EL CRIMEN DEL PADRE MAMERTO
Hubo una vez hace muchísimos años un sacerdote muy carismático y bien parecido, de esos que nada le apestaba, pero, que, paradójicamente, todo le apestaba. De esos en cuyas fotos siempre aparecía con los zapatos bien lustraditos y con el traje (cuando no la sotana) de moda. Un breve repaso de sus fotografías en la Internet daba una idea de que el padre nunca había pisado, ni tierra ni polvo. En todos los fondos de sus fotos aparecía o la playa, o algún yate o, cuando no, el arte dorado de algún altar. De la ciudad por supuesto. El campo no era parte de su vida diaria. O, por lo menos, no la promocionó muy bien. Diría que el padre, de nombre Mamerto, era una especie de ser privilegiado, de esos que no era fácil de encontrar en la Biblia. Pero sí en Miami.
Fue personaje público no solo por su labor parroquial sino porque -por su carisma y aspecto armonioso- le dieron micrófono en la televisión y en la radio. Su imagen aparecía diariamente en publicaciones, panfletos y, por supuesto, en la entonces tan popular Internet. Era una de esas personas que sabía venderse muy bien. Aprovechó su edad, su labia y su figura, para atraer a chicos y chicas, medianas y grandes.
Como muchos de sus colegas de clergy y sotana, el Padre Mamerto había ingresado al seminario desde muy joven, recién salido de la escuela, y, sabe dios por consejo de quién, juró promesa al Todopoderoso, entre otras cosas, de mantener el celibato hasta que la muerte los separe. Sus sermones eran escuchados por grandes y chicos, sus mensajes eran tomados como ejemplo por los feligreses y, entre los adolescentes, sus charlas eran modelo a seguir. El Padre Mamerto se había convertido en un miembro más de miles de hogares.
Más o menos así, sacando provecho de su sonrisa y hablando hasta por los codos (nada tenía que fuera cubano), llegó a los cuarenta, edad en que era común que todo varón se hiciera el examen de la próstata. Nunca se supo si el padre se lo hizo o no, pues siendo una práctica considerada privada, la mayoría no proclamaba el haber aprobado semejante hazaña.
Hasta que un día, uno de esos desgraciados que vivían de la vida de los demás, a los que podríamos llamar sablistas, o hijos de puta, y que casi siempre existieron, le puso la mira al Padre Mamerto. Él, que vivía una vida ejemplar -se dijo el paparazzi-, es el personaje perfecto para agarrarlo in fraganti. Y lo logró. Le tomó fotos de esas que ningún cura católico jamás hubiera querido ver. Muchos lo evitaron, pero no el Padre Mamerto. Y allí apareció, en trusa de baño azulina, con pelo en pecho, revolcándose con una dama de cabello negro. Y hasta metiéndole la mano. En plena playa, y no precisamente de estacionamiento. Frente al mar, creyendo que escondido en una gorrita de béisbol oscura, nadie lo iría a reconocer. Le falló el cálculo al Padre Mamerto.
El crimen fue ante la sociedad, solo porque el paparazzi lo encontró en la playa y en un par de lugares más. Contaron que el paparazzi quiso vender el material gráfico al periódico más influyente del área, el Mamani Herald, pero, debido a que a cambio pedía una cifra de seis dígitos, el Heraldo, para el que coincidentemente el padrecito escribía, pasó por alto la oferta... y, de paso, el chasco de denunciar gráficamente a su tenaz colaborador.
Fue cuando una revista del espectáculo, de esas que publicaban chismosería, perfecta para la gente chismosa que veía programas basura que transmitía la televisión, decidió adquirirlas. Nunca se supo cuánto pagó por ellas, pero las publicó. Era el año 2009. La gente todavía creía en dios y en la santidad de estos seres humanos. El Padre fue separado de la parroquia para la cual trabajaba, de nombre San Francisco el Salado, y de radio Pax para la que no solo hacía programa sino que fungía de director general. Y de la dama de cabello negro, de quien se dijo que era colombiana, nunca se supo nada. Fue el crimen perfecto.
Javier Lishner
Santa Clara, California
8 de mayo de 2009
NOTA: Cualquier parecido de la foto con el Padre Mamerto es pura coincidencia.
Fue personaje público no solo por su labor parroquial sino porque -por su carisma y aspecto armonioso- le dieron micrófono en la televisión y en la radio. Su imagen aparecía diariamente en publicaciones, panfletos y, por supuesto, en la entonces tan popular Internet. Era una de esas personas que sabía venderse muy bien. Aprovechó su edad, su labia y su figura, para atraer a chicos y chicas, medianas y grandes.
Como muchos de sus colegas de clergy y sotana, el Padre Mamerto había ingresado al seminario desde muy joven, recién salido de la escuela, y, sabe dios por consejo de quién, juró promesa al Todopoderoso, entre otras cosas, de mantener el celibato hasta que la muerte los separe. Sus sermones eran escuchados por grandes y chicos, sus mensajes eran tomados como ejemplo por los feligreses y, entre los adolescentes, sus charlas eran modelo a seguir. El Padre Mamerto se había convertido en un miembro más de miles de hogares.
Más o menos así, sacando provecho de su sonrisa y hablando hasta por los codos (nada tenía que fuera cubano), llegó a los cuarenta, edad en que era común que todo varón se hiciera el examen de la próstata. Nunca se supo si el padre se lo hizo o no, pues siendo una práctica considerada privada, la mayoría no proclamaba el haber aprobado semejante hazaña.
Hasta que un día, uno de esos desgraciados que vivían de la vida de los demás, a los que podríamos llamar sablistas, o hijos de puta, y que casi siempre existieron, le puso la mira al Padre Mamerto. Él, que vivía una vida ejemplar -se dijo el paparazzi-, es el personaje perfecto para agarrarlo in fraganti. Y lo logró. Le tomó fotos de esas que ningún cura católico jamás hubiera querido ver. Muchos lo evitaron, pero no el Padre Mamerto. Y allí apareció, en trusa de baño azulina, con pelo en pecho, revolcándose con una dama de cabello negro. Y hasta metiéndole la mano. En plena playa, y no precisamente de estacionamiento. Frente al mar, creyendo que escondido en una gorrita de béisbol oscura, nadie lo iría a reconocer. Le falló el cálculo al Padre Mamerto.
El crimen fue ante la sociedad, solo porque el paparazzi lo encontró en la playa y en un par de lugares más. Contaron que el paparazzi quiso vender el material gráfico al periódico más influyente del área, el Mamani Herald, pero, debido a que a cambio pedía una cifra de seis dígitos, el Heraldo, para el que coincidentemente el padrecito escribía, pasó por alto la oferta... y, de paso, el chasco de denunciar gráficamente a su tenaz colaborador.
Fue cuando una revista del espectáculo, de esas que publicaban chismosería, perfecta para la gente chismosa que veía programas basura que transmitía la televisión, decidió adquirirlas. Nunca se supo cuánto pagó por ellas, pero las publicó. Era el año 2009. La gente todavía creía en dios y en la santidad de estos seres humanos. El Padre fue separado de la parroquia para la cual trabajaba, de nombre San Francisco el Salado, y de radio Pax para la que no solo hacía programa sino que fungía de director general. Y de la dama de cabello negro, de quien se dijo que era colombiana, nunca se supo nada. Fue el crimen perfecto.
Javier Lishner
Santa Clara, California
8 de mayo de 2009
NOTA: Cualquier parecido de la foto con el Padre Mamerto es pura coincidencia.
8 comments:
"Cualquier parecido de la foto con el Padre Mamerto es pura coincidencia"
...justo hace un par de dias, Rony me deciía que eras igualito al Padre...no se si se refería por el fisico o por lo pecador...jajaja!!!
Estimado Javier:
La coincidencia es que fuiste tú el que tomó esa foto. Y hasta el negativo debes tener...jajaja!!!
Saludos,
JL
Bueno, aunque también pudo haberla tomado el Chino Michael. No recuerdo.
Si todas las sótanas del mundo hablaran, las cosas que se sabrían.
Es increible ver como en Miami los cubanos esta en guerra diendo que fue una trampa, que la mujer tiene la culpa, pareciera que estamos viviendo en los psicosociales de la epoca de el japones en Peru, Ahora es el cura la gente se pelea en las calles, que vendra despues, los ovnis, el fin del mundo que vendra??
Javier te imagino con sotana, dando misa en ritmo de rock...
Hola Eagle:
Si todas las sotanas hablaran, el capítulo 18 de San Lucas ya lo hubieran cambiado a "dejad que las niñas vengan a mí".
Saludos,
JL
Hola Canalla:
A los cubanos de Miami les tocaron a uno de sus ídolos. Falso, mentiroso, hipócrita, fariseo, pero ídolo al fin.
Pero, eso de que he leído de que el curita este es uno de los latinos más influentes en los Estados Unidos, me hace pensar que la prensa quiere levantar el árbol caído. Y con estas entrevistas que empezó a dar el padre a Univisión, luego vendrá CBS, etc. me hace pensar que algo se trae entre manos. Además, una sacerdote inteligente y estudiado (por más sonso que sea) no se va a ir a Miami Beach a revolcar con una dama. Aquí algo busca este señor. ¿Pretende ser gobernador? Hmmm.
Un abrazo,
JL
PD: Lo de Javier con sotana dando misa sería Rock Around the Church. "Come on everybody, come on everybody... let's dance, let's dance, let's dance the night away".
Pucha que mbien se te ve de cura,Javier a veces pienso que en lo mas profundo de tu ser existe un cura gritando por favor quiero salir,dejame. Sabes mas que al Padre Alberto te veo un parecido con el actor Santiago Maguil que tiene un programa muy ineteresante por Canal 6,y tambien en la radio(Que coincidencia No?)
Justo en este momento ponen como fondo musical Tu eres mi religion del grupo Mana:Tu eres mi religion,Abre el corazon.
Creo que la cancion seria precisa como fondo para este tema del padre(de hecho una de las pocas que me gusta de Fher y Alex con su banda)
Luis de jesus maria
Hola Luis:
Las comparaciones son odiosas... jajaja.
Maná. Una banda que nunca me terminó de gustar pero que hice el intento para que me gustara. Lo digo porque obtuve algunos de sus discos compactos hasta que decidí que no eran de mi gusto.
Los ví actuar hace muchos años aquí en San Jose, y como tenía pase especial, pude conocerlos en los camerinos. Recuerdo que estaban por ir al Perú, y Alex incluso me mencionó que iban a visitar Chiclayo.
Que dios te bendiga.
JL
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