Todavía recuerdo los días primero de noviembre cuando íbamos con la familia al cementerio. Era aún un niño y, en Lima, seguramente en contra de mi voluntad, me iba acostumbrando a la arquitectura y el olor típico de las flores que vendían en los alrededores. Papá solía comprar un par de racimos y, con mucho respeto, se los dejábamos al hermanito menor y al abuelo.
La muerte es por definición la cesación o el fin de la vida. En el pensamiento filosófico y religioso, es la separación del cuerpo y el alma. En la Tierra la muerte está directamente vinculada a los cementerios, lugares en donde reposan los cuerpos de los que perdieron la vida. El término cementerio viene del vocablo griego koimetérion, que significa "un lugar para dormir". Y es que de acuerdo a la creencia cristiana, era allí donde los cuerpos reposaban hasta el día de la resurrección. Pero el tiempo ha cambiado y ya nadie se cree esa tontería. Sin embargo, se siguen utilizando los cementerios para guardar los restos de los fallecidos y cobrar un montón de dinero. A no ser de que el cuerpo sea incinerado y las cenizas llevadas a otro lugar fuera del camposanto o panteón, como también se le denomina.
El primer día de noviembre es por lo general un día familiar en que se recuerda a los seres amados que nos precedieron en este camino. En algunos lugares, particularmente en México, se suele llevarle al difunto los potajes y bebidas con los que disfutaba en vida. Allí frente a su tumba, en medio de oraciones, recuerdos, risas y mucha alegría, se comparte con todos estas ofrendas. Dicen que es la manera de comunicarse con el alma del fenecido y recordarlo de una manera agradable. Contar anécdotas del marchito es una de las costumbres.
Hay que ir dejando un poco lo lúgubre y celebrar la vida del fallecido. Porque, por angas o por mangas, el final de la vida será indefectiblemente la muerte. Con razón o sin razón, judíos o cristianos, gordos o flacos, allá vamos todos. Felicidades. (FOTOS: Javier Lishner).
Javier Lishner
Santa Clara, California
1 de noviembre de 2009
4 comments:
A mi me gustan lso cementerios antiguos, onda presbitero o el new orleans, tienen algo que me llama la atencion..
Hola Canalla:
Te pareces a mi amigo Cabrera, para quien el Presbítero Maestro pareciera su casa. A mi también me gustan pero de día... jajajaja. Yo creo que cuando uno anda en busca de arte y no tiene dinero para ir a un museo, los cementerios -sobre todo, los antiguos com bien señalas- son la solución al problema.
Cuando vivía en Ica, hace varios lustros, nuestros vacilones por lo general o comenzaban o terminaban en el panteón, bajo las estrellas. Una locura. Pero esta vez que fui al de Santa Clara para sacar las fotos de esta nota, no eran ni las seis de la tarde, no habían viitantes y carajo que sentía que me miraban. Y como fui solo, como regresando a casa, traté de hacer la comisión lo más rápido posible... jajaja.
Un abrazo,
JL
Algunos cementerios antiguos como el Prebistero ya son museos,hoy en dia los cementerios son hermosos paarques con lagos,cascadas,harto paisaje,me parece con la intencion de recrear el paraiso,justo hoy temprano fuimos con la mfamilia a recordar a Papa al año de su partida.Interesante punto de vista que tienes sobre la muerte,sobre todo ese lado positivo que das a algoque representa lo oscuro y causa temor.Javier Crees en que existe algo mas alla de la muerte?.
En micaso trato de temerle,pero la verdad le tengo un inmenso respeto y de lejos mejor.
Luis de jesus maria
Hola Luis:
Honestamente, lo que sí creo es que no existe el "paraíso" y tanta tontería con que nos tiene la religión. De haber algo más allá de la muerte, habrá de ser algo que no creo que pueda imaginarlo.
Por consiguiente, como no me gusta perder el tiempo, vivo la vida al máximo. Y como creo que la muerte es parte de la vida, la viviré también al máximo. Y a quienes me hayan jodido durante la vida les jalaré las patas por el resto de sus días.
Un abrazo,
JL
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