EL DÍA QUE QUISE VOLVER A LA PATRIA

Esta semana, en Rock Around the Blog, volvió a aparecer el nombre de la mujer peruana más popular fuera del Perú durante los últimos tiempos. Aquella que nunca supe de dónde salió pero que me la presentaron imaginariamente en la calle, un día de los noventa. Yo, que había estado en los medios de comunicación peruanos cuando la única Laura era la hija de Tito Reyes y de la inolvidable Noemí del Castillo, regresé raudo a casa para investigar de quién se trataba. Lo primero que encontré fue a una doctora Laura, que nada tenía que ver con la abogada de los pobres, de la que me habían hablado en la calle. Era la doctora Laura Schlessinger, popular figura de la radio norteamericana, y rubia natural. Luego descubrí a la compatriota y, días después, vi su programa de televisión. Desde el primer momento di mi opinión acerca de esa porquería que presentaba. Como todo en la caja boba, claro está, el programa fue cambiando (evolucionando sería normalmente el término). Mi opinión siguió siendo la misma. Más tarde se descubrirían sus vínculos con la corrupción, y su recordado encierro. La Reina de la Farsa, dijeron, recibía financiamiento de la corruptela para su fundación de apoyo a mujeres y niños maltratados. Mejor los dejo con la historia de agosto pasado.

Lo único que faltaba

LAURA BOZZO EN PISCO

Que un brigadista pisqueño le dé la oportunidad de hablar a cualquiera no está en discusión. Que una presentadora de televisión de capa caída, quiera utilizar la tragedia del terremoto para levantar su imagen, sí que está pésimo.

Y cuando ya nos encontrábamos listos para retomar lo nuestro, la música, sale Laura Bozzo a hacer sus conocidísimos escándalos a costa de los más necesitados. Y, ellos, por supuesto, por la misma necesidad, caen en el juego de la pelipintada.

Imágenes tomadas del programa Magaly TV.

Espero que sea la única y última vez que este blog se ensucia con el nombre de esa zamarra, procesada por sus vínculos con Vladimiro Montesinos, personaje siniestro de la política peruana. Que esté libre paseando en Pisco con micrófono en el pecho y una cámara de Televisa detrás, no me asusta. Lo que si me asusta es que quiera movilizar de una manera grotesca, y sin ninguna consideración, al pueblo pisqueño. Debe saber esta señora de las cinco décadas, que cualquier persona que vaya al lugar en busca de interrogantes encontrará las mismas respuestas: "no hemos recibido nada, señorita". Y lo sabemos desde el primer día, el gobierno no ha tenido un manejo eficiente.

Pero, de ahí a aparecerse como una autoridad y discutir de tú a tú con un brigadista que todo lo que hace es dar su tiempo para socorrer a sus paisanos, tampoco. Además, al provocarse la discusión (que es lo que ella buscaba... para Televisa, por supuesto), una vez más, apoyándose en la necesidad de la gente, mirando al brigadista dice: "esos son los que se roban las cosas". ¿Puede probar esta mujer que el brigadista es ladrón? No obstante, lo peor vino después.

A nadie que esté colaborando con una tragedia como la del 15 de agosto pasado, le gusta que lo llamen ladrón. Y, menos, en público, y ni si quiera sabiendo su nombre ni su posición. Eso no solo es ofensivo sino que se llama difamación. El brigadista, difamado y ofendido, cae en el juego y le contesta: "Yo no le robo al pueblo, ni estuve con Vladimiro para comerme la plata del pueblo". Casi lo mismo que yo le hubiera contestado. Y salta la mosca pelucona que la sigue a todos lados, el argentino ese que le mantiene el espíritu joven, y agrede al brigadista, mentándole la madre. O sea, casi una nueva versión de ese asqueroso show que fue la vergüenza de quienes vivimos en el exterior.

Ahora bien, ¿debe un extranjero meterse en un lío como este sin el más mínimo de respeto por el país donde come y caga? Perdón, donde come y caga gratis? Debemos los peruanos aceptar que un turista (porque ni visa de trabajo creo que tiene), perdón, un turista sin profesión ni empleo conocido, llegue a amedrentar a los nuestros y en territorio propio? Y, además, en medio de escombros... Qué diferencia con la María Reiche extranjera que, a pocos kilómetros de Pisco, en Nazca, hizo todo lo contrario de ese piojoso. Llevó cultura y educación, trabajo y amor por lo nuestro y los nuestros.

Verdaderamente que ver al argentino agrediendo en Pisco a un brigadista local (¡local, todavía!), y escuchar hablar a su tía de que "falta un Comité de fiscalización...", son cosas que, a veces, me hacen pensar en volver a la Patria.

Javier Lishner
Santa Clara, California
25 de agosto de 2007