Despertamos la mañana del 19 de enero de 1991, con música en la cabeza. Habíamos llegado al hotel, esta vez el Othon Palace -también en Copacabana-, luego de haber asistido, la noche anterior, a la inauguración de la segunda versión del festival Rock in Rio, en Brasil.
Cucho Peñaloza en O Globo. 17 de enero de 1991.
En aquella oportunidad, a diferencia del primero -en enero del 85-, el grupo de peruanos fue más grande. Por ejemplo, a la ida, me tocó viajar en el mismo avión con Pepe Loayza, músico peruano, profesional, guitarrista virtuoso y mejor amigo, con quien vivimos parte de esos inolvidables días del verano carioca. Allá nos tocó conocer a compatriotas como Fernando Flores y el recordado "Mono" Pardo Figueroa, tan rockeros como nosotros, quienes habían viajado con el mismo propósito. Y todos tratamos de no perder ni un minuto de tan preciado acontecimiento.
[LA PRENSA Y EL MARACANÁ] Mi primera impresión al llegar esta vez a Rio fue ver una foto de Cucho Peñaloza en medio del Maracaná publicada en O Globo, el más importante diario local. A Cucho no lo conocía personalmente pero había oído de él en Lima. La fotografía que publicaba el periódico carioca era en alusión a los hombres de prensa que de todo el mundo iban llegando para tan anunciado evento. La organización había invertido varios millones de dólares para renovar las vetustas estructuras del estadio Mário Filho, inaugurado el 16 de junio de 1950 para la Copa del Mundo de ese año. Allí, en medio de la cancha donde alguna vez Garrincha y Pelé habían hecho diabluras, y donde un once charrúa escribió el Maracanazo, estaba el hombre de prensa peruano.
Johnny López, el amigo de casi toda la vida, y compañero de más de una de estas aventuras, también había envuelto sus chivas y arribado a la ex capital brasilera. El popular "Gato Esteban", sabía desempeñarse muy bien en esos menesteres. Reynaldo Aragón Jr., quien trabajaba en Canal 13 de televisión, también hizo lo propio, aunque unos días después de iniciada la batucada. Recuerdo que me tocó acompañarlo a acreditarse. Y así como Reynaldo llegó iniciado el festival, también se fue antes de que terminara. Creo que la noche de Sepultura, Queensrÿche, Megadeth, Judas Priest y Guns N' Roses, lo hizo regresar más rápido de lo que originalmente había planificado. Y no es broma. Afortunadamente, pudo volver a Lima después de haber visto el show de los New Kids On The Block. Y, desde Santiago, una peruana, Leslie Ames -alguna vez periodista de la revista Gente-, también había llegado para inmiscuirse con envidiable naturalidad entre la crema y nata de los artistas.
Vista aérea del primer día en el Maracaná. (FOTO: Javier Lishner).
[CLIFF: EL PLAY DE HONOR] En el plano internacional, la inauguración le correspondió a Jimmy Cliff. El artista jamaiquino, conocido en Brasil como músico y activista, apareció en escena cuando empezaba a ponerse el sol. Durante su set interpretó, entre otras, "Reggae Night" y "No Woman, No Cry". Y al igual que lo harían varios de sus colegas a lo largo de los siguientes diez días, Cliff aprovechó la tarima para lanzar mensajes de paz. La guerra del Golfo Pérsico acaba de comenzar, justamente, la noche que habíamos dejado el aeropuerto internacional de la capital peruana. De todos esos mensajes que hubo, el que más recuerdo fue el de Axl Rose, el cual, honestamente, nunca esperé. Y lo hizo esa vez antes de interpretar "Civil War". Jimmy Cliff, aunque un poco más profundo que el vocalista de Guns N' Roses, posiblemente por su mismo origen, le dedicó mucho más tiempo al tema de la guerra. "Save the Planet Earth", y su longa introducción en favor del medio ambiente, es uno de esos recuerdos que tenemos registrados para la posteridad.
[HAY: ¿QUIÉN PUEDE SER AHORA?] Creo que hasta esa noche del 18 de enero de 1991, nunca me habían tomado, como se dice, del cogote. Le había tocado a Colin Hay, vocalista de Men at Work, continuar con el horario del festival. Como quiera que el cantante de origen escocés aún era la voz, líder y compositor principal del combo australiano tan popular durante los años ochenta, su repertorio se basó en los conocidos "Down Under", "Who Can It Be Now?", "Overkill", y otros más. Y mientras la guardia de seguridad bailaba al ritmo de tan populares canciones, no se me ocurrió mejor idea que subirme al escenario que, desde el pit de prensa, estaba muy cerca. Allí, en frente de doscientas mil personas y con mucho ruido, me agaché y presioné el botón de la cámara. Escuché un grito y, acto seguido, hice otro click. Cuando me prestaba a voltear para averiguar la procedencia del grito, un guardia de seguridad como del doble de mi tamaño, y dos veces más oscuro, me tomó del cuello con su manota derecha e intentó sacarme. A ese punto, en cuestión de segundos, mientras Colin seguía con su sonsonete de canciones, las palabras no valían nada. Mostré mi credencial como para hacer tiempo, mientras pedía que me dejara tomar um mais, pero, por supuesto, me la negó. Me solté y la tomé desde ese costado del escenario. Me imagino que no me pateó por ser buena gente pero debo decir que, orgulloso, bajé por mis propios medios... aunque una inmensa sombra me siguió por varios segundos. Colin se despidió y, mientras los parlantes del estadio transmitían música de Eric Clapton y Robert Palmer, anunciaron al siguiente. Una leyenda sobreviviente de Woodstock.
Colin Hay (izq.) de colores y con guitarra acústica. (FOTO: Javier Lishner).
[CON UNA AYUDITA DE COCKER] Quién no ha visto o escuchado "With a Little Help From My Friends", en la versión 1969 de Joe Cocker en Woodstock. Fue Cocker quien puso ese tema en el primer lugar de las listas antes que sus propios cultores, los famosísimos Beatles. Si la una fue mejor que la otra, es una opinión tan personal que cualquiera que fuese la respuesta merecería todo el respeto. Pero ahí estaba la leyenda inglesa del Woodstock 69, con un saco oscuro que, cuando se lo quitó, quedó tan floreado como veintidós años antes cuando se presentó en Bethel, New York, y comenzó a hacer historia. Hasta hoy creo que esa debe haber sido la vez que más concentrado anduve delante de un artista. Allí, muy cerca de donde el cantante se dirigía a su público, estaba yo, esperando el momento de canciones como "Cry Me a River", "You're So Beautiful", "Darling Be Home Soon" y "Feelin' Alright", posiblemente, ninguna compuesta por él, pero que tuvieron sus quince minutos de fama, bajo sus cuerdas vocales. Cocker se había caracterizado por cantar temas de otros. A "With a Little Help From My Friends" la fue dejando para el final, y cuando se escuchó sus primeros acordes, el Maracaná se remeció por primera vez. Hizo una magistral versión de "Unchain My Heart" y otra clásica escrita por Randy Newman, "You Can Leave Your Hat On". Cocker pasó largamente el examen, y comenzaba a sentirse el aplomo del festival.
[PRINCE Y ALGO MÁS] La noche anterior al debut de Prince, me encontraba en el Maracaná arreglando unos asuntos de prensa. Los camerinos del famoso estadio habían sido acondicionados para el área periodística, con computadoras y el servicio de Unisys. Aunque es verdad que para nuestra labor cotidiana todavía utilizábamos las tradicionales máquinas de escribir. Alguien con quien había quedado en verme, que no era Lea Penteado -la directora de prensa-, no aparecía. En realidad, nunca apareció por no decir que me dejó plantado debajo del inmenso coloso en el que Didí, el otrora entrenador de una de las mejores selecciones peruanas de fútbol y gran jugador brasilero, se convirtió en el primero que marcó un gol en su gramado.
Con Pepe (der.) y un fan en Asunción, camino a Rio. (FOTO: Javier Lishner).
Bordeando las 11 de la noche, mientras no me resignaba a creer que me habían hecho ir en balde hasta el Maracaná (que no está ubicado en la zona más residencial ni segura de Rio), escuché una bulla que sacudió un poco el estadio. El ruido, que venía de afuera, me hizo salir raudo al campo de juego. Allí, en frente, me topé con la "rubia suicida" en vivo. INXS estaba tocando "Suicide Blonde" como parte de su prueba de audio. El grupo australiano, con su vocalista, el famoso Michael Hutchence, de momento, me hizo recordar a algunos grupos peruanos con quienes había estado en prácticas de sonido en mi país. Y es que INXS detenía su música a cada momento... que más altos, que más bajos, que más volumen a la guitarra, que la voz no se escucha, que la tarola, y sus interminables exigencias técnicas, que ya me las había aprendido de memoria. Exigencias muy respetables, por cierto. Me quedé el tiempo que duró la prueba, desafortunadamente, sin cámara de fotos. Terminada su sesión, volví a los camerinos con una ligera esperanza de encontrar a mi interlocutor en esa área acondicionada para la prensa.
Sentado, viendo unos periódicos que alguien había dejado en una de las largas mesas designadas para nosotros, volvió el ruido. Esta vez, con más experiencia, no fui sorprendido y salí con paso seguro. Era el turno de Prince, el músico al que había tenido oportunidad de presentar tantas veces en mis programas de Radio Panamericana desde que lanzó su primer disco, Purple Rain, el año anterior. A diferencia de INXS y mis amigos, los músicos peruanos, la prueba de sonido de Prince fue más como un ensayo final. Allí no hubo cortes, o que el micrófono o que la tarola. Esa medianoche vi casi el mismo show que el artista de Minneapolis haría al día siguiente delante de doscientas mil personas. Un ejemplo de profesionalismo que seguramente nunca más volvería a ver. Y, mientras casi solitario desde el césped admiraba a Prince, corría en mi mente la idea de que él había sido para los ochenta lo que Hendrix para los sesentas y Bowie para la década que le siguió. Esa suerte de músicos, a veces incomprendidos, por adelantarse un poco a su tiempo. Pero admirados, al fin.
Credencial oficial del Rock in Rio II.
Prince cerró la noche del 18 con esa actuación en la que mostró exquisitas canciones como "Nothing Compares 2U" y "Purple Rain", y bailables como "Let's Go Crazy" y "Kiss". Desde su arribo -al igual que Rod Stewart lo había hecho seis años antes-, engreído, enigmático, y hasta pedante; pero, al igual que el inglés en el primer Rock in Rio, espléndido, mirífico, encantador en el escenario. Erótico, sensual, mañoso. Soberbio. Serían cerca de las tres de la madrugada cuando dijo "hasta luego". Porque volvería seis días después, para actuar la misma noche de Santana, quien tendría como invitado al no menos famoso Pat Metheny.
La mañana del 19 -mientras desde Londres recibíamos el fax de Bill Curbishley anunciando la cancelación de las actuaciones de su representado, Robert Plant-, empezamos a prepararnos porque a escasas horas volveríamos al campo de juego para enfrentar a Santana, Billy Idol y, otra vez, a INXS. De eso hace 17 años.
Javier Lishner
Santa Clara, California
19 de enero de 2008
7 comments:
Genial.. no olvides de contarnos lo de los hermanos Cavalera y compañia, lo de Wham... y el debut de Matt Sorum.....
Ernesto:
Por coincidencia el viernes estuve escuchando Soulfly, el grupo que hizo Max Cavalera luego de irse de Sepultura. Lo de Wham me imagino que fue el reencuentro de George Michael con Andrew Ridgeley. Y el debut de Matt Sorum con Guns N' Roses... en efecto, sucedió en ese evento.
Un abrazo,
JL
Hola. Quizás te interese ver este video recordando viejos tiempos, ya que mencionaste a Frágil.
http://www.elgonzi.com/2008/01/video-fragil-la-del-brazo-en-vivo-en.html
Un abrazo
E.G.
Disculpa, el link es muy largo. Prueba con este:
http://tinyurl.com/22wy59
Hola El Gonzi:
Buenos recuerdos de esa temporada. Creo que el año en que 1160 hizo esos shows fue 1991.
Un abrazo,
JL
Qué buena crónica¡¡
una cosita: la peruana lesli no era también la esposa del manager de los prisioneros?
Así es, mi estimado Anonymous. Es la misma Leslie de la cual hablamos.
Saludos,
JL
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