Thursday, September 28, 2006

En pleno desierto californiano
COACHELLA: Y EL RITMO CONTINÚA
FOTOS: Michael G. Kohl y Javier Lishner / KOHL-LISHNER PRODUCTIONS


La temperatura en Indio, California, no llegó a los 38 grados como nos habían previsto antes de nuestra salida de San Jose, a unas nueve horas del lugar hacia donde miles de personas íbamos llegando para participar de la segunda versión del Coachella Valley Music & Arts Festival. Del año pasado aún quedaba el recuerdo de Moby, Morrisey, Rage Against the Machine y Tool, por mencionar sólo a algunos. Pasado el medio día ingresamos al inmenso campo de polo que ya presentaba a los primeros artistas, en sus cinco escenarios...


Destacaban más de cincuenta nombres desde clásicos rockeros hasta talentosos personajes de música electrónica; desde conocidos raperos hasta ídolos del hip-hop; desde bandas de música latina hasta populares grupos de rock. "Vengo desde Inglaterra especialmente para el evento. Y es que la presencia de Iggy Pop le da un toque especial al Festival", nos decía Andy Perry, periodista británico. Pasadas las horas lo volveríamos a encontrar con la satisfacción de haber conseguido la ansiada entrevista al padrino, y uno de los pioneros, del punk-rock.


Iggy Pop al desnudo, bajo 35 grados Celsius. (FOTO: Kohl-Lishner).

Fue Iggy Pop el primer artista que captó una atención casi general. Su espectáculo, inmediatamente después del grupo Dandy Warhols, se inició pasadas las cuatro de la tarde. Como si los años no hubieran sucedido, James Newell Osterberg, su nombre original, fue derrochando energía y vitalidad durante los casi noventa minutos en un show que culminó con su clásico "Real Wild Child (Wild One)" y un poco de sangre en su frente. El semi-desnudo cantante de Michigan (a los 54) sigue rockeando tan fuerte como hace más de treinta años cuando daba sus primeros gritos al lado de los Stooges. En tanto, en el Outdoor Theatre la presentación de Nikka Costa había concluido con la aprobación del público por su enérgica mezcla de funk y soul. Le siguió Ozomatli, una suerte de banda latina con influencias de jazz-funk y del tan popular hip-hop. El grupo de Los Angeles dominó muy bien el escenario con la ayuda de su contagioso ritmo (Nos hizo recordar un poco a nuestro Miki González).

Unas 35,000 personas llegaron hasta el campo de polo para participar del festival. (FOTO: Kohl-Lishner).

Para ese entonces ya habíamos apreciado a Rob Smith & Ray Mighty, el dúo de Bristol, que, con su trip-hop y dance music, hizo de las suyas en la carpa llamada Sahara. De vuelta al escenario principal y con unos 35 grados de temperatura, encontramos a MC Supernatural quien ya finalizaba su espectáculo. Un monólogo de más de diez minutos de parte del rappero de Indiana, dejó a la audiencia interesada en su segunda actuación que la haría a las diez de la noche en el Outdoor Theatre. Nuestro casual encuentro con Todd McFliker, de Rag Magazine, publicación del sur de la Florida, sucedió en medio del campo. Nos pidió unas fotos para la edición de junio de su revista. Llegados de Philadelphia, The Roots alentaban al público con su rap sofisticado y alternativo. El grupo agradó a la audiencia que iba gozando casi de la mitad del festival. En otro escenario, St. Germain, imponía su música electrónica, mezcla de jazz y house. El francés cuyo nombre original es Ludovic Navarre, fue muy aclamado.

Weezer en acción. En primer plano, Rivers Cuomo, cantante y líder. (FOTO: Kohl-Lishner).

Era Weezer uno de los grupos más populares de la tarde. El cuarteto venía a presentar música de sus dos primeros discos y a mostrar, también, canciones de su nueva producción lanzada la segunda semana de mayo bajo la atenta mirada de Ric Ocasek (The Cars). El grupo de Rivers Cuomo dejó el escenario aún con luz natural. Hubo una breve pausa, pues lo que seguía llegaba de lejos y necesitaba de tenues luces… Mos Def alegraba el otro ala del inmenso Empire Polo Club. Bordeaban las ocho de la noche y su rap abría paso al conocido Roni Size Reprazent. Ya oscuro, Paul Oakenfold comenzó a captar la atención en el escenario principal. El deejay inglés había sido muy esperado. Fue él quien introdujo el house music en Gran Bretaña a fines de la década del ochenta. Produjo, por ejemplo, a Happy Mondays y trabajó con artistas como Run DMC y the Beastie Boys. "Una escapada desde Nueva York para participar de esta fiesta me cae muy bien", nos decía una animada joven mientras nos pedía un cigarrillo. Por otro lado, una de tres amigas, quien ya había indagado nuestro origen, nos decía en inglés, "Me encanta la comida peruana… Voy siempre al Pollo Inca en Torrance". Torrance es una pequeña ciudad de unas 145,00 personas en el condado de Los Angeles, fundada por el petrolero Jared Sidney Torrance. Y mientras nosotros estábamos imaginariamente comiendo pollo a la brasa en Torrance, en el Polo Field, los espectáculos continuaban indistintamente en cada uno de los escenarios.

El trasero de Perry Farrell también fue parte del show de Jane's Addiction. (FOTO: Kohl-Lishner).

Más de media hora fue lo que el público tuvo que esperar para ver el circo montado por el irreverente y sarcástico líder de Jane’s Addiction. Fue así que la multitud le dio la bienvenida al más bufón de los bufones: al inigualable Perry Farrell. Botella de vino tinto en la mano izquierda y micrófono inalámbrico en la otra, la mente creadora de Lollapalooza, incitaba a la platea con gestos, simplemente. A la segunda canción recién se animó a cantar y no dejaría de hacerlo hasta las 10:30 de la noche. La atención seguía aumentando. Entonces Flea hizo su aparición. El carismático bajista de los Chili Peppers acompañó a la banda hasta el final del show.

Mientras eso acontecía en el gramado, en la carpa denominada Mojave, un británico de Bristol llevaba a lo más oscuro de la audiencia al frente de su escenario. Intenso en su accionar,
Tricky, cautivaba a los asistentes con su trip-hop, del cual, junto a Portishead y Massive Attack, es uno de los mejores exponentes. Lo acabábamos de ver tras bambalinas conversando con Ed Kowalzyk (cantante de Live). Después de algunas canciones volvimos a Jane’s Addiction. Era nuestra despedida. Y aún faltaban Gangstarr, The Orb, Fatboy Slim y the Chemical Brothers. Había que manejar a Palm Springs y, a la mañana siguiente, volver a la capital del Silicon Valley.

Aún con la identificación de prensa y la camiseta original del evento, ingresamos a un restaurante. Tres muchachos sentados en la mesa del frente, saludaron y nos dejaron un mensaje, "Mañana volvemos a Canadá. Vinimos hasta aquí solo para el Festival". La música que une al mundo y que esta vez trajo a 35,000 personas de tan distintos lugares. Adiós Coachella, hasta el próximo año.

Javier Lishner
Palm Springs, California
Mayo de 2001

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