Ron "Pigpen" McKernan, con pistolita de juguete en inusual fotografía de estudio. 1969. (FOTO: Baron Wolman).
Ronald Charles McKernan nació en San Bruno y creció en Palo Alto, a pocos minutos de aquí, camino a San Francisco, en California. Leí que desde niño fue muy palomilla y travieso, razones por las que abandonó la escuela. A los 20, en un club nocturno del área de Palo Alto, conoció a un mozo de nombre Jerry Garcia, un par de años mayor que él. Ron, espontáneamente tomó la armónica y, literalmente, se robó el show de esa noche. Ahí comenzó el núcleo de un nuevo grupo. Lo que vino después es historia, y se encuentra en cualquier parte bajo the Grateful Dead.
A pesar de sus cualidades de vocalista y músico (porque tocaba el piano y la armónica), su participación en the Dead acrecentó su ya desordenada vida. Cuentan que mientras sus demás compañeros experimentaban con el LSD, esa semisintética droga usada durante la sicoldelia por varios de sus coetáneos como Pink Floyd y the Beatles, Pigpen seguía aferrado al licor.
Un dia como hoy, 8 de marzo, en 1973, el prodigioso artista, murió en su ley. La versión oficial informó que se debió a una hemorragia gastrointestinal. Presumiblemente, causada por el exceso de OH. Tenía solo 27 años.
Mapa que nos proporcionaron para llegar a la tumba del músico.
Por esas cosas que tiene el rock, los tres teclistas que lo sucedieron en el puesto -los tres barbados como él-, le siguieron los pasos al cielo. Keith Godchaux, en 1980; Brent Mydland, en 1990, y Vince Welnick, el año pasado.
Para los miles de Deadheads, como se les llama a los devotos seguidores del grupo, a pesar del tiempo, Pigpen vive. Y, Godchaux; y, Mydland; y, Welnick, y, Garcia (1942-1995), todos. Qué buena jarana de blues que se debe estar armando allá arriba. Vayan pasando.
Javier Lishner
Santa Clara, California
8 de marzo de 2006
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