MARTÍNEZ MOROSINI
Quién que haya crecido desde la llegada de la televisión al Perú, o antes, no ha escuchado alguna vez los apellidos Martínez y Morosini, juntos, aunque no fuere un apellido compuesto. Le pertenecen a Humberto Martínez Morosini, símbolo y rostro de la televisión peruana.
Ayer, que después de muchos años pude escuchar su voz mientras opinaba sobre la temprana partida de Álvaro Ugaz -el periodista que el fin de semana anterior tuvo un accidente en la carretera Panamericana Sur que terminó por quitarle la vida-, se me vinieron tantos recuerdos. No sólo porque fui un seguidor absoluto de Ampliación de Noticias, ese programa radial del cual don Humberto fue uno de sus pilares, sino porque su voz es algo que recuerdo desde casi toda la vida. Especialmente, en los programas informativos (como El Panamericano y 24 Horas) y, por supuesto, en las narraciones de los partidos de fútbol. Y allí, cuando en casa discutíamos quién era el mejor narrador, si Martínez Morosini o Rulito Pinasco. Don Humberto, identificado con los colores de Panamericana Televisión, y, Rulito, con los de su única competencia, América TV. Eran tiempos de gobierno militar y, amén del 7, el canal estatal, el 4 y el 5 eran los únicos canales comerciales que transmitían.
Humberto Augusto Martínez Morosini inició su carrera a mediados de la década del cuarenta en su natal Arequipa y, aunque estudió medicina en la Universidad San Andrés de La Paz, Bolivia, se dedicó por completo a los medios de comunicación. Fue uno de los locutores fundadores de Radio Panamericana de Lima en 1953 y trabajó en la televisora desde 1958, fecha de su fundación.
En 1985, mientras junto a Sammy Sadovnik (con quien justamente trabajábamos en Radio Panamericana) tratábamos de encontrar apoyo para una obra que solo iba a beneficiar a niños huérfanos del terrorismo en Huanta, Tambo y Huancapi, en Ayacucho, decidimos ir a buscarlo. Quisimos convencerlo para que fuera la imagen de la obra, pues nuestra relativa corta edad la veíamos como un posible impedimento para manejar tanto dinero. Además, sin la imagen que da la televisión -a la que posteriormente tendríamos acceso-, ni Sammy ni quien suscribe queríamos arriesgar el proyecto. Nos recibió afablemente en los estudios de Radioprogramas, en la esquina de Alejandro Tirado y la Avenida Arequipa, a una cuadra de donde hacíamos nuestra diaria labor en Buenos Días, Día.
La carrera de Martínez Morosini, como siempre se le llamó, estuvo básicamente entre la radio, la televisión y los escenarios. Aparte de haber conducido programas como Cincomanía, muchas veces lo vimos haciendo de Maestro de Ceremonias al lado de guapas presentadoras. Durante su carrera como narrador deportivo se le recuerda por haber popularizado frases como "aquí no pasa nada", "en el rincón de las ánimas" o "la número cinco", para referirse al balón de fútbol.
Años más tarde, en 2000, supe que llegó al Congreso. No sé a ciencia cierta si su labor fue productiva o no. Creo que don Humberto fue siempre muy profesional en lo que hizo y, hoy, a sus ochenta años, cumplidos hace dos semanas, solo hay que celebrarle una exitosa vida que, aunque él no lo quiera aceptar, fue referente para muchos de los que vinimos detrás.
Javier Lishner
Santa Clara, California
27 de marzo de 2009
Ayer, que después de muchos años pude escuchar su voz mientras opinaba sobre la temprana partida de Álvaro Ugaz -el periodista que el fin de semana anterior tuvo un accidente en la carretera Panamericana Sur que terminó por quitarle la vida-, se me vinieron tantos recuerdos. No sólo porque fui un seguidor absoluto de Ampliación de Noticias, ese programa radial del cual don Humberto fue uno de sus pilares, sino porque su voz es algo que recuerdo desde casi toda la vida. Especialmente, en los programas informativos (como El Panamericano y 24 Horas) y, por supuesto, en las narraciones de los partidos de fútbol. Y allí, cuando en casa discutíamos quién era el mejor narrador, si Martínez Morosini o Rulito Pinasco. Don Humberto, identificado con los colores de Panamericana Televisión, y, Rulito, con los de su única competencia, América TV. Eran tiempos de gobierno militar y, amén del 7, el canal estatal, el 4 y el 5 eran los únicos canales comerciales que transmitían.
Humberto Augusto Martínez Morosini inició su carrera a mediados de la década del cuarenta en su natal Arequipa y, aunque estudió medicina en la Universidad San Andrés de La Paz, Bolivia, se dedicó por completo a los medios de comunicación. Fue uno de los locutores fundadores de Radio Panamericana de Lima en 1953 y trabajó en la televisora desde 1958, fecha de su fundación.
En 1985, mientras junto a Sammy Sadovnik (con quien justamente trabajábamos en Radio Panamericana) tratábamos de encontrar apoyo para una obra que solo iba a beneficiar a niños huérfanos del terrorismo en Huanta, Tambo y Huancapi, en Ayacucho, decidimos ir a buscarlo. Quisimos convencerlo para que fuera la imagen de la obra, pues nuestra relativa corta edad la veíamos como un posible impedimento para manejar tanto dinero. Además, sin la imagen que da la televisión -a la que posteriormente tendríamos acceso-, ni Sammy ni quien suscribe queríamos arriesgar el proyecto. Nos recibió afablemente en los estudios de Radioprogramas, en la esquina de Alejandro Tirado y la Avenida Arequipa, a una cuadra de donde hacíamos nuestra diaria labor en Buenos Días, Día.
La carrera de Martínez Morosini, como siempre se le llamó, estuvo básicamente entre la radio, la televisión y los escenarios. Aparte de haber conducido programas como Cincomanía, muchas veces lo vimos haciendo de Maestro de Ceremonias al lado de guapas presentadoras. Durante su carrera como narrador deportivo se le recuerda por haber popularizado frases como "aquí no pasa nada", "en el rincón de las ánimas" o "la número cinco", para referirse al balón de fútbol.
Años más tarde, en 2000, supe que llegó al Congreso. No sé a ciencia cierta si su labor fue productiva o no. Creo que don Humberto fue siempre muy profesional en lo que hizo y, hoy, a sus ochenta años, cumplidos hace dos semanas, solo hay que celebrarle una exitosa vida que, aunque él no lo quiera aceptar, fue referente para muchos de los que vinimos detrás.
Javier Lishner
Santa Clara, California
27 de marzo de 2009
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