The Who está embarcado en su primera gira mundial en más de dos prodigiosas décadas. Relata su historia que los únicos años que el grupo dejó la escena fueron entre 1982, en que oficialmente se despidieron, y, 1988, en que oficialmente volvieron... "porque no podían vivir sin tocar juntos". Y, sin incrementar sus cuentas bancarias más allá de las regalías, agregaría yo. Pero, claro, a nadie se le puede prohibir el derecho al trabajo, sobre todo, cuando es honrado.
Su alejamiento de los escenarios entre el 82 y el 88 tuvo una ligera interrupción, noble eso sí, cuando se reagruparon para el concierto de Live Aid, en el estadio de Wembley, en julio de 1985, la vez que Phil Collins tocó, el mismo día, en ambos lados del Atlántico gracias a las cualidades del otrora famoso Concorde franco-británico, el que fue lanzado el año que yo terminaba el colegio.
Pero, aunque seguían unidos, hubo otro vacío entre 1990 y 1996, año en que regresaron para escenificar Quadrophenia. Esa fue la primera vez que los vi. Y fue grande. John Entwsitle, como me lo imaginaba, tranquilo en el escenario; Pete Townshend, más pesado de lo que lo había visto en las figuritas, y, aquella vez, tocando la guitarra acústica y, Roger Daltrey, el cantante, a sus más de 50, haciendo aun delirar a las féminas, muchas de las cuales ya tenían más de una arruga. Y, para mí, además, Daltrey, cantando mejor que en sus tiempos de muchacho malcriado.
The Who, amén de ese par de vacíos que tiene en su haber, es una de esas bandas que, desde 1964, casi no ha parado de actuar. Y, en los últimos diez, en donde los hemos visto tres veces, han visitado no solo su patria, Inglaterra, y la Unión Americana, sino países como Australia y Japón, tal como sucedió hace dos años.
Los sobrevivientes. Pete y Roger durante el benéfico Live 8, en julio de 2005 (FOTO: Brian Aris/Getty Images)
El grupo, que en 2002 perdió a su bajista original de quien Bill Wyman una vez dijo: "John Entwistle es el hombre más tranquilo en su vida privada pero el más ruidoso en el escenario", ayer, en Philadelphia, inició la parte norteamericana de su gira mundial y, en noviembre, los tendremos por enésima vez en el barrio. En esta oportunidad, con Dino Palladino en el bajo. Los demás ya son conocidos: en batería, Zak Starkey, el hijo de Ringo, quien desde 1996 no deja el puesto, a pesar de sus múltiples ocupaciones; en teclados, el siempre leal John "Rabbit" Bundrick y, adelante, acompañando a su hermano en las guitarras, Simon Townshend.
Maximum R&B, uno de mis libros favoritos de The Who
Es un The Who reformado, es verdad, pero que no pierde la esencia del rhythm and blues que fue la semilla que los hizo germinar solo dos años después que sus compatriotas, los Rolling Stones. El grupo, que pudo superar la partida de Keith Moon en 1978, hace ahora lo propio después de que, en Las Vegas, hace cuatro años, el buen John se escapó sin avisarles.
La gira mundial de The Who debiera incluir algunos países latinoamericanos a los que, tengo entendido, nunca ha llegado la banda, acaso una de las más influyentes de la historia del rock and roll. Por el momento, todo lo que se sabe es que, hasta diciembre de este año, seguirán recorriendo los Estados Unidos de América con solo una intervención en Toronto, Canadá. Quién sabe qué les deparará el 2007.
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