Tuesday, May 06, 2008

EL OVNI QUE VISITÓ EL CIELO DE LIMA


Cinco hermanos se preparan para pasar la Navidad en casa de la abuela. Dos mascotas, en la oscuridad de la noche, quieren seguir jugando con los muchachos. Una de ellas es Kitty, cariñosa perra de raza collie, con un parecido a Lassie de la televisión. La otra es Fraya, nombre con que alguna vez la familia paterna había llamado a uno de sus canes. Fraya es doberman y, aunque no es tan maciza como Kitty, sabe defenderse muy bien. Y, a diferencia de los rumores que escuchan sus jóvenes dueños, sí ve, huele y reconoce perfectamente en la oscuridad de la noche...



Es 24 de diciembre. Una canción de Robertha Flack se transmite en una de las dos emisoras que los muchachos solían oír en casa. En realidad, a pesar de que todos tenían afición por la música, solo dos andaban ferozmente detrás de ella: el mayor y el cuarto. La melodía que suena lleva por título, "Killing Me Softly With His Song", y había sido compuesta por Charles Fox y Norman Gimbel. Sin embargo, paradójicamente, no sería ni el mayor ni el cuarto, el que la llevaría a casa, en disco 45 del sello Atlantic.

Las dos mascotas saltan y ladran en la azotea, mientras los hermanos se alistan para la Nochebuena. Las dos caninas andan desenfadadas con tanto ruido que viene de afuera, de cohetecillos, cohetones y de rascapiés, una mezcla pirotécnica detonante de fabricación artesanal, compuesta de sustancias explosivas. Los rascapiés ya habían matado a niños, o porque terminaron quemados o porque se los metieron a la boca sin saber qué eran.

En el Perú, el año 1973 iba terminando con el mismo gobierno militar que había tomado el poder en octubre del 68, cuando el general Velasco Alvarado destituyera al presidente electo Belaunde Terry enviándolo al destierro. En Chile, el vecino del sur, ese mismo año había sucedido lo propio con el general Pinochet quien defenestró al presidente constitucional Salvador Allende. Tiempos de uniformes, botas, galones y, claro, represión. Los muchachos, principalmente los dos menores, aún no entendían mucho de eso.


"In this final battle, there are many agents of hell loosed upon Earth. They are traveling in transports. Do not be won over to a false theory of life beyond the heavens, other than the Kingdom of God. Know that it is Satan who sends these vehicles before you. They are to confuse and confound you. These objects that take flight across your Earth are from hell. They are only the false miracles of your times... Recognize them, my children; they are not a figment of man's imagination. They are present in your atmosphere, and they will become more dominant as the fight goes on for the souls."

- Our Lady of the Roses. December 24, 1973.


Era ya noche y una fuerte luz aparece en el cielo. El cuarto de los hermanos, que desde pequeño iba tomando nota de las horas, las fechas, y cuanta cojudez podía, aparte de todos los rankings de su radio favorita, se percata que son las ocho y quince. Mientras uno de ellos termina de alistarse en el segundo piso, los otros, desde la azotea, observan el fenómeno en el cielo. Una luz de color naranja en forma de platillo volador, no podía ser ni un pájaro ni un avión, ¡ni Superman! La cosa esa, a velocidad, desaparece.

Exactamente una hora después, a las 9:15 p.m., el artefacto vuelve casi desde la misma dirección. Se acerca muchísimo con respecto al que se había manifestado una hora antes. Las dos mascotas ladran sin parar. Volvían a avisorar al elemento. Ambas, con sus patitas delanteras apostadas en un muro, no hacen más que mirar al objeto volador que, los cinco hermanos, habían identificado. No existían ni cámaras digitales ni teléfonos celulares que pudieran certificar lo que los muchachos iban viendo; solo un televisor en blanco y negro en el primer piso, y radios a transistores o a tubos en cada habitación. Mudos, los cinco hermanos escuchan los ladridos de sus mascotas que solo acaban cuando, por segunda vez, se oculta el mencionado objeto.

Quince minutos después, como certifica el reloj en la muñeca izquierda del cuarto de los hermanos, la máquina de tono naranja oscuro vuelve a aparecerse. Y lo haría por última vez. Parecía despedirse. Eran las nueve y treinta. Tras un momento de espera, todos bajan para intercambiar impresiones. Papá y mamá no están en casa, lo que hace la historia aún más tenebrosa.

Estación espacial norteamericana Skylab.

Una semana más tarde, como era costumbre, la familia toda parte a la playa a recibir el Nuevo Año. En la noche, cerca de la fogata, los tíos se reúnen y, entre cigarrillos y uno que otro trago, conversan. Los muchachos juegan detrás de las carpas y, uno de ellos, el cuarto, se queda cerca escuchando sus cuentos. El tío Manuel relató uno que le puso los pelos de punta. Porque alguna vez tuvo pelos. A su turno, el padre de los muchachos comparte la historia de sus cinco criaturas sucedida tan solo la semana anterior. Y es cuando interviene uno de los interlocutores, con ese dejito tan limeño de autosuficiencia: "¡No hermano!, ese debe haber sido el Skylab". Al cuarto de los hijos, que seguía allí semi escondido, le provocó interrumpir. No pudo. Solo pensó en su interior, "si únicamente este idiota supiera que el Skylab es una estación espacial y no un platillo volador...". En realidad, el Skylab fue la primera estación espacial que ese año lanzó Estados Unidos y, aunque estuvo en órbita hasta 1979, ni su luz ni su forma, ni su color, ni su cercanía, pudiera haber sido confundida con un objeto como el que los muchachos habían visto.

La calma volvió esa noche a la cabeza del cuarto de los hermanos, cuando al rato alguien dijo: "Yo también escuché esa historia del OVNI el día de Navidad". Ya era 1974. Y, como era costumbre cada primero de enero, los disc jockeys de Radio Miraflores, dirigidos por
Diana García, a partir de las nueve de la mañana irían a presentar las 100 mejores canciones del año. Al caer la tarde, coronaron en el primer puesto al tema de Robertha Flack, el que ya teníamos en casa bajo el sello Atlantic. En los Estados Unidos, el disco en cuestión se había publicado el 21 de enero, por esos azares de la vida, el día del cumpleaños del cuarto de los muchachos. Al día siguiente de la visita del OVNI, en Navidad, con pena, nos enteramos que la otra abuela había partido.

Javier Lishner
Santa Clara, California
6 de mayo de 2008
NOTA RELACIONADA:
- La historia de siempre,
EL HERMANO MAYOR

4 comments:

Mike Mantilla said...

Supongo que el próximo post tratará sobre "un ovni en mi jardín" de Soda Ste..perdón, el grupo TRAMA.

un abrazo Javier

Eagle

Javier Lishner said...

No creas que no lo pensé mi estimado Eagle. Pero Trama así como se reunió para hacer su disco De Colores en 2007, se separó nuevamente. Así que mejor lo dejamos ahí.

Saludos,

JL

Anonymous said...

Me encantò! A mi me gustaba el rascapiès... y nunca me queme jeje
Nunca he visto un OVNI ni siquiera uno falso. He estado de viaje y he tenido que ponerme al dia.
Sigue escribiendo que lo haces muy bien!
Rossana

Javier Lishner said...

Gracias Rossana por tus buenos deseos. Y por visitar el blog.

Saludos,

JL