CONDECORACIONES, PAPELES Y PAPELONES
Cuando no hace mucho, el canciller mil oficios del Perú, José Antonio García Belaunde, apareció en el escenario del Estadio Monumental de Ate para condecorar al tenor Plácido Domingo con la Orden El Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz, a lo lejos, quedé atónito. Me hizo pensar una vez más que en mi país, el Perú, las más importantes condecoraciones se les entrega a prácticamente cualquiera, dependiendo del gobierno de turno y de sus respectivas agendas. Seguramente que, esa noche, el diplomático no tenía nada mejor que asistir para escuchar ópera en la voz del maestro español, quien llegaba al país luego de quince años.
Nadie con cinco, cuatro, tres, dos o un dedo de frente, puede dudar de la calidad, aceptación y vasta carrera de Plácido Domingo, quien, vestido de negro, interpretó, entre otras, "O Souverain" de la ópera El Cid de Massenet, "El lamento de Federico", aria de L'Arlesiana de Francesco Cilea y "La Valkiria" de Wagner. Según la información, el local estuvo repleto. Aprovechando el éxito, a mitad del evento, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que "era el reconocimiento de todos los peruanos a su inmenso talento". Demagogia barata de una persona que, por su investidura, debería saber muy bien lo que está diciendo. Porque todos los peruanos no aprobaron ese reconocimiento al prestigioso artista sino unos cuantos. Y en Palacio. Habría que averiguar si él, entre ellos.
El tenor agradeció la condecoración visiblemente emocionado, afirmando no ser merecedor del reconocimiento. "No me siento merecedor de ella porque son tres veces las que he venido aquí", dijo. Tal vez sin darse cuenta le estaba diciendo al bondadoso canciller, que entregarle la distinción más importante de la Nación estaba siendo un papelón. Aunque, muy educado por cierto, el intérprete español luego agregó: "Espero llevar esto con mucho orgullo y cariño acordándome siempre de ustedes". Los asistentes, representando al Perú, aplaudieron enternecidos.
Esa noche, casi al final, Domingo interpretó "El día que me quieras", "Bésame mucho", "La flor de la canela" y "El cóndor pasa". Además, "Me cansé de rogarle" y "El rey", dos temas con mariachi, con lo que los miles de asistentes pudieron volver felices a sus respectivos hogares. Una noche donde hubo algarabía, gritos, apalusos y llantos. El maestro de la lírica había cumplido. Y también el público y nuestro canciller.
Ayer, en otra de las sorpresas a las que cada vez estamos más acostumbrados, aunque nos sigan causando estupor, se anunció que la Municipalidad de Lima condecorará a la portentosa imagen del Señor de los Milagros con la Medalla Ciudad, la más alta distinción que confiere la Comuna Metropolitana. Se condecorará a una imagen... La actividad, que más parecería acto circense, se realizará el 18 de octubre, día que las andas del Señor de los Milagros o Cristo Moreno, como también se le conoce, lleguen al Palacio Municipal, ubicado en la Plaza de Armas de la capital. Será el propio alcalde, Luis Castañeda Lossio, quien impondrá la Medalla Ciudad de Lima a la fervorosa imagen católica.
Dice la noticia que la distinción será un tributo al enorme significado que durante siglos ha representado el Señor de los Milagros en la vida del Perú y del mundo. Aquí en el área de San Francisco, en California, serán cuatro gatos los que la conocen y honestamente no creo que haya representado algo en la vida de la Bahía. Pero si este año ya se entregó el galardón al Arzobispo Cipriani y al simpático Chespirito, cualquiera podría ser receptor de tan preciado honor.
Hablar de todas las medidas de seguridad y emergencia que aportará la Municipildad para los días de la procesión, me hace pensar si es que los demás credos religiosos tendrían las mismas gollerías si es que en algún momento decidieran realizar semejante cosa. Contando, incluso, con mano de obra extra para la limpieza de las calles al día siguiente, por donde los seguidores de la imagen hubieran pasado venerando al próximamente condecorado amuleto.
Cuando recientemente concluí una nota sobre la entrega de los Laureles Deportivos al jinete Édgar Prado, quien no practica un deporte -y escribí que en la hípica los que ganan son los caballos y no los jinetes, y que a quien hubieran debido entregar los laureles era a Santorín- pensé que había sido sarcástico. Ahora, entre la entrega de la Orden El Sol a un artista que no ha ido más de tres veces a Lima y la condecoración de la Medalla de Lima a una imagen, creo que el sarcasmo forma parte de nuestra vida. ¡Qué vivan las condecoraciones en el Perú! ¡Qué vivan los papeles y papelones, el pan y el circo!
Javier Lishner
Santa Clara, California
25 de septiembre de 2009
Nadie con cinco, cuatro, tres, dos o un dedo de frente, puede dudar de la calidad, aceptación y vasta carrera de Plácido Domingo, quien, vestido de negro, interpretó, entre otras, "O Souverain" de la ópera El Cid de Massenet, "El lamento de Federico", aria de L'Arlesiana de Francesco Cilea y "La Valkiria" de Wagner. Según la información, el local estuvo repleto. Aprovechando el éxito, a mitad del evento, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que "era el reconocimiento de todos los peruanos a su inmenso talento". Demagogia barata de una persona que, por su investidura, debería saber muy bien lo que está diciendo. Porque todos los peruanos no aprobaron ese reconocimiento al prestigioso artista sino unos cuantos. Y en Palacio. Habría que averiguar si él, entre ellos.
El tenor agradeció la condecoración visiblemente emocionado, afirmando no ser merecedor del reconocimiento. "No me siento merecedor de ella porque son tres veces las que he venido aquí", dijo. Tal vez sin darse cuenta le estaba diciendo al bondadoso canciller, que entregarle la distinción más importante de la Nación estaba siendo un papelón. Aunque, muy educado por cierto, el intérprete español luego agregó: "Espero llevar esto con mucho orgullo y cariño acordándome siempre de ustedes". Los asistentes, representando al Perú, aplaudieron enternecidos.
Esa noche, casi al final, Domingo interpretó "El día que me quieras", "Bésame mucho", "La flor de la canela" y "El cóndor pasa". Además, "Me cansé de rogarle" y "El rey", dos temas con mariachi, con lo que los miles de asistentes pudieron volver felices a sus respectivos hogares. Una noche donde hubo algarabía, gritos, apalusos y llantos. El maestro de la lírica había cumplido. Y también el público y nuestro canciller.
Ayer, en otra de las sorpresas a las que cada vez estamos más acostumbrados, aunque nos sigan causando estupor, se anunció que la Municipalidad de Lima condecorará a la portentosa imagen del Señor de los Milagros con la Medalla Ciudad, la más alta distinción que confiere la Comuna Metropolitana. Se condecorará a una imagen... La actividad, que más parecería acto circense, se realizará el 18 de octubre, día que las andas del Señor de los Milagros o Cristo Moreno, como también se le conoce, lleguen al Palacio Municipal, ubicado en la Plaza de Armas de la capital. Será el propio alcalde, Luis Castañeda Lossio, quien impondrá la Medalla Ciudad de Lima a la fervorosa imagen católica.
Dice la noticia que la distinción será un tributo al enorme significado que durante siglos ha representado el Señor de los Milagros en la vida del Perú y del mundo. Aquí en el área de San Francisco, en California, serán cuatro gatos los que la conocen y honestamente no creo que haya representado algo en la vida de la Bahía. Pero si este año ya se entregó el galardón al Arzobispo Cipriani y al simpático Chespirito, cualquiera podría ser receptor de tan preciado honor.
Hablar de todas las medidas de seguridad y emergencia que aportará la Municipildad para los días de la procesión, me hace pensar si es que los demás credos religiosos tendrían las mismas gollerías si es que en algún momento decidieran realizar semejante cosa. Contando, incluso, con mano de obra extra para la limpieza de las calles al día siguiente, por donde los seguidores de la imagen hubieran pasado venerando al próximamente condecorado amuleto.
Cuando recientemente concluí una nota sobre la entrega de los Laureles Deportivos al jinete Édgar Prado, quien no practica un deporte -y escribí que en la hípica los que ganan son los caballos y no los jinetes, y que a quien hubieran debido entregar los laureles era a Santorín- pensé que había sido sarcástico. Ahora, entre la entrega de la Orden El Sol a un artista que no ha ido más de tres veces a Lima y la condecoración de la Medalla de Lima a una imagen, creo que el sarcasmo forma parte de nuestra vida. ¡Qué vivan las condecoraciones en el Perú! ¡Qué vivan los papeles y papelones, el pan y el circo!
Javier Lishner
Santa Clara, California
25 de septiembre de 2009
8 comments:
Al Pueblo pan y circo y si no hay pan... pues doble circo!!! jajajaja...!!!
prefiero reir que echarme a llorar,
Rossana
Rossana:
Pan, pero que sea popular. Sino, no... jaja.
Salutti,
JL
Que hubiera escrito Sofocleto!!!!!!
Un Abrazo
Estimado Javier: si eso te sorprende, agarrate q el Congreso tambien ha condecorado a Tito Nieves, Olga Tañon, entre otros!
Hola Jorge:
Sería genial poder imaginárselo pero era tan creativo que no es posible dar con lo que hubiera dicho. Quién sabe.
Un abrazo,
JL
Hola Javicho:
Gracias por los datazos. Más bien eso no me sorprende tanto. Yo creo que Olga Tañón y Tito Nieves tienen mayor nivel que nuestros congresistas.
Un abrazo,
JL
Ja,ja,ja me causa risa tu comentario,gracias por que siempre es bueno iniciar los lunes con algo ocurrente,pero tienes la razon,creo que estas condecoraciones son mas que nada pateria o soboneria barata(salvo contadas y merecidas excepciones)no se siempre pense que este tipo condecoraciones que los gobiernos de turno y autoridades entregan a medio mundo deberian pasar por un filtro que podria ser del INC por ej. y de el visto bueno.Aunque creo que en otros paises ocurre casi lo mismo si no esos llamados embajadores de la cultura que nombra la ONU.
Luis de jesus maria
Hola Luis:
Eso en mi país se llama cuestión de argollas. Nos beneficiamos, los premiados y los que premiamos. ¡Todos triunfadores! Mientras el pueblo duerme y, a veces, aplaude porque así lo dicta la costumbre.
Un abrazo,
JL
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