Tuesday, March 30, 2010

ÉRASE UNA VEZ EL PEDERASTA MACIEL

No son pocos los líderes religiosos que han tenido relación a casos de pederastía. Uno de ellos, posiblemente el más famoso de los recientes, es el caso del fundador de Los Legionarios de Cristo, la secta católica, conocida en los predios vaticanos como una congregación religiosa de derecho pontificio. La secta fue fundada en 1941. Según su propio sitio de Internet, "tiene como misión la extensión del Reino de Cristo en la sociedad según las exigencias de la justicia y caridad cristianas, y en estrecha colaboración con los Pastores y los programas pastorales de cada diócesis". La secta cuenta con más de 800 sacerdotes y 2,500 seminaristas, y orgullosamente anuncian que tienen casas establecidas en 22 países.


Su fundador fue el Padre Marcial Maciel, quien, en los sótanos prestados de una casa en la calle Turín, en México D.F., fundó la Legión de Cristo. El padre Maciel había nacido en Cotija de la Paz, Estado de Michoacán, en 1920. A los 16 años, abandonó su casa para trasladarse al seminario. Ocho años después fue ordenado sacerdote en la antigua Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la capital mexicana. Recién en 1946 comenzaría sus lazos con el Vaticano, cuando, en plena guerra mundial, conoció al Papa Pio XII. Un par de meses más tarde, en septiembre, el primer grupo de futuros legionarios llegó a España para iniciar sus estudios en la Universidad Pontificia de Comillas. Dos años después, el mismo Pontífice, con quien el líder religioso mexicano había empezado a hacer migas, le concedió la aprobación canónica conocida como el Nihil obstat.

Llegado 1950, se inauguró el Colegio Mayor de los Legionarios de Cristo, en Roma. Es la actual sede de la dirección general de la secta y del Regnum Christi, uno de sus más importantes tentáculos. En 1966, luego de haber fundado escuelas y alguna universidad, la Santa Sede bajo el mando de Pablo VI le otorgó la aprobación definitiva de la congregación por medio Decreto de Alabanza: Decretum laudis. Años después, al Cardenal Eduardo Pironio, el argentino más recalcitrante de la época, le tocaría firmar el decreto de aprobación de las Constituciones de Los Legionarios. Para ese entonces, era Juan Pablo II el jefe máximo de la iglesia católica. Esa fue una buena época para que sectas como Los Legionarios, y otras, levantaran vuelo.

Pero, muy por debajo de todos estos laureles, corrían acusaciones en contra del líder religioso. Y de ello habían sido testigos los papas Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI y los que vinieron después. No sabría decir si también Juan Pablo I, quien solo pontificó 33 días, antes de que extrañamente ameneciera muerto la mañana del 28 de septiembre de 1978. Porque el proceso en contra de Maciel, se había iniciado en 1956 (algunas fuentes señalan que en 1945), desde que comenzaron las acusaciones en su contra por haber cometido abusos sexuales con niños y adolescentes entregados a su amparo. Que no es lo mismo que entregados a su antojo.

Fue por ello que en 2005, el Padre Maciel, quien ya tenía una avanzada edad, declinó a ser reelecto como director general de la secta. Al año siguiente, la Congregación para la Doctrina de la Fe lo invitó a "una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público". El abusador tenía 86 años. Y fue castigado con "una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público". Pobrecito, le jodieron su futuro. Todo sea por el Reino de Cristo. Murió un año después.

Lo de sus hijos, es otra historia.

Javier Lishner
Santa Clara, California
4 de abril de 2010

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