A Ernesto Samamé
CUANDO EL AMIGO SE VA
Ernesto, finalizado el II Encuentro del rock realizado en el Perú. Radio Miraflores, febrero de 1987 (FOTO: Víctor Becerra/Archivo Perú Rock).
Cuando hace muy pocos días, a través del respetable Rulli Rendo, me enteré de lo delicado de la salud de Ernesto, lo primero que se me vino a la mente fue su lealtad, su sonrisa y su perseverancia. Porque, para quienes tuvimos la suerte de conocer al bajista peruano, esas fueron algunas de sus características.
Miembro de una generación de guerreros surgidos durante la década del sesenta, Ernesto Samamé, al igual que Jean Pierre Magnet, Saúl Cornejo, Manuel Cornejo, Carlos Guerrero, Gerardo Manuel, Walo Carrillo, Pico Ego Aguirre, Bo Ichikawa y Miguel Flores, entre otros, representaba la historia de nuestro rock. Su vida, entregada a los escenarios, a las notas musicales, a los estudios de grabación y, especialmente, a su instrumento, el bajo, deja un ejemplo para las nuevas generaciones.
Recuerdo el interés con el que participaste -al lado de Chachi Luján, Pico, Gerardo, Octavio Castillo y otros talentosos artistas- de aquella reunión del 2 de julio de 1985, en los viejos estudios de Radio Panamericana, en la calle Mariano Carranza, cuando se lanzó la idea de unir a artistas nacionales (de todos los géneros) para ayudar a los niños huérfanos del terrorismo en Ayacucho, obra que, a pesar de los años, aún continúa.
Recuerdo tu activa participación -al lado de Gerardo, Álamo Pérez-Luna, el "Chino" Alberto Chong, Nina Mutal, Julio y Juan Carlos Caipo, Pico, Dante Tirabanti, Coco Silva, Luciano Figallo, Ricardo Silva, Dudó, Retorno Breve, el "Mono" Landavere, Danai, Rafo Ego Aguirre, Rio, Doble A, Pepe Ortega, Julio Andrade, Frágil, y muchos más-, en cada uno de los Encuentros del Rock realizado en el Perú, que tuvieron como sede los Estudios RPM, de Miraflores, y que fueron transmitidos en directo, durante tres años consecutivos (en 1986, en 1987 y en 1988), a través de las dos frecuencias de Radio Miraflores.
Recuerdo algunos de los viajes de la Gira Perú Rock 88 pero, en especial, la primera salida a Chiclayo y Piura, cuando viajaste como parte del grupo de los entonces populares Yesabella y Beto Danelli. Allí, como de costumbre, anduviste acompañado de otros nombres de la talla de Tavo Castillo, Alberto Chong, Lucho Guimet y de tu hermano Ricardo.
Recuerdo aquella vez cuando, en junio del 87, nos tocó encontrarnos en Chimbote con motivo de la Feria anual de la ciudad, y, después del espectáculo, nos quedamos hasta altas horas de la noche conversando con Sammy Sadovnik, sobre astros, la vida extraterrestre y el Cosmos, que era otro de tus intereses.
Recuerdo, finalmente, tu apodo de el "Perrito" cuyo origen nunca supe. Me imagino que alguien te lo acuñó por su impedimento para pronunciar la letra "r". O, tal vez, por tu fidelidad canina para con todo el gremio. Porque tú estabas en las buenas y en las malas. Porque Ernesto, tú estuviste en las buenas y en las malas.
Se nos acaba de ir un amigo. Aquel que, con su cabeza rapada, impuso hace más de dos décadas una moda que hoy otros seguimos. Y, aunque nunca fue el muchacho que robó el show, ni con la prensa ni en escenario alguno, su bajo Fender seguirá ladrando en un sinnúmero de grabaciones en las que participó durante sus 35 años de carrera.
Estimado Ernesto, vives siempre entre nosotros. Y gracias por tu contagiante sonrisa y leal amistad, la que me brindaste desde el día que nos conocimos y ya eras una figura.
Javier Lishner
San Jose, California
6 de marzo de 2006
Miembro de una generación de guerreros surgidos durante la década del sesenta, Ernesto Samamé, al igual que Jean Pierre Magnet, Saúl Cornejo, Manuel Cornejo, Carlos Guerrero, Gerardo Manuel, Walo Carrillo, Pico Ego Aguirre, Bo Ichikawa y Miguel Flores, entre otros, representaba la historia de nuestro rock. Su vida, entregada a los escenarios, a las notas musicales, a los estudios de grabación y, especialmente, a su instrumento, el bajo, deja un ejemplo para las nuevas generaciones.
Recuerdo el interés con el que participaste -al lado de Chachi Luján, Pico, Gerardo, Octavio Castillo y otros talentosos artistas- de aquella reunión del 2 de julio de 1985, en los viejos estudios de Radio Panamericana, en la calle Mariano Carranza, cuando se lanzó la idea de unir a artistas nacionales (de todos los géneros) para ayudar a los niños huérfanos del terrorismo en Ayacucho, obra que, a pesar de los años, aún continúa.
Recuerdo tu activa participación -al lado de Gerardo, Álamo Pérez-Luna, el "Chino" Alberto Chong, Nina Mutal, Julio y Juan Carlos Caipo, Pico, Dante Tirabanti, Coco Silva, Luciano Figallo, Ricardo Silva, Dudó, Retorno Breve, el "Mono" Landavere, Danai, Rafo Ego Aguirre, Rio, Doble A, Pepe Ortega, Julio Andrade, Frágil, y muchos más-, en cada uno de los Encuentros del Rock realizado en el Perú, que tuvieron como sede los Estudios RPM, de Miraflores, y que fueron transmitidos en directo, durante tres años consecutivos (en 1986, en 1987 y en 1988), a través de las dos frecuencias de Radio Miraflores.
Recuerdo algunos de los viajes de la Gira Perú Rock 88 pero, en especial, la primera salida a Chiclayo y Piura, cuando viajaste como parte del grupo de los entonces populares Yesabella y Beto Danelli. Allí, como de costumbre, anduviste acompañado de otros nombres de la talla de Tavo Castillo, Alberto Chong, Lucho Guimet y de tu hermano Ricardo.
Recuerdo aquella vez cuando, en junio del 87, nos tocó encontrarnos en Chimbote con motivo de la Feria anual de la ciudad, y, después del espectáculo, nos quedamos hasta altas horas de la noche conversando con Sammy Sadovnik, sobre astros, la vida extraterrestre y el Cosmos, que era otro de tus intereses.
Recuerdo, finalmente, tu apodo de el "Perrito" cuyo origen nunca supe. Me imagino que alguien te lo acuñó por su impedimento para pronunciar la letra "r". O, tal vez, por tu fidelidad canina para con todo el gremio. Porque tú estabas en las buenas y en las malas. Porque Ernesto, tú estuviste en las buenas y en las malas.
Se nos acaba de ir un amigo. Aquel que, con su cabeza rapada, impuso hace más de dos décadas una moda que hoy otros seguimos. Y, aunque nunca fue el muchacho que robó el show, ni con la prensa ni en escenario alguno, su bajo Fender seguirá ladrando en un sinnúmero de grabaciones en las que participó durante sus 35 años de carrera.
Estimado Ernesto, vives siempre entre nosotros. Y gracias por tu contagiante sonrisa y leal amistad, la que me brindaste desde el día que nos conocimos y ya eras una figura.
Javier Lishner
San Jose, California
6 de marzo de 2006
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