Monday, October 20, 2008

BILLY IDOL: El ídolo rebelde

Trabajaba en Radio Miraflores de Lima cuando llegó el primer simple de Billy Idol. Era del sello Chrysalis, y pertenecía a su inicial disco solista, un EP de nombre Don't Stop. Se llamaba "Dancing with Myself". No obstante, el boom del cantante inglés me tocó pasarlo, poco tiempo después, mientras estuve en Radio Panamericana. Supongo que las mejores fotos que le tomé fueron aquellas que se me perdieron en una calurosa, ardiente y casi canicular noche de festival, en Rio de Janeiro, luego de ver a Santana y antes de INXS. A pesar de la tragedia, esa, se convirtió en la velada de rock más fascinante que jamás experimenté.


A Michael Hutchence y a Billy Idol, aquella vez, los tuve tan cerca que me tocó constantemente retroceder para que sus imágenes cuadraran bien en la cámara. Pero, las noches locas de esos tiempos que no volverán, hicieron que un par de rollos se desvanecieran para siempre. Y con ellos, las gráficas de ambos artistas y sus respectivos espectáculos.

Luego del mencionado disco sencillo, y antes de recibir el long play, llegó otro 45 que contenía una fresca versión de un viejo tema de Tommy James & the Shondells: "Mony, Mony". A fines del 82, aún en la radio de Miraflores, recibimos "Hot in the City", y cuando apareció su primer álbum, llamado Billy Idol, yo ya había cambiado de estación. En Panamericana, y en otras como Studio 92 -que fue la que lo relanzó- "Dancing with Myself", como se dice, reventó el dial. Y "Mony, Mony", y "Hot in the City", y, por esos días, casi cualquier cosa que llevara la firma de "el barón británico".

William Broad, su nombre original, había nacido en Stanmore, Middlesex, en noviembre de 1955. Mientras bordeaba los veinte, se unió a Tony James, con quien había estado tocando y, junto a otros dos (John Towe y Bob Andrews), formaron Generation X. Corría el año 1976. Luego de tres discos con G-X, se mudó a Nueva York donde conoció a Steve Stevens. Con Stevens, y con la convicción de seguir una carrera solista, la historia de Billy Idol dio un repentino giro.


A fines de 1983, aparece su segundo álbum, Rebel Yell, grabado en los neoyorquinos estudios Electric Lady, los mismos que en 1970 había fundado Jimi Hendrix. La producción se la dejaron a Keith Forsey, el inglés que había tenido tanto éxito en la década anterior -al lado de Giorgio Moroder- produciendo a una bajita cantante de nombre Donna Summer.

Se dice que Rebel Yell fue grabado en solo tres días. De ese álbum sobresalieron "Eyes Without a Face", "Flesh for Fantasy" y el título principal del disco. La cadena MTV jugó un rol importante en el suceso de esa placa. Dos años después llegó Whiplash Smile, del que se escuchó "To Be a Lover".

Vital Idol, en vivo, fue publicado en los Estados Unidos en 1987. Y, tres años más tarde -nuevamente de la mano de Forsey-, Charmed Life apareció en el mercado. Fue ese disco el que nos tocó ver en directo. Si bien es cierto que "Cradle of Love" fue el caballito de batalla, el que, incluso, le hizo ganar uno de esos premios de alfombra roja; "Prodigal Blues" fue mi favorito. "L.A. Woman", el clásico de Morrison, Manzarek, Krieger y Densmore, también llegó envuelto en ese producto. Poco antes, en febrero del 90, mientras Billy Idol regresaba del estudio a su casa en motocileta, había tenido un serio accidente cuando fue arrollado por un automóvil. Ese evento le impidió continuar participando de la película The Doors que dirigía Oliver Stone.



"Rebel Yell" en Brasil. Enero de 1991.

Lo que vino después de Cyberpunk, aparecido en 1993, fueron recopilaciones y un par de discos sin mayor trascendencia. Durante esos años, en octubre de 1996, nos tocó verlo en el HP Pavilion de San Jose, que todavía era virgen y se llamaba San Jose Arena. Era la gira de The Who con Quadrophenia, en la que Idol hizo de the Bellboy. Al día siguiente, aprovechando su estancia en la Bahía de San Francisco, Neil Young lo invitó a participar en el Bridge School Benefit que, ese mismo fin de semana, se celebraba en Mountain View. Y lo vimos nuevamente, aquella vez, sentado, con guitarra sobre sus piernas y haciendo un set acústico.

La historia de Idol continuó entre presentaciones, entrevistas y alguna que otra producción televisiva o cinematográfica. Su último disco, Billy Idol: Happy Holidays, lo grabó en 2006 e incluyó algunas de las más tradicionales canciones navideñas; entre ellas, "Silent Night", "Jingle Bell Rock" y "Santa Claus Is Back In Town". El otro yo del ídolo que había arribado tan rebelde a Radio Miraflores a fines del 81, había quedado de lado. Claro, veinticinco años habían pasado.

Javier Lishner
Santa Clara, California
20 de octubre de 2008

6 comments:

Javier Vasquez L said...

De Billy Idol siempre detesté "Dancing with myself" estan repetitiva y sosa que hasta en el cd de "greatest hits" que me hice, ni la incluí. Es horrible.

Adoro "Prodigal blues", creo q su mejor tema. Y su version de "LA Woman" no desentonó nunca.

Me dió un poco de palta verlo en "The wedding singer", la pelicula de Adam Sandler, creanme que no lo reconocí, pensé que era un imitador. Pero era él.

Mike Mantilla said...

En the Wedding Singer, Billy es el mismo, inclusive en su alcoholismo.
En cuanto al himno onanístico Dancing with myself, pues sí, hoy suena detestable y simplón, pero en su momento fue encumbrado por el público joven y, quiéranlo o no, no puede faltar en ningún Greatest Hits de William.

un abrazo

Javier Lishner said...

Hola Javier:

Veo que coincidimos en gustos, por lo menos en cuanto a Billy Idol. "Dancing with Myself" no la destesté pero sí me parece repetitiva y sosa. De "Prodigal Blues" ya escribí.

Idol nunca fue un artista favorito pero su música -por lo menos la ochentera- simpre me sonó bien. La de Navidad me parece aberrante.

En cuanto a su enérgico show del 91, el que al lado de Santana e INXS fue el más fascinante de mi carrera, no solo fue por los artistas sino por una comunión de diversos factores que se dieron aquella tarde. Y cuando todo se da al mismo tiempo... solo hay que pasarla bien. Porque como show, hubo otros mucho mejores.

Un abrazo,

JL

Javier Lishner said...

Así es, Eagle. El juega su mismo personaje.

En cuanto al "Dancing with Myself", es cierto, hoy suena trillada y simplona, pero no en aquellos días en que era fija en fiestas y discotecas... y Amautas y Plazas de Acho.

Lo que yo mas bien detesto son los Greatest Hits. Aprendí a escuchar las obras completas, muchas de las cuales (creo que la mayoría) tienen un concepto, de tiempo, de nivel de los músicos, de líricas, etc. En fin, Cuestión de gustos y preferencias.

Saludos,

JL

Anonymous said...

Billy Idol, a mi en lo personal me recuerda los excesos que cometi en mi juventud en los 80,pongo de testigo el viejo carro de mi Papa donde la musica de Idol,police,the cure,Kiss etc reventaba por las calles.incluso cuando nos juntamos de vez en cuando con los viejos amigos recordamos esas lindas epocas.Como me gustaba comprar 45 y luego cassetes,tenia varios de Billy Idol,llegue a tener el concierto que mencionas del 91,pero a mi en lo particular mas me gustaba su cover de mony mony y la version en vivo de L.A Women y Baby talk.Justo dicen que esta por venir al Peru,despues de 20 años que revento aca.El otro dia me compre el acustico en DVD del 2001 por recomendacion de un amigo donde estan sus mejores canciones y uno que otra sorpresa,y tiene una linda version de eyes without a face.
Lindo recuerdo que me traes Javier,ahora tengo algo mas que contarle a mi hija sobre mi epoca
Luis de Jesus Maria

Javier Lishner said...

Hola Luis:

Has mencionado "Baby Talk", claro que fue otro de los temas de Idol que sonaron por aquel entonces. Y otro fue "White Wedding", que estuvo entre mis favoritos.

Escribes de los excesos de tu juventud. Creo que todos los que crecimos en los ochenta cometimos excesos. No lo dudo. Pero, eso sí, estamos perdonados, porque salimos bien de esa.

Un abrazo,

JL